Por Marcelo Justo
Desde
Londres
El Reino Unido da hoy su veredicto
sobre el Nuevo Laborismo de Tony Blair. Claro favorito de
las encuestas, el primer ministro busca revalidar su mandato y conseguir
algo inédito: un segundo período completo consecutivo de
gobierno laborista. Los conservadores llegan con un talante muy diferente
al del todopoderoso partido de la era thatcherista y, bajo el liderazgo
del opaco William Hague, se conforman con reducir la amplia mayoría
parlamentaria del gobierno. El tercer partido, los liberal demócratas,
apuestan a aumentar sus escaños y perfilarse como la oposición
de centroizquierda.
Los tres partidos se lanzaron ayer a una maratónica carrera por
cubrir las zonas electorales donde la diferencia entre los partidos es
mínima. El Laborismo apuntó sus dardos al voto de los conservadores
moderados, apodados One Nation Conservatives, que dominaban
el partido antes del arribo del thatcherismo a mediados de los 70.
Si están horrorizados con la campaña que llevó
adelante el Partido Conservador, si quieren estabilidad económica,
y que se le dé prioridad a los hospitales y las escuelas, vótennos,
los exhortó Blair. Aunque desde hace seis meses las encuestas le
dan entre 17 y 20 puntos de ventaja, el primer ministro se abocó
a la campaña como si llegara a la recta final con sólo una
cabeza de ventaja.
Lejos de mostrarse vencido, el líder conservador William Hague
aseguró que ganaría hoy. No presto atención
a las encuestas. Somos los únicos que podemos ofrecer un gobierno
honesto y competente, dijo Hague. El conservador insistió
a lo largo de un día agitado con los ejes de su campaña:
salvar la libra, evitar una mayor integración europea y reducir
los impuestos. Por su parte los liberal demócratas apostaron al
tema que más preocupa al electorado: los servicios públicos.
Si quieren más inversión en escuelas y hospitales,
el único voto posible es por los liberal demócratas,
aseguró el líder partidario Charles Kennedy.
A pesar de que los partidos proclaman diferencias insalvables, una buena
parte del electorado opina que ninguno cambiará las cosas. La encuestadora
Mori predice que sólo un 65 por ciento de la gente concurrirá
a las urnas, lo que sería el más alto nivel de ausentismo
electoral de la historia.
El sistema electoral británico de pluralidad simple es uno de los
factores que alimenta esta apatía. Los británicos votan
por un representante parlamentario de la zona en que viven siguiendo el
método de la mayoría simple: el partido que saca más
votos en ese distrito conquista el escaño y el resto se queda sin
nada. El sistema tiene una serie de anormalidades. Como no es proporcional
al número total de votos sino al de bancas, un partido puede ganar
más escaños y formar el gobierno, a pesar de obtener menos
votos en el conteo total, como sucedió en las elecciones de 1950.
En las de 1997 el laborismo de Tony Blair sacó un 43,2 por ciento
del total de los votos y obtuvo 418 diputados, o sea un 63 por ciento
de los escaños en juego. Margaret Thatcher fue durante 18 años
una de las grandes beneficiarias del sistema: gobernó con mayoría
absoluta, a pesar de que nunca superó un 43 por ciento de los votos.
La pluralidad simple favorece también el voto táctico y
condena a los partidos minoritarios al ostracismo. Socialistas de toda
la vida, como John Bragg, un maestro del sur de Inglaterra, prefieren
votar en su distrito a los liberal demócratas que a los laboristas
o a la izquierda socialista, porque son los únicos que pueden vencer
a los conservadores. Los liberal demócratas apelaron a lo largo
de la campaña a este tipo de votante en los 20 distritos electorales
que le pueden disputar a losconservadores. La utilización masiva
del voto táctico podría constituir un resultado
catastrófico para los tories, cuya ambición máxima
es reducir la actual ventaja parlamentaria laborista de 179 a 100 escaños.
Con encuestas que predicen una mayoría parlamentaria laborista
igual o mayor a la de las elecciones de 1997, Hague parece depender de
los azares de la pluralidad simple, el abstencionismo electoral u otros
factores más aleatorios aún. Anoche, el fútbol no
le dio una mano. Inglaterra venció dos a cero a Grecia en Atenas
por la clasificación para el mundial del año próximo.
Según los especialistas, un resultado adverso hubiera favorecido
el desencanto con el actual gobierno. Así las cosas, el tema diario
de conversación en estas islas, el clima, parece ser su última
chance. Los politólogos calculan que la lluvia o el mal tiempo
suele aumentar el abstencionismo y el voto protesta. En esto quizás
tenga más fortuna. A pesar de que es casi verano, el pronóstico
para hoy es inestable, con tormentas en el norte y densos nubarrones en
el sur.
HABLA
JEREMY CORBIN, DIPUTADO LABORISTA
Lo privado no es lo mejor
Por M. J.
Fue uno de los artífices
de la campaña en Gran Bretaña para extraditar a Augusto
Pinochet y todavía considera los 504 días que el ex dictador
estuvo detenido en Inglaterra como uno de los grandes logros del gobierno.
Jeremy Corbyn es diputado por el barrio de Islington, en el norte de Londres,
donde ganó las elecciones con una mayoría de casi 20.000
votos. En diálogo con Página/12 analizó el desempeño
del gobierno de Tony Blair y el futuro del laborismo.
En 1997 Blair prometió resolver las desigualdades que había
heredado del thatcherismo. ¿No se defraudó esta expectativa?
Conseguimos muchas cosas. El laborismo introdujo algo que no existía
en Gran Bretaña y que es el primer paso para conseguir la justicia
social que anhelamos: el salario mínimo. Hubiéramos preferido
que estuviera por encima de la cifra que dio el gobierno, pero es un logro
indudable. A nivel de derechos sindicales se mejoró la situación
previa. No cabe duda que queda mucho por hacer. En Londres, por ejemplo,
hay una seria crisis de los programas de viviendas para los pobres. El
gobierno debería haber invertido mucho más. Lucharemos para
que lo haga.
¿Qué espera lograr con un nuevo gobierno laborista?
Espero que siga descendiendo la tasa de desempleo, como lo ha hecho
en estos últimos cuatro años. Que haya más inversión
en Salud y Educación y un aumento del salario mínimo.
Durante la campaña, el Laborismo propuso una mayor participación
del sector privado en servicios públicos como el Sistema Nacional
de Salud y la educación.
Yo siempre he sido un ferviente defensor de un Sistema Nacional
de Salud en manos del Estado. Lo mismo respecto a otros servicios. Por
eso luché a favor de que Londres siga teniendo un subterráneo
financiado por el gobierno. El principio rector debe ser que no se contrate
al sector privado los servicios que se están suministrando de manera
pública. No hay ninguna prueba de que el suministro privado de
servicios esenciales sea superior al del estado.
Sin embargo ese parece ser el plan del gobierno.
No es tan específico. De lo que hablan es de continuar contratando
servicios al sector privado. No estoy de acuerdo con esto, y voy a hacer
todo lo necesario para que no ocurra.
¿Piensa que el laborismo sigue representando a la izquierda
o cree que hay una falta de alternativa socialista real?
Yo he sido toda mi vida miembro del Partido Laborista. El laborismo
tiene un enorme apoyo sindical. Aspiro a que seamos un vibrante partido
democrático que tenga el apoyo de la izquierda de este país.
Claramente ha habido diferencias en estos cuatro años. Pero la
prioridad hoy es luchar con todas las fuerzas por impedir un regreso del
thatcherismo.
EL
TORY OTTOWAY EXPLICA POR QUE VOTAR CONSERVADOR
Es el tipo de gente que somos
Por M. J.
Richard Ottoway es diputado
conservador por Croydon South, una zona electoral tradicionalmente tory.
Con una mayoría de más de 11.000 votos en las últimas
elecciones, no teme perder su banca, pero se niega a hacer predicciones
sobre el resultado de los comicios. En diálogo con Página/12,
Ottoway intentó mantener el optimismo respecto de las elecciones
y de la agenda conservadora.
¿Qué espera para estas elecciones?
Una victoria conservadora.
¿A pesar de las encuestas?
(Larga pausa.) No voy a decir que perdemos en vísperas de
las elecciones. Queremos ganar y somos optimistas respecto al resultado.
¿Por qué votar a los conservadores?
No sólo por nuestro programa. Es el tipo de gente que somos.
Creemos en el trabajo, en impuestos bajos, en la libertad individual para
elegir cómo gastar el dinero que se gana. El gobierno laborista
cree que el Estado es la respuesta a todo, que basta con gastar para solucionar
los problemas.
Sin embargo, los conservadores no proponen recortar el gasto público
gubernamental y sólo prometen reducir unos 8000 millones de libras
de impuestos, es decir, menos del 1 por ciento del PBI.
Es cierto que en los próximos tres años no recortaremos
el gasto público en salud, educación, transporte, policía,
pero haremos recortes en la seguridad social y la administración
pública. Aunque no nos hemos comprometido a nada firme, nuestra
aspiración es que el gasto público se sitúe en un
nivel sostenible. El laborismo está gastando más de lo que
crece la economía, de modo que tarde o temprano tendrá que
subir los impuestos o bajar el gasto público.
Muchos creen que la ventaja que tienen los laboristas en las encuestas
se debe a que han ocupado el centro de la escena política, robándoles
a los conservadores muchas políticas.
Ellos usan un lenguaje que se parece al de los conservadores. Hablan
de menos Estado, de menos regulación, de mayor elección
individual, pero hacen exactamente lo contrario.
¿Qué pasa con William Hague si los conservadores pierden
por un amplio margen como predicen las encuestas?
No acepto la premisa de su pregunta. Para contestarle tendríamos
que hablar el viernes.
�Tony
Blair puede ganar el referéndum del euro�
Anthony Giddens, sociólogo de
la London School of Economics,
es el gurú intelectual de la Tercera Vía impulsada por Tony Blair,
a la que se
dio por muerta, pero parece prepararse a resurgir con fuerza en
las elecciones de hoy. Aquí, sus definiciones del momento.
Tony
Blair habla ayer
en un pub de Yorkshire.
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Por Berna G. Harbour
Que Anthony Giddens adore hablar
sobre la Tercera Vía, que al fin y al cabo es su gran criatura,
no tiene nada de extraño. Lo sorprendente es la pasión y
la ironía rampante con que habla de la crisis de los conservadores
británicos. En conversación con este diario por teléfono
desde Londres, Giddens se despacha a gusto al hablar de los desastres
que le esperan al partido tory y a su candidato, William Hague.
Los conservadores tienen el líder equivocado y las políticas
equivocadas. Con semejante situación, no hay campaña que
pueda ser eficaz, asegura el director de London School of Economics,
sociólogo de 63 años y creador de la Tercera Vía
con la que Tony Blair obtuvo su victoria en 1997 y transformó el
Partido Laborista británico.
Pero realmente, ¿qué puede hacer el Partido Conservador
ahora que Giddens le ha robado el centro? Él admite que una de
las razones del fracaso de los tories en esta campaña
es la Tercera Vía. Si los conservadores se han quedado en
la marginalidad es por el éxito del Nuevo Laborismo, que ha conseguido
votos en áreas que antes votaban a los tories. Los
laboristas han empujado a los tories a los márgenes
con su éxito, asegura. Y su única salida debe ser
volver al centro. Pero no es ésta la única razón
de su fracaso. Sus divisiones en el tema europeo, cuenta el profesor,
son también campo minado para su futuro. Uno de los dirigentes
tories, Kenneth Clarke, por ejemplo, es marcadamente proeuropeo
y en pocos días va a lanzar un gran alegato proeuropeo. Pero los
nuevos jóvenes no son proeuropeos. Tienen un gran problema de división.
Los laboristas, reconoce Giddens, también tienen sus divisiones
sobre Europa, pero el mayor problema que van a afrontar es el siguiente:
Hay un gran dilema para el partido: para ganar el referéndum
sobre el euro hay que empeñarse en una gran campaña de propaganda,
pero cuanto más fuerte sea ésta, mayores problemas tendrá
el gobierno si lo pierde. Lo mejor que puede ocurrir es que el euro se
fortalezca. Eso nos ayudaría mucho. Giddens, partidario de
la incorporación al euro, cuenta que aunque un 70 por ciento es
contrario al euro, sólo un 25 por ciento está fanáticamente
en contra. Para el 50 por ciento de los contrarios el euro no es una prioridad.
Por ello, es posible ganar el referéndum. Y cree que
si mañana la victoria laborista es grande, se celebrará
en los próximos dos años.
El profesor calcula que para obtener esa gran victoria que pronostican
los sondeos es necesaria una participación de al menos el 70 por
ciento. Y en tal caso, no ve ningún peligro en una inmensa mayoría.
Mientras el Partido Laborista siga siendo sensible a los problemas
y continúe cumpliendo sus programas, será mejor que esté
en una posición fuerte. Una gran victoria para los laboristas también
es importante para el centro izquierda de Europa. Ese centro izquierda
se ha transformado y aplica las ideas de la Tercera Vía, llámese
como se llame. Para mí la Tercera Vía sólo
es una definición de la política socialdemócrata
en Europa. En Europa, con la excepción de España, la socialdemocracia
estuvo fuera del poder durante mucho tiempo. Y ahora todos los partidos
han cambiado. En un sentido genérico, la Tercera Vía está
en todas partes. Nunca pensé que era sólo una idea para
Blair, era una reestructuración de la socialdemocracia, había
que hacer estos cambios y todos los partidos los han hecho. No es que
sean todos iguales, pero el centroizquierda es bastante similar. Entre
Jospin y Blair, por ejemplo, hay más diferencias retóricas
que reales. Y que se use o no el término, a mí no me importa.
Esa Tercera Vía, defiende, es la que ha llevado al Partido Laborista
a la posición que hoy tiene. Es la primera vez que un gobierno
laborista no está en crisis económica al final de su primer
mandato. Y una vez logradala estabilidad económica, es
la hora de la educación, la sanidad y el transporte. Giddens
cree que será posible esa enorme inversión pública
prometida por Blair sin subir los impuestos, ya que la estrategia
fiscal es correcta: conseguir mayor recaudación a partir de nuevos
trabajadores, gracias a la disminución del desempleo, y no de un
incremento de impuestos. Al gobierno de Blair, sin embargo, le falta
mucho, sobre todo en comunicación. Tiene que articular qué
tipo de país quieren. Tienen un problema de comunicación.
La gente cree que el Nuevo Laborismo está vacío de contenidos.
Yo sí creo que tiene contenidos, pero tienen que comunicarlos.
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