Por Maximiliano
Montenegro
Las cuentas son así.
El gobierno decide canjear casi 30.000 millones de deuda pública
para postergar vencimientos de capital e intereses después del
2005. Con esa jugada esquiva vencimientos por 12.355 millones hasta esa
fecha. Pero después, la factura viene saladita, porque la tasa
de interés efectiva que aceptó pagar es sideral. El resultado:
restando el ahorro de los primeros años, en el año
2030 se terminarán erogando 52.000 millones de dólares más
que si no se hubiera efectuado el trueque. Esos números de costo-beneficio
de la operación no son los oficiales, sino que fueron elaborados
por uno de los principales organizadores del canje: el banco Santander
Central Hispano.
Las cuentas del Santander Central Hispano, uno de los 7 bancos que participaron
como coordinadores de la operación, difieren de las que publicita
Cavallo por estos días. Figuran en el informe elaborado el día
después de anunciado del canje en un cuadro cuyo títulos
es claro. Endeudarse a más largo plazo cuesta caro: ahorros
y costos de caja netos que resultan del canje, afirma.
Según el banco español, se patean vencimientos en los próximos
cinco años menores a los que prevé el ministro. Por ejemplo,
Cavallo dice que se postergarán vencimientos por 7800 millones
en los próximos 18 meses, y el Santander sólo por 4600 millones.
Hasta el 2005, la cuenta del gobierno es que se evitarán vencimientos
por 16.000 millones, contra los poco más de 12.355 que calcula
el equipo de analistas de inversiones del banco.
Sin embargo, la clave está en la hipoteca que empezará a
caer hacia la mitad de la próxima administración:
Desde entonces y hasta el 2030
habrá que pagar, sólo en concepto de intereses, 41.345 millones
de dólares más. Neto del ahorro de los primeros
años, eso significa que se terminarán afrontando intereses
adicionales por casi 36.000 millones de dólares.
Restando los vencimientos de
capital que se eluden en los primeros años, hacia el 2030 se habrá
retribuido a los acreedores otros 16.230 millones más entre capital
e intereses capitalizados.
En resumen, se habrán
remitido casi 52.000 millones adicionales para levantar la nueva hipoteca.
Meterse en una hipoteca con semejante costo sólo se explica, como
reconoce el propio ministro Domingo Cavallo, porque nos da un respiro
a la angustia que se había generado respecto de la capacidad de
pago del gobierno argentino en el corto plazo.
Pero, igualmente, a la ahora de evaluar las consecuencias del canje, abre
una serie de dudas importantes:
Como es admitido por la mayoría
de los analistas y funcionarios, al igual que el blindaje de Machinea,
el canje sirve para ganar tiempo.
En ese tiempo, toda la apuesta
es a que la economía se reactive. En el equipo económico
se entusiasmaron en los últimos tres días con la baja del
riesgo país a los 900 puntos, después del pico de 1020 que
había alcanzado el viernes pasado. Sin embargo, en los días
posteriores al blindaje el riesgo llegó a caer hasta los 680 puntos
y, aún así, la economía no daba signos de salida
de la recesión.
Cavallo lo sabe y por eso insiste
con aplicar políticas activas para reactivar el consumo y reducir
costos empresarios. Pero, según admiten en Economía, el
margen fiscal es tan escaso que los consumidores deberán esperar
hasta poder disfrutar de alguna rebaja impositiva que reactive sus bolsillos.
A diferencia del blindaje,
al que aportaron fondos frescos los organismos internacionales, el tiempo
que compra el megacanje cuesta mucho más caro. Y, por lo tanto,
el crecimiento que se requerirá en el futuro para que el peso de
la deuda no sea nuevamente insostenible, a los ojos de los acreedores,
será mucho mayor. * Si las cosas salen bien, como reconoció
el vicepresidente del Credit Suisse First Boston, David Mulford, el amigo
del ministro que lo convenció de la necesidad de la operación,
quedarían abiertas las puertas para encarar en los próximos
años un nuevo canje para abaratar una hipoteca tan onerosa.
Si la reactivación y
el crecimiento se demoran, la hipoteca se hará insoportable. Y,
como en los últimos meses, volverá la angustia
de estar, otra vez, al borde de la cesación de pagos.
Y al tercer día,
descansó
Luego de dos jornadas con fuerte caída en el riesgo país,
por efecto del megacanje, ayer volvió la cautela al mercado.
Ese indicador cayó apenas 4 puntos y se ubicó en los
909, después de que durante la mañana
había bajado hasta 880 puntos. Anoche, en tanto, la agencia
Standard & Poor´s ratificó sus calificaciones del
crédito argentino pero, la vez, eliminó el alerta
de crédito que había dispuesto en marzo pasado.
Esto significa que, para la calificadora, esa evaluación
refleja una disminución en el riesgo a corto plazo
de que la Argentina no pudiese cubrir sus necesidades de financiamiento.
Por su parte, algunos analistas de la city, como Luis Corsiglia,
creen que la mejora del riesgo país se detuvo por la inquietud
que despierta entre los financistas la causa de las armas. Para
algunos inversores, el tema judicial podría desembocar en
una crisis política que dificultaría la gobernabilidad.
Otros analistas, como Rafael Ber, de la consultora Argentine Research,
en cambio, sostienen que la causa de las armas no influirá
en el mercado a menos que se complique la situación
judicial de Domingo Cavallo. El índice de acciones
líderes Merval cayó 0,8 por ciento.
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Mejor tarde que nunca
Tardaron casi un año en enterarse, pero cuando lo hicieron
la sorpresa fue mayúscula. Los diputados de la Comisión
de Finanzas descubrieron anteayer que el Poder Ejecutivo había
vetado a mediados del 2000 un artículo clave de la nueva
Carta Orgánica del Banco Nación, que había
sido incluido en esa Cámara y convalidado por el Senado.
Se trata del artículo 5, que prohibía aportes del
Banco Nación al Tesoro nacional, desembolsos que se venían
haciendo desde hace años para cubrir el déficit fiscal
y que los legisladores quisieron impedir que se siguieran repitiendo,
a fin de no dañar la solvencia de la entidad crediticia.
Anteayer concurrió a la Comisión de Finanzas el presidente
del Nación, Enrique Olivera, quien brindó un informe
sobre las cuentas del banco. Cuando Olivera mencionó que
recientemente giró 14 millones de pesos al Tesoro, los legisladores
le advirtieron que estaba violando la Carta Orgánica, ante
lo cual Olivera no tuvo respuesta. Entonces se buscó el decreto
que promulgó la ley y allí se descubrió el
veto, que fue impulsado por el entonces ministro José Luis
Machinea.
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Reconocieron
precios más altos que los de mercado
Ya está trabajando una auditoría sobre el polémico megacanje.
Economía habría fijado valores superiores de los bonos para
motivar a los bancos a participar y mostrar una operación record.
Los
financistas están agradecidos por �la generosidad de Daniel
Marx� para fijar las cotizaciones.
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Por Claudio
Scaletta
Los banqueros que participaron
del megacanje no dejan de festejar. Una sola decisión de la
Secretaría de Finanzas les reportó más de 35
millones de pesos por sobretasas en el trueque de los Bonos Par y
de Descuento. Así, no solamente obtuvieron comisiones de intermediación
por más de 140 millones de dólares en la mayor
parte de los casos por cambiarse títulos a sí mismos
sino que por los nuevos papeles consiguieron tasas exorbitantes. Mientras
el ministro de Economía, Domingo Cavallo, atribuyó los
precios pactados a la realidad del mercado, algunos banqueros
que participaron de la megarredituable operación consideraron
que los intereses de hasta el 16 por ciento anual para los nuevos
bonos se originaron en otra razón: la generosidad de
Daniel Marx. Tal fue la definición que Página/12
pudo escuchar de brokers de las entidades que organizaron la transacción.
Obtuvimos una ganancia financiera muy buena porque nos convalidaron
precios muy altos, comentó a este diario uno de esos
financistas. ¿Qué significa que les convalidaron tasas
altas?, preguntó Página/12. Con el típico voseo
familiar que utilizan los economistas de la city el operador respondió:
Cuando vos le presentas las ofertas al gobierno, les haces una
lista con la cantidad que estás dispuesto a colocar según
el precio del bono, a mayor precio ofrecés mayor cantidad de
papeles. Bueno, a nosotros nos tomaron todos los bonos a un precio
alto, incluso las cantidades que ofrecíamos a menor precio.
Lo que el operador sintetizaba era lo siguiente:
Las ofertas que los bancos
realizaron al Gobierno constaron de una lista con los valores reales
que estaban dispuestos a pagar por cada lámina de 100 de valor
nominal. Por ejemplo, 65 dólares por cada 100.
Al lado de dicho valor
se consignaron la cantidad de bonos que, a ese precio, estaban dispuestos
a canjear. Por ejemplo, 50 millones.
A medida que ese precio,
los 65 por cada 100, sube, aumenta también la cantidad ofertada.
Por ejemplo, si el precio es 66, se ofrecerán 100 millones,
si es 68,5 se ofrecerán 500 millones.
Con la suma de estas ofertas el Gobierno es decir el responsable
de la Secretaría de Finanzas sobre la base de una evaluación
técnica, decide un precio de corte y la cantidad
de la oferta que tomará. Si se supone que tal precio de corte
es 68,5 se deciden tomar 800 millones. Lo habitual es que, hasta cubrir
esa cantidad, primero se agoten las ofertas de menor precio, es decir
50 millones a 65, más 100 a 66, etc. Así hasta cubrir
el total.
En el megacanje no se procedió de este modo, directamente se
tomaron todos los bonos al precio de corte. Una decisión que,
a juicio de los analistas, no tiene justificativo técnico.
La magnitud de los montos operados determinó que este costo
extra arroje resultados millonarios: los especialistas consultados
por Página/12 estimaron sobreprecios de 27 millones por el
canje de los Brady Par y 10 millones más por los Brady Discount.
Y estos, aunque los más escandalosos, son sólo dos de
los 45 títulos rescatados.
Las desprolijidades de la operación, que ya dispararon
la acción de distintas auditorías que preocupan a los
colaboradores de Marx, quedan graficadas por algunas anécdotas
comentadas por los brokers. A algunos llamó la atención
que una operadora del Credit Suisse First Boston, el banco del amigo
americano de Domingo Cavallo, siguiera de cerca durante la negociación
al secretario Daniel Marx insistiéndole para que suba el precio
de corte de determinados bonos.
Otro dato que llamó la atención durante las conversaciones
fue el rol jugado por los técnicos de la Secretaría
de Finanzas. A diferencia de otras negociaciones, Marx prefirió
hacerlos participar de las encuentroscon los bancos en los que se
acordaron los precios mínimos y los de los bonos nuevos. Siempre
de acuerdo a las fuentes consultadas, frente a cada requisitoria del
jefe, los empleados de Marx evitaron las definiciones. Sin embargo,
a pesar de este silencio, todo parece haber estado armado para que
los bancos no pierdan plata.
Así, los precios de corte determinaron que la mayor parte de
quienes se adhirieron al canje se hayan anotado en el tramo
no competitivo, es decir como tomadores de los precios dados
por el gobierno, y también que de los 32 mil millones ofertados
se hayan tomado casi 29.500 millones, es decir, prácticamente
la totalidad. El argumento, en este punto fue que así se recuperaba
una mayor cantidad de los bonos del tesoro estadounidense utilizados
como garantía de emisión (con vencimiento en el 2023
y que se cotizan a 28 dólares por cada 100).
Cuando el pasado domingo el ministro Cavallo anunció los resultados
del megacanje pergeñado con el inestimable aporte de
David Mulford e instrumentado por el viceministro Daniel Marx
recurrió a la contundencia que lo caracteriza: Los volúmenes
de ofertas que hemos recibido son absolutamente impresionantes, y
esto es producto de que la Argentina consiguió inspirar confianza,
afirmó. Es una operación récord mundial
de todos los tiempos, completó. A juzgar por los resultados,
Cavallo no se equivocó. El negocio ya estaba hecho.
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