Por Adriana Meyer
General Balza, la calificación
de su conducta como organizador de una asociación ilícita
obliga a ordenar su detención en este acto, le dijo el juez
Jorge Urso al ex jefe del Ejército. Martín Balza tragó
saliva y respondió con firmeza: Muy bien, doctor. Voy a someterme
al interrogatorio. Durante la indagatoria que duró cinco
horas, el general de la autocrítica parcial involucró al
ex secretario general de la Presidencia Alberto Kohan al relatar una fuerte
discusión que mantuvieron durante un viaje en 1998. Kohan había
afirmado que si se produjo desvío de armas era responsabilidad
de la empresa intermediaria y Balza le respondió exaltado
que no fue un desvío, porque los decretos estaban dibujados.
Cuando salió del juzgado, con los ojos enrojecidos y mordiéndose
los labios para contener la emoción, Balza saludó con la
mano en alto a los cronistas y se abrazó a su hijo. Y se despidieron
con la mirada hasta que la puerta del ascensor los separó. Policías
y efectivos del Ejército lo trasladaron a Campo de Mayo. Pasó
la noche encerrado en una prisión militar del Comando de Institutos
Militares.
A las 9.10, de traje gris y corbata, salió de su departamento de
la calle Santa Fe con la certeza de que no regresaría. Antes de
subirse al taxi que lo llevó a los tribunales federales de Retiro
aseguró estar preparado para lo que Dios disponga y
agregó que si iba preso sería como un retiro espiritual
que siempre es beneficioso. En su entorno se respiraba un clima
de derrota. Uno de sus abogados pidió que vaya detenido a Campo
de Mayo y no a Gendarmería, donde están los otros detenidos
del caso, Emir Yoma y Antonio Erman González. Mientras, uno de
los hijos de Balza, Martín, licenciado en Ciencias Políticas,
dijo que sabía lo que iba a ocurrir. Más tarde,
en el pasillo del cuarto piso de Comodoro Py 2002 rompería en llanto.
Balza está acusado por la malversación de material bélico
del Ejército que formó parte de las exportaciones amparadas
por los decretos 1697/91, 2283/91 y 103/95, y por la falsedad ideológica
del convenio suscripto entre Fabricaciones Militares y el Ejército
el 11 de octubre de 1994. A estos cargos le sumaron el haber integrado,
en carácter de organizador, la asociación ilícita
que llevó adelante las maniobras investigadas, según el
fiscal, junto al ex presidente Carlos Menem, al canciller Guido Di Tella
y al ex ministro de Defensa Antonio Erman González.
Durante la audiencia, se comportó con altura, entereza y
serenidad, aunque por momentos levantaba la voz y al instante susurraba,
comentaron fuentes judiciales a Página/12. Negó haber formado
parte de una asociación ilícita y juró que nunca
conversó con el ex presidente Menem ni con el ministro Domingo
Cavallo acerca de las maniobras para la exportación clandestina
de armamento. Con vehemencia, desmintió ante el juez al teniente
coronel José Luis Cattenati, quien había declarado que el
ex jefe de las Fuerzas Armadas ecuatorianas comentó haberse quejado
ante Balza por la mala calidad del material recibido. Incluso, el ex jefe
del Ejército entregó una nota en la que el actual secretario
general del Ejército, Eduardo Alfonso, certificó que no
hubo en la fuerza ningún reclamo de Moncayo ni constancias sobre
el episodio referido por el testigo. Los investigadores preguntaron a
Balza sobre su relación con el detenido Yoma, y el general contestó
que apenas lo vio en algún acto protocolar. También desmintió
al ex interventor de FM, Luis Sarlenga, quien había asegurado que
Balza le dijo que sobre el tema de las armas debía hablar con él
y no con el ex presidente.
Para mí están dibujados (...) es que los países
no gestionaron, no compraron, en todo lo que a mí me consta, armamento
argentino. En síntesis, se impuso a mi juicio un destino que no
podía ser, indicó Balza al referirse al dibujo
de los decretos que posibilitaron la maniobra.
Aunque el ex jefe castrense negó casi todos las acusaciones en
su contra incurrió en una evidente contradicción. Al principio
de su alegatoenfatizó que fue el único que informó
al ministerio de Defensa sobre la presencia de armas argentinas en Croacia.
Pero luego aseguró que hubo uno que no sabía, que
era yo, porque de haberlo sabido lo hubiera denunciado inmediatamente
a la Justicia. Esta frase fue una respuesta a la afirmación
de Sarlenga cuando expresó que todo el mundo sabía
que las armas iban a Croacia. Balza sorprendió a sus interlocutores
cuando insistió en que los cañones, que en el expediente
figuran como faltantes del inventario del Ejército y que habrían
terminado en Croacia, no salieron del país. A esta altura
es vano defender esa línea argumental, deslizó una
fuente.
A media tarde, el jefe del Ejército Ricardo Brinzoni llamó
al juzgado para comunicarle al magistrado que Balza ya estaba alojado
en una prisión del Comando de Institutos Militares, en Campo de
Mayo. Allí estará solo, sin la posibilidad de utilizar su
teléfono celular. El abogado Jorge Valerga Aráoz, defensor
del teniente general retirado, presentó un pedido de excarcelación
del militar que ya tenía preparado porque sostuvo que era
vox populi que iba a quedar preso. Aunque reconoció que difícilmente
Urso le conceda ese beneficio que ya denegó a Emir Yoma.
Delinque quien cumple órdenes inmorales, había
afirmado Balza en 1995, rechazando el argumento de la obediencia
debida. Dentro de una semana, el 13 de junio, cumplirá 68
años tras las rejas. Y seguirá allí hasta el juicio
oral.
Para Alfonsín
es honesto
El ex presidente Raúl Alfonsín opinó que
no puede haber enriquecimiento ilícito en el
caso del ex jefe del Ejército, general Martín Balza,
a quien definió como un defensor de la democracia.
Al ingresar al Comité Nacional de la UCR para un acto, horas
después de que Balza quedara detenido, Alfonsín aseguró
que le consta que el militar es un hombre austero y pobre.
El jefe radical siempre tuvo en su estima a Balza y ayer explicó
los motivos. Recordó que en uno de los intentos de
golpe que sufrimos él se portó al servicio de la Constitución,
en referencia a uno de los levantamientos carapintada. El ex presidente
destacó que Balza con posterioridad hizo declaraciones
sobre lo actuado en el Proceso que son de obligado reconocimiento
para cualquier persona democrática.
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BRINZONI
SE REUNIO CON JAUNARENA
Hay preocupación
La detención del ex jefe
del Ejército, teniente general Martín Balza, generó
preocupación en la conducción de esa fuerza. De hecho, su
titular, Ricardo Brinzoni, siguió con atención las alternativas
del arresto y analizó con sus colaboradores la situación
de su antecesor en la causa por la venta ilegal de armas, además
de reunirse con el ministro de Defensa, Horacio Jaunarena, para informarle
que Balza sería recluido en la sede de Institutos Militares, en
Campo de Mayo.
Hay una profunda preocupación por la situación de
Balza al margen de lo jurídico, ya que es la Justicia la que debe
determinar las responsabilidades del caso, señalaron allegados
a Brinzoni, quienes agregaron: No podemos dejar de preocuparnos
porque se trata de un jefe del Ejército que estuvo en el cargo
9 años y al que se lo respeta porque logró un cambio cultural
que acercó la fuerza a la sociedad.
Brinzoni siguió las alternativas de la detención de Balza
a través de las agencias de noticias y la televisión. Después
evaluó con sus colaboradores las implicancias de hecho y le informó
a Jaunarena que su antecesor sería alojado en Campo de Mayo. Fuentes
del Ejército aseguraron que no está previsto
por ahora que Brinzoni visite a Balza, aunque no descartaron que envíe
en su nombre a algún alto oficial de la fuerza.
En la conducción del Ejército la preocupación excede
a la situación que atraviesa Balza. Lo que está ocurriendo
en torno al tema de las armas porque es un problema que no sólo
afecta al Ejército sino a toda la sociedad, advirtieron voceros
de esa fuerza, quienes especularon sobre la repercusión internacional
de las detenciones registradas y la convocatoria del juez federal Jorge
Urso al ex presidente Carlos Menem.
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