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Un rechazo conjunto al aumento
de las facultades de la policía

Los organismos defensores de los derechos humanos se reunieron ayer en el Congreso para oponerse a que la policía incremente su poder. El Senado postergó para el
miércoles su aprobación.

Representantes de los diversos organismos de DD.HH. en el
Salón de los Pasos Perdidos.

Por Carlos Rodríguez

En el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso, mientras el Senado difería para el miércoles próximo la casi segura aprobación del proyecto, los organismos de derechos humanos se reunieron para expresar su “absoluto rechazo” a la ampliación de las facultades policiales para hacer requisas e interrogatorios sin intervención previa del juez. La iniciativa fue considerada “una solución falsa al problema de la inseguridad” y el pronóstico común fue que las reformas “aumentarán la discriminación y la conflictividad social” porque los que apoyan el cambio “olvidan que la propia policía es un factor central del problema de la inseguridad” que se busca combatir. Recordaron que la policía fue responsable, desde 1984, de “830 muertes de personas indefensas” y que sobre 1700 detenciones por mes en la Capital Federal “sólo en el 1 por mil existe alguna razón” válida.
Marcelo Avila, titular de Amnesty Argentina, opinó que más facultades a la policía significa “ratificar la política represiva del Estado” en un país donde “las leyes de Punto Final y Obediencia Debida beneficiaron a los responsables de 30.000 desapariciones”, lo que determinó una convivencia obligada “entre víctimas y victimarios” y una prolongación en el tiempo “del Terrorismo de Estado”. Según Avila, existe una relación entre el lastre de la dictadura y los casos de “torturas, gatillo fácil y hasta desapariciones” ocurridos desde 1984 en adelante.
Según Avila, existe “falta de voluntad política de parte del Estado argentino” para revertir esas secuelas de la dictadura. Gustavo Palmieri, del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), criticó a quienes propician reformas que “no están respetando la ley” y advirtió que concederlas significaría “dar carta blanca a las ilegalidades”. Gerardo Etcheverry, de la Coordinadora contra la Represión Policial (Correpi), resaltó que “la política de mano dura es un fracaso”. Explicó que el gobernador bonaerense, Carlos Ruckauf, “desde hace un año pregona que hay que meter bala, pero eso no disminuyó ni la violencia ni los robos”.
Carlos Zamorano, de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, abonó esa idea señalando que tampoco se reduce el delito aumentando el monto de las penas: “Desde la dictadura de (Juan Carlos) Onganía se ha aumentado 60 veces el monto de la pena mínima por el robo con armas, que pasó de un mínimo de un mes de prisión a cinco años, pero no por eso han disminuido los robos”. Todos los oradores coincidieron en que el delito “no se combate endureciendo el Código Penal sino con políticas económicosociales que terminen con la exclusión social”.
Zamorano también aportó datos que “demuestran la continuidad de los planes y del pensamiento dictatorial” dentro de las fuerzas de seguridad. “La Escuela de Suboficiales de la Federal se llama Alberto Villar; la Escuela Superior de Cuadros Cesáreo Cardozo, y la Escuela de Oficiales se denomina Ramón L. Falcón”, en homenaje a notorios represores de la historia. En un documento conjunto, firmado por el Cels, Amnesty y la Correpi, se puso de manifiesto que “el aumento de las facultades policiales es una solución falsa al problema de la inseguridad” porque “la ineficacia de las políticas preventivas de la policía no se debe a la falta de facultades”.
Para los organismos, las muertes “incluidos los agentes policiales, se evitan con la reducción de los niveles de violencia institucional y no con su incremento”. El abogado Juan Carlos Capurro, del Comité de Acción Jurídica, recalcó que están bajo proceso penal “más de 2800 dirigentes sindicales y sociales”, algunos de ellos “acusados de delitos gravísimos, como el de sedición, sólo por pedir trabajo y comida”. Opinó que con las nuevas facultades “ese panorama se agrava”.
Aunque no firman el documento, apoyaron el planteo la Asociación Madres de Plaza de Mayo y Madres-Línea fundadora, Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, el Movimiento Ecuménico, los diputados Alfredo Bravo yAbel Lattendorf, y María José Lubertino. El Senado, que se supone aprobará la reforma, ayer postergó la sesión porque el justicialismo, que apoya endurecer las leyes, estaba muy convulsionado por la posible decisión de la Justicia de aplicar el Código Penal al ex presidente Carlos Menem.

 


 

LOS LADRONES HUYERON EN COLECTIVO
Balacera en Caballito

Un colectivo de la línea 132 repleto de pasajeros fue el último eslabón de un asalto al ya rutinario desvalijamiento de las sucursales del Banco Itaú. Tres delincuentes, uno de ellos menor, robaron 20 mil pesos de las cajas de la sucursal ubicada en Rivadavia y Campichuelo, ayer a las 11.30. Un policía los descubrió cuando escapaban y empezaron los tiros. Uno de los asaltantes resultó herido, mientras los otros dos trepaban al interno 67 confundiéndose entre los pasajeros. El chofer siguió su ruta seguido por varios patrulleros, hasta que en Boyacá y Rivadavia el dúo decidió bajar. Fueron inmediatamente detenidos. Para sorpresa de todos, un rato después, un taxista era trasladado al Hospital Durand, herido de bala durante el primer enfrentamiento.
Fue el quinto asalto en 48 horas a bancos porteños y del conurbano. Le tocó el turno al Itaú, ampliamente conocido en las estadísticas. Sucursal de Rivadavia 4715, y Campichuelo, frente a la plaza Lezica. Tres jóvenes –uno de ellos más tarde se supo que era menor– robaron en un minuto las cajas, alrededor de 20 mil pesos según informó la policía, y sin disparar un solo tiro.
Pero cuando escapaban del lugar, uno de los empleados alcanzó a hacer sonar la alarma del banco. El sonido llamó la atención de un policía, que intervino y se desató el obvio tiroteo. En el intercambio de disparos, uno de los asaltantes resultó herido. Los otros dos tuvieron más reflejos: “Dos de ochenta”, dijo uno y pusieron las monedas en la máquina boletera del interno 67, línea 132, que cubría el trayecto Retiro-Cementerio de Flores, para después intentar perderse entre los pasajeros. Pero el interno 67 era seguido por varios patrulleros.
A la altura de Boyacá y Rivadavia, la situación ya no pudo ocultarse más: los dos delincuentes decidieron abandonar el colectivo a los tiros, mientras patrulleros de las comisarías 12 y 38 los rodeaban y respondían el fuego. Finalmente, el caso terminó en la detención de los dos personajes. “El tercero fue detenido en Caballito”, dijo una fuente policial.
El delincuente herido fue internado en el Hospital Pirovano. Por la tarde, se agregó otro herido a la lista: un taxista que buscaba pasajeros cuando ocurrió el asalto, lo único que encontró fue una bala que a toda velocidad se incrustó en su cuerpo.

 

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