Por José
Natanson
La lucha contra la corrupción
menemista fue uno de los ejes fundacionales del Frepaso, algo que los
distinguió de sus socios radicales (que adoptaron más tardíamente
aquella bandera) y que revistió de prestigio a sus principales
dirigentes. Sin embargo, el veloz desenlace de la causa tomó por
sorpresa al Gobierno, que incidió más por lo que no hizo
(operar sobre la Justicia) que a través de una política
activa. Ayer, al final, no hubo convocatoria al Obelisco, ni brindis,
ni nada. Los dirigentes del Frepaso formularon declaraciones de una tibieza
similar a las de Fernando de la Rúa, apenas subrayaron la independencia
de los poderes. ¿Por qué, después de tanto tiempo,
no salieron a festejar como si fuera un triunfo la detención de
Carlos Menem?
Yo estoy conforme con el avance la Justicia, con el nuevo clima
institucional que se vive en el país, dijo a Página/12
Darío Alessandro, jefe del bloque de diputados de la Alianza y
hombre de confianza de Carlos Chacho Alvarez. Pero no
creo que sea algo para festejar. No es un mundial en el que todos salimos
a tocar bocina, agregó (ver aparte).
La ex ministra Graciela Fernández Meijide opinó de manera
similar. Yo nunca festejaría que a alguien lo metan preso.
No creo que el avance de la Justicia sea algo para festejar. En realidad,
es algo que debería pasar normalmente (ver aparte).
Aunque públicamente no se apartaron de la cautela, en privado los
principales dirigentes del Frepaso aplaudieron la decisión de Jorge
Urso de encarcelar al riojano. Es todo ganancia. En primer lugar,
desmiente el famoso pacto de impunidad entre Menem y De la Rúa,
algo que hasta nosotros llegamos a creer en algún momento,
evaluaba ayer un encumbrado frepasista. Pero además era un
promesa de campaña. La Alianza tenía dos desafíos:
mejorar la situación económica y social y combatir la corrupción.
En la primera estamos a los tumbos, pero al menos podemos mostrar avances
en lo otro, añadía.
Es justamente este dato el que explicaría la ausencia de festejos
frepasistas durante la jornada de ayer. Si los indicadores económicos
fueran mejores quizás podríamos hacer algo. Pero las cosas
están muy mal. Sería casi de mal gusto salir a la calle
con cacerolas, explicaban ayer cerca de Chacho Alvarez. Por eso,
al final la reacción fue muy parecida a la del Presidente: subrayar
la independencia del Poder Judicial, poner cara de que no se puede hacer
nada, de que así son las cosas.
A pesar de todo, en el Frepaso están alertas. Un par de semanas
atrás, los frepasistas se alarmaron ante las versiones sobre incipientes
contactos entre operadores menemistas y miembros del Gobierno en busca
de un posible indulto para el ex Presidente. Luego de consultar a Chacho
Alvarez, las principales figuras del Frepaso coincidieron en oponerse
a la medida. Preocupados, algunos diputados consultaron a De la Rúa.
No hay nada. Es absurdo, les dijo el Presidente. De todos
modos, el debate se ha instalado en el Gobierno y la alternativa tiene
sus adeptos en algunos ministerios, como el del Interior, que conduce
Ramón Mestre. No creemos que haya muchas chances. Pero nos
vamos a oponer con todo, decían ayer en el Frepaso.
GRACIELA
FERNANDEZ MEIJIDE
Bocanada de aire fresco
¿Qué
opina de la detención de Menem? le preguntó este diario
a Graciela Fernández Meijide.
Me parece que es una bocanada de aire fresco para todos. Una construcción
impresionante, de tantos años de impunidad, que se desmorona de
pronto.
¿Cree que podría generar algún problema institucional?
No. Menem es un dirigente casi marginal dentro del Justicialismo.
Los que podrían producir conflictos, arrastrar tropa legislativa,
son los gobernadores, y ninguno de los importantes parece dispuesto a
arriesgarse.
¿Y el impacto internacional?
También va a ser limitado: a lo sumo una notita de solidaridad
de George Bush padre. El establishment, los mercados, no se alteraron
en los más mínimo. El poder de Menem estaba muy licuado,
por eso el efecto es nulo.
¿Cuánto influyó la actitud del Gobierno en
el desenlace de la causa?
Bueno, todo fue muy rápido y muy inesperado, pero creo que
eso tiene que ver con el nuevo clima institucional que se vive en el país.
De todos modos, no es algo para ponerse alegre: es bueno que avance la
Justicia, pero es una lástima que a nuestro país le pasen
este tipo de cosas, que demuestran que había tanta corrupción,
contrabando, impunidad.
DIPUTADO
DARIO ALESSANDRO
Hay un cambio de clima
¿Cuánto
influyó la actitud del Gobierno en la decisión de la Justicia
de detener a Menem?, le preguntó Página/12 a Darío
Alessandro.
Lo que explica fundamentalmente el avance del caso es la independencia
de la Justicia después de diez años de jueces y tribunales
digitados por el Poder Ejecutivo. Hay un cambio de clima, una diferencia
nítida respecto de la situación anterior. Además,
el hecho es importante porque sirve para quebrar una certeza que, con
razón, estaba muy instalada en la sociedad: que la Justicia era
sólo para los ladrones de gallinas y que los poderosos quedaban
impunes. Se demostró que no es así: Menem era hasta hace
poco uno de los hombres más poderosos de la Argentina y sin embargo
está preso.
¿Hay posibilidad de un boicot institucional por parte del
PJ?
No creo. Sería absurdo, porque la decisión es de la
Justicia. Es un tema judicial, no político.
El menemismo más puro dice que es una persecución
política contra su jefe.
Eso es ridículo. No hay que comparar la situación
con la Revolución Libertadora o la persecución posterior
a 1976: hoy la Justicia actúa en el marco de un Estado de derecho,
con todas las instituciones democráticas funcionando.
OPINION
Por José Pablo Feinmann
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Cuestiones sencillas
Desde hace tiempo la gente sencilla se hace preguntas sencillas.
La primera es: ¿dónde está la plata? La segunda
es: ¿quién se la llevó? La segunda pregunta
es consecuencia de la respuesta que la gente sencilla da a la primera:
la plata no está. Y no está porque nadie la ve. La
plata de un país siempre se ve. Se ve en obras, en construcciones,
puentes, túneles, planes de educación, escuelas, y
se ve en gran y decisiva medida en el bolsillo de la
gente sencilla. Cuando esto ocurre esa plata se ve en: 1) colas
en los cines; 2) restaurantes llenos; 3) comentarios animados sobre
el clima, el deporte, el sentido general del universo. (Pero no
sobre la falta de guita, único tema obsesivo de la gente
sencilla cuando la plata no está.) Y también: cuando
la plata está se ve en la ropa. Se ve en la falta de desocupados.
Se ve en la disminución de la mendicidad. Se ve en la disminución
de la delincuencia. Se ve. Se toca. Se siente. La plata está.
O sea, no se la robaron.
Pero la plata no está. Y tampoco está nada de lo que
debería estar si la plata se hubiera gastado bien. Así
las cosas, se impone la segunda pregunta: ¿quién
se la llevó?. Todos lo dicen: Aquí dicen,
la guita se la llevaron. Hay pruebas. Porque es así:
más allá de las pruebas que aportará la Justicia
acerca de los delincuentes, las más profundas, decisivas
pruebas están a la vista. La gente sencilla hace un sencillo
y contundente razonamiento: vendieron todo el país y la plata
no está. Ergo: vendieron todo el país y la plata se
la llevaron. La indignación es doble: no tenemos país
y no tenemos plata. Hay un viejo chiste de argentinos que inventó
un humorista en los sesenta y que a veces hacía Tato Bores.
La solución de este país decía el chiste
es venderlo y repartirnos toda la plata y nos vamos todos a vivir
al extranjero. Era un gran chiste. Hartos de intentar construir
un país, los argentinos decidíamos venderlo y con
la plata que nos daban nos hacíamos todos millonarios y nos
íbamos a otra parte. Con la guita, claro. El chiste se realizó,
pero fue privatizado. El país fue vendido pero la plata se
la quedaron unos pocos. Sólo unos pocos se volvieron ricos,
reyes, ciudadanos del mundo. Ellos vendieron el país y ellos
hicieron la cobranza.
El robo es evidente. No hay que averiguarlo ni descubrirlo. Se ve
a simple vista. Durante diez años se vendió todo y
ahora la plata no está. ¿Quién la tiene? Todos
.-también saben esto. Porque los ladrones fueron increíblemente,
groseramente ostentosos. Se fotografiaron en una revista que lleva
el nombre de un prontuario: Caras. Todos pusieron la cara en Caras.
¿Quiere ver la Justicia la cara de los ladrones? Esas caras
están en Caras. También están (la del jefe
del gang, sobre todo) en todos los números de Gente donde
salían escrachados los personajes del año.
Siempre el principal personaje del año, el que se ubicaba
en el centro y sonreía y aplaudía a la gilada
(nombre que en privado dan a la gente sencilla los delincuentes)
era el señor que ayer fue preso. Y detrás de él,
su corte de milagros. Los que habían hecho el milagro de
volverse millonarios en un par de años nomás. María
Julia Alsogaray (la Dama de Lata), Gostanián, Trovato, Yoma-Yoma-Yoma
y Yoma, los banqueros, los jueces, los que se apoderaron de los
medios para bendecir al jefe, las costureras (a quienes la gente
sencilla llama narco-costureras, qué cosa, qué
malpensada es la gente sencilla), los traficantes de armas, los
jeques del narcolavado y edificadores de hoteles despampanantes.
Todos ellos. De todos ellos la gente sencilla piensa y dice cosas
incómodas. Un amigo hablando por teléfono
me dice: Hadad se está comprando las mejores radios,
las emisoras de mayor potencia, etc.. Se detiene, piensa y
pregunta: ¿Dónde estaba este tipo antes de Menem?
¿Quién era, qué tenía? Ni una radio
barrial, tenía. ¿Qué pasó? ¿Vino
Menem y en un par de años el tipo se llena de guita y se
come todo el aire? ¿Qué pasó?. Es así:
la gente sencilla es malpensada a veces. Y hoy es una de esas veces.
Esto que está ocurriendo es fundamental. El pueblo de este
país o la gente sencilla o lo que sea no tiene fe en nada.
Porque sabe que la impunidad es el estado natural de este país.
La economía no puede levantar las conciencias ni generar
entusiasmo. La política está devaluada. Nos queda
la Justicia. Nos queda un nuevo punto de partida. Saber que los
que la hicieron la pagan. Lo dicen todos. Salgan y escuchen. Todos
están diciendo: Está bien, la plata no la vamos
a recuperar. No la van a devolver. Pero por lo menos que vayan presos.
Por lo menos. Por ahora. Presos, como está Menem. Y que el
jefe sea apenas el primero. Porque si un tipo fue el jefe de una
banda fue porque la banda lo sostuvo, lo ayudó, lo siguió,
ejecutó sus órdenes y se enriqueció a su amparo.
No sólo los jefes son culpables, las bandas también.
¿O van a declarar la obediencia debida para la corrupción?
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