Fue una jornada larga, llena
de tensión, con enfrentamientos en la calle, huevazos, insultos
y autos fugando a alta velocidad. Por unas cuantas horas todas las miradas
se volvieron hacia la calle Cerrito al 800, donde se encuentra el Hotel
Presidente. Para muchos se trataba de una ironía del destino que
motivó las bromas de rigor. A él, en cambio, ese nombre
le debe haber producido algo de nostalgia. Especialmente cuando comprobó
que los tiempos cambiaron, que ahora le resulta difícil mostrarse
en público sin recibir críticas y ataques de todo tipo.
Por ejemplo, media docena de huevos en las ventanillas de su coche de
vidrios polarizados, como los que ayer arrojaron al vehículo en
que se iba junto a su esposa, Cecilia Bolocco. Carlos Menem pasó
un día agitado. Era su último día antes de declarar
ante el juez Jorge Urso por los cargos de jefe de la asociación
ilícita. Y a pesar de los amigos, el entorno, los custodios y los
incondicionales, nadie pudo cambiar el clima enrarecido que reinaba a
su alrededor. Algo parecido a un final de época.
La línea divisoria estaba clara. De un lado, sobre la vereda, en
la puerta y dentro del coqueto lobby del hotel, estaban los menemistas.
Algunos llevaban escarapelas, muy pocos tenían distintivos con
la imagen del riojano. Muchos estaban vestidos de traje y corbata, portaban
handies y celulares, y se movían en grupos de tres o cuatro. Entre
ellos, mujeres que se habían puesto sus mejores ropas, como si
se encontraran en una función de gala del cercano Teatro Colón.
Eran las más calladas, aunque de vez en cuando alguna dama desencajada
largaba el grito de guerra: ¡Cobardes, aprendan a gobernar!
Enfrente, del otro lado de las vallas que había colocado la policía,
se hallaba una variada concurrencia unida sólo por su desprecio
al ex presidente. Entre muchos curiosos, llamaban la atención dos
hombres con pinta de ejecutivos, o de abogados de algún estudio
jurídico de la zona. A pesar de su formalidad, eran los más
enfervorizados y parecían liderar los cantitos de la barra antimenemista.
Y fueron los proveedores de los huevos que terminaron estrellados sobre
las ventanas y el capó del auto que transportaba a Menem y señora.
Junto a ellos se movían dos jóvenes de secundario, con un
vestuario típico de la banda punk The Ramones, que se enfrentaban
a los gritos con una mujer de mediana edad.
¡Perpetua para el vendepatria! gritó un vendedor
ambulante, ex delegado de la Unión Ferroviaria.
¡Andá a cagar! le contestó un custodio
con ganas de romperle la cara.
Cruces como ese abundaron a lo largo de la tarde. Tres o cuatro veces,
el enfrentamiento verbal se prolongó en verdaderas peleas callejeras,
en las que volaron piñas, cámaras de foto y de video, empujones
y patadas. El primer round comenzó al mediodía, después
de las 13. La diputada Marta Alarcia mandó llamar a un movilero
para hacer una nota dentro del hotel. Los demás cronistas intentaron
seguir el mismo camino. Dentro del hall los recibió el personal
de seguridad, que los sacó a la calle violentamente. Uno de los
periodistas insultó minuciosamente a un portero negro del hotel
y le dijo que se vuelva a su país.
Unas horas después, cuando los ánimos parecían más
calmados, llegó el momento del segundo round. Un despistado que
caminaba entre los custodios comenzó a cantar, mirando a la multitud:
¡Menem, hijo de puta, la p...! No pudo seguir con su
copla porque un gordo que pasaba cerca lo sorprendió con una lluvia
de golpes. En el caso de las damas, el combate se limitó a los
intercambios de burlas y ofensas, hasta un punto que llegó a causar
gracia a muchos de los presentes. Ajeno a todo lo que pasaba en la puerta,
Menem daba una conferencia de prensa en el salón del segundo piso.
Allí sobraron las ovaciones, los abrazos y los gestos de apoyo.
Al final, le dedicaron la marcha peronista y un cantito de ¡Argentina!
¡Argentina!. Pero cuando salió por el garage del hotel,
en un vehículo con destino al piso alquilado de Martínez,
empezaron a volar los huevos.
¿EN
QUE CASA PEDIRA MENEM EL ARRESTO?
71 años, sin domicilio
En cadenas, pero en mi
casa podría ser la nueva frase de Carlos Menem, similar a
la que usa para parafrasear a Simón Bolívar. Ante la amenaza
cada vez más grande de quedar preso, ayer su abogado Oscar Roger
adelantó que pedirá para su cliente el beneficio del arresto
domiciliario, algo que el juez Jorge Urso podría concederle por
los 71 años del ex presidente. ¿Cuál será
la morada de Menem? Por ahora vive con Cecilia Bolocco en un departamento
alquilado con vista al río en La Lucila y en su entorno apuestan
a que allí se quedarán. Pero según allegados a la
causa, el magistrado no vería con buenos ojos que esté más
allá de la General Paz. El problema es que la casa de la calle
Echeverría, en Capital Federal, que habitó el ex presidente
hasta antes de casarse, figura a nombre de una sociedad de Zulemita, quien
ya le hizo saber que puede quedarse ahí, pero sin Bolocco.
Roger estuvo ayer averiguando en el juzgado cómo tramitar la prisión
domiciliaria. El otro abogado, Mariano Cavagna Martínez, prefirió
hablar de recusar al juez. Se supone que ante una orden de detención,
legalmente Menem debería ir primero a una cárcel común
y si el juez se lo permite, después se podría ir a cumplir
la pena a su casa, de la que no podría salir pero en la que podría
recibir visitas.
Hasta ayer a la noche, nadie había gestionado ningún lugar
en la prisión de la Gendarmería, lo que hace pensar que
si Menem queda detenido podría ir directo a su hogar. En ese caso,
los abogados van a tener que negociar con Urso la cuestión del
lugar geográfico. Aunque le pueda poner custodia de la Policía
Federal, para estar tranquilo el juez preferiría que esté
en el área de la Justicia porteña. Si los defensores logran
convencer al magistrado, en principio Menem y Bolocco se quedarían
en el departamento que ella alquiló en avenida Libertador 3865.
Y nadie descarta que, más adelante, quieran trasladarse a una suntuosa
casona de la misma zona.
Pero si el riojano tiene que buscar un lugar en territorio porteño,
no tiene el camino fácil. Zulemita le tiene vedada la entrada a
la casa del barrio de Belgrano que él habitó hasta no hace
mucho. La vivienda, de hecho, está a nombre de una empresa uruguaya
que en los papeles pertenece a la hija del ex presidente. Y la chica está
en llamas no solo porque el papi se casó con la ex Miss Universo
sino porque por culpa de esa y otras propiedades a ella también
la está investigando la Justicia. A menos que Zulemita afloje,
Menem tendrá que buscar entre sus amigos alguien que le consiga
un techo que se parezca a los que está acostumbrado.
Los fiscales Oscar Amirante y Guillermo Marijuán sospechan que
Menem usó el nombre de su hija para disimular su evolución
patrimonial, y eso es lo que le hicieron saber al juez Juan José
Galeano que lo investiga por supuesto enriquecimiento ilícito.
La Rosadita, la famosa casa de Anillaco, también está a
nombre de Zulemita, igual que una serie de empresas a las que el papi
también podría estar ligado. La pesquisa rastrea, entre
otras cosas, como padre e hija pueden tener gastos mensuales millonarios.
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