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Cuando se apaga la luz, se enciende la crisis

La oscuridad y el racionamiento de energía ya son una realidad cotidiana para la mayoría de los brasileños, a partir de una crisis energética que debilita aún más a Fernando Henrique Cardoso.

Un aspecto del gran
apagón en las ciudades.

Por Darío Pignotti
Desde San Pablo

Es el apagón “mais grande do mundo”. Desde el lunes la mayor parte de los 170 millones de brasileños viven a media luz. Y si el cuadro no mejora pueden terminar a oscuras por completo, es decir, habría cortes generales si no se logra reducir consumo de energía en un 20 por ciento en el mediano plazo.
Ayer el secretario nacional de Energía, Alfonso Henríques, agregó otro dato oscuro: el plan no tiene aún una fecha para su finalización y es probable que el Norte y el Sur, regiones no alcanzadas por la medida, deban sumarse a la restricción de energía. Inicialmente se preveía que el racionamiento acabaría en noviembre, pero el funcionario desmintió ese pronóstico y dijo que será mantenido “por un tiempo suficiente para reducir los riesgos de un nuevo racionamiento”.
La oscuridad ya es un dato que impregna el paisaje nacional. Entre cadencias de bossa nova la confitería Gatopardo de Rio de Janeiro, junto a la laguna Rodrigo de Freitas, sustituyó la iluminación eléctrica por 150 velas dispuestas en cada mesa. La cosa no funcionó tan bien en otros parajes menos sofisticados. En algunas calles de San Pablo, donde manda el funk, cundió el terror este fin de semana cuando Eletropaulo suspendió la iluminación pública. De inmediato la intendencia paulista reclamó a la empresa por los riesgos a la seguridad: en San Pablo se registran más de 5.500 asesinatos al año, muchos de ellos en la vía pública.
La vida cotidiana se vive bajo el signo de la austeridad eléctrica. Televisión, radio, diarios y sitios de Internet enseñan que no hay nada peor que planchar dos veces al día, “hágalo una vez porque el gasto de la plancha está en el calentamiento de la resistencia. Además es más cómodo”. Cualquier brasileño algo informado ya sabe que los electrodomésticos más temidos, por su alto consumo, son el aparato de aire acondicionado, la ducha eléctrica y la heladera. Las lámparas de neón y dicroicas se han vuelto impresentables. Ahora lo eléctricamente correcto son los tubos fluorescentes. El Hard Rock Cafe carioca eliminó más del 50 por ciento de sus lámparas de neón.
El consumo doméstico de electricidad ha caído de manera sorprendente, superando las expectativas oficiales. En San Pablo los consumidores domiciliarios ahorraron 19,8 por ciento el lunes. Sin embargo, esa respuesta colectiva favorable no incide en el alto rechazo popular hacia el presidente Fernando Henrique Cardoso, a quien se identifica como responsable del problema.
El lunes Cardoso dirigió un mensaje en cadena nacional luego de percibir el creciente malestar público: el rechazo al presidente trepó del 27 al 37 por ciento el último mes. Cardoso procuró recomponer su imagen atenuando el paquete de medidas anunciadas días atrás. Anunció que no se cortará el suministro a quien se exceda del consumo indicado y que se respetará el Código del Consumidor que considera a la electricidad como un servicio esencial. Luego de oír los demandas del organismo de defensa del consumidor, Procon, que amenazó iniciar una batalla judicial, Cardoso felicitó a los ciudadanos que saben defender sus derechos. “La sociedad está iluminando Brasil” dijo el presidente además de admitir, casi a media voz, que es el responsable de la crisis.
El apagón puede acabar con lo que queda de energía política a Cardoso, quien además tiene su base política en cortocircuito. El año y medio que le restan tal vez estén marcados por las sombras. Ayer el presidente de la agencia Operadora Nacional del Sistema Eléctrico dijo en el Senado:”Advierto a esta cámara: en el 2002 es muy probable que volvamos a tener racionamiento, y en el 2003 también”.
Una nota del Jornal do Brasil explica la responsabilidad que le corresponde a Cardoso. A pesar de que en el período 1995-2000 el aumento de generación eléctrica fue del 3,8 por ciento contra un incremento del consumo anual del 4,5 por ciento el gobierno decidió congelar las inversiones que hubieran impedido la escasez de energía. El gobierno fue negligente por partida doble. Además de ignorar los riesgos de una crisis inminente desaprovechó los extraordinarios recursos hídricos del país. Brasil posee el 12 por ciento de la hidroelectricidad mundial, pero esto representa apenas la mitad de su potencial. “Si la hidroelectricidad fuera petróleo seríamos Arabia” dice la revista Carta Capital de esta semana.

 

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