Página/12
en Gran Bretaña
Por Marcelo Justo
Desde Londres
@Histórica victoria laborista y desastre conservador. El Nuevo
Laborismo de Tony Blair consiguió un arrasador triunfo y
una mayoría parlamentaria absoluta por segunda vez consecutiva.
La derrota conservadora se vio acentuada por el avance del tercer partido,
los liberal-demócratas (a la izquierda de Blair), que se encontraban
cerca de obtener el mejor resultado de su historia. Al cierre de esta
edición las proyecciones de la BBC otorgaban un 42 por ciento a
los laboristas, un 31 por ciento a los conservadores y un 20 por ciento
a los liberal-demócratas. El triunfo laborista tuvo una sola mancha:
el nivel record de abstencionismo electoral. Un 40 por ciento de los británicos
no concurrieron a las urnas. El futuro político del gran derrotado
de la jornada, el líder conservador William Hague, se decide hoy.
A las 10 de la noche (18 en Argentina) concluyó la votación.
Unos 20 minutos más tarde las bocas de urna ratificaban las encuestas
de las cuatro semanas de campaña y anticipaban la magnitud de la
derrota conservadora: 408 diputados para los laboristas, 162 para los
conservadores, 59 para los liberal demócratas. A las 11 salieron
los primeros resultados de las 659 bancas parlamentarias en juego: una
docena de escaños para los laboristas. A partir de ese momento,
las victorias se sucedieron. Poco después de la medianoche, los
conservadores recibieron un golpe devastador cuando se anunció
que los liberal demócratas volvían a ganar en un distrito
rural, Torbay. El resultado evidenciaba la existencia de una de las armas
más temidas por el Partido de William Hague: el voto táctico.
En 1997, los liberal demócratas le habían ganado a los conservadores
por 12 votos en el distrito de Torbay. Esta vez aumentaron su ventaja,
gracias a alrededor de un 5 por ciento de laboristas que se inclinaron
por el candidato que podía vencer a los tories.
A la una el panorama era aún más Nuevo Laborismo: las proyecciones
daban hasta 417 diputados a Blair, 162 a los conservadores y 56 a los
liberal demócratas. El ministro de Economía y coarquitecto
del Nuevo Laborismo, Gordon Brown, estaba eufórico:
Este es un mandato para invertir en los servicios públicos,
mantener la estabilidad económica y el pleno empleo y eliminar
la pobreza, indicó a sus partidarios. En el sistema electoral
británico los votantes eligen al representante parlamentario de
la zona en que viven: el partido que saca más votos en su distrito
conquista el escaño y el que gana más escaños elige
al primer ministro. Hacia las dos de la mañana no cabía
duda qué partido elegiría al primer ministro cuando se terminaran
de contabilizar los votos.
Según los comentaristas políticos, la aplastante victoria
laborista se debe a dos hechos fundamentales. En sus cuatro años
de gobierno, la economía creció a un promedio de un 2,5
por ciento anual, la inflación se mantuvo a un 2 por ciento por
año y el desempleo descendió cada mes hasta situarse hace
poco en menos de un millón de personas, el nivel más bajo
de los últimos 25 años. A esto se suma una oposición
conservadora que nunca llegó a convencer. El partido de Hague desdeñó
los temas que más importaban a la opinión pública
(salud, educación) y tomó como eje de su campaña
asuntos como la moneda única europea, el euro, que no figura entre
las prioridades del electorado. La derrota se volvió más
contundente por el voto táctico que decidió a muchos laboristas
o liberal demócratas a privilegiar el voto anti conservador en
distritos donde el candidato propio no tenía chances de ganar.
A pesar de esta histórica segunda victoria, hay algunos nubarrones
en el mandato que buscaba el laborismo. El nivel record de abstencionismo
muestra claramente la apatía de un amplio sector del electorado.
En parte este abstencionismo se debió a que muchos laboristas,
convencidos que la elección estaba ganada de antemano, no se molestaron
en concurrir a las urnas. Una clara indicación de este fenómeno
fue el primer resultado en anunciarse, el de Sunderland South, bastión
laborista del norte de Inglaterra. El abstencionismo fue del 52 por ciento
y el laborista Chris Mullin vio reducida su mayoría en siete mil
votos, aunque ninguno de sus seguidores, obtuvieron más escrutinios
que en 1997.
El abstencionismo, la deserción y el voto táctico son razones
de preocupación para los próximos cuatro años de
gobierno de Tony Blair. A pesar de que las proyecciones indicaban que
obtendría una mayoría similar a la vez pasada, es muy probable
que el apoyo de la sociedad en su conjunto sea menor al de las elecciones
de 1997. En los comicios pasados obtuvo 13 millones y medio de votos.
Al cierre de esta edición las cifras que se barajaban se situaban
por debajo de esos guarismos y se calculaba que sólo uno de cada
cuatro británicos votó a los laboristas. Sin embargo anoche
el primer ministro tenía muy buenas razones para gozar el triunfo
y vivir el presente. Parece claro que vamos a ganar por una mayoría
absoluta. Siempre asumimos que para completar nuestro plan de gobierno
íbamos a necesitar dos períodos para que el cambio que logremos
sea duradero, dijo Blair. Un viejo sueño suyo, expresado
a poco de asumir en 1997 se había cumplido: la reelección.
HABLA
MICHAEL JACOBS, SECRETARIO GENERAL DE LA SOCIEDAD FABIANA
El gobierno debe girar a la izquierda
Por M.J.
Fundada en 1884, la Sociedad
Fabiana es una de las instituciones que contribuyeron decisivamente
a la creación del Partido Laborista en 1906. Entre sus miembros
se contaron el célebre autor y ensayista George Bernard Shaw, el
novelista e historiador H.G. Wells y otras figuras clave del pensamiento
y la literatura británicas. Con todo este bagaje detrás,
la Sociedad Fabiana publicará un polémico panfleto
sobre la necesidad de una radicalización del gobierno que, según
el matutino británico The Guardian, es la primera señal
de una recomposición de la izquierda laborista. Sobre la lucha
interna que se abre a partir de esta segunda victoria electoral, Página/12
dialogó con el secretario general de la Sociedad Fabiana , Michael
Jacobs.
¿Qué propone el panfleto de la Sociedad Fabiana para
el segundo gobierno de Tony Blair?
Blair ha respondido hasta ahora a la presión que ejerció
la derecha en Gran Bretaña. En este sector se ubican los empresarios,
la City y la mayoría de los medios de prensa. Pero no ha recibido
presiones de la izquierda. Hay varias áreas donde creemos que el
gobierno podría hacer más para conseguir una sociedad más
igualitaria.
¿Qué políticas concretas proponen?
El gobierno tiene que definirse. No puede seguir haciendo una tímida
redistribución, casi siempre a escondidas, mediante oscuros cambios
impositivos. Se necesita liderazgo para persuadir al conjunto de la sociedad
sobre la necesidad de superar la actual desigualdad y los beneficios de
una sociedad más justa. Nosotros proponemos que la carga impositiva
sea del 50 por ciento para los que ganan más de 100.000 libras
al año (más de 145.000). El gobierno ha rechazado esta propuesta
durante la campaña, pero hay otros modos de llevar adelante una
política progresista a nivel impositivo y de ocuparse de los sectores
más pobres de la sociedad. Por ejemplo, se puede mejorar el acceso
de los pobres a servicios como los bancos. Creemos que el nivel de gasto
público de los próximos años debe mantenerse aunque
haya que subir los impuestos. Nos oponemos a la privatización de
sectores públicos como salud y queremos una mayor descentralización.
Desde el punto de vista político aspiramos a que se profundice
el proceso de autonomía que se inició con Escocia y Gales,
y la reforma de la Cámara de los Lores.
No es la dirección que adoptó Tony Blair durante la
campaña.
Creo que en parte se debe a la presión de la derecha y a
la falta de una presión similar desde la izquierda. Hay bastantes
pruebas de que muchos de los miembros del gobierno miran con simpatía
una agenda como la que nosotros proponemos.
¿Por qué el Nuevo Laborismo va a cambiar de rumbo
cuando acaba de ser reelecto por una mayoría contundente?
Este primer gobierno fue muy fácil. Las condiciones económicas
fueron muy favorables y la oposición muy débil. Esto no
se va a repetir. El clima económico internacional está enrareciéndose.
La oposición se rearmará y los medios serán mucho
más duros. Si en este segundo gobierno no mejoran los servicios
públicos, la gente no le va a dar una nueva chance al laborismo.
De hecho las expectativas de mejoramiento de los servicios son tan grandes
que el gobierno no podrá satisfacerlas porque toma mucho tiempo
implementar cambios profundos. Por eso decimos que ahora el gobierno necesitará
tener una base de apoyo político menos amplia pero más sólida
y profunda que la que tiene ahora que es muy superficial y puede desintegrarse
a la menor dificultad.
¿Cómo pueden presionar al gobierno?
La Sociedad tiene 6000 miembros y muchas personas influyentes, entre
ellos el mismo primer ministro. Según el artículo que publicó
el The Guardian este martes, hay una red de diputados, sindicalistas,
pensadoresy hasta secretarios de estado unidos por una propuesta similar
a la que hacemos. No puedo certificárselo. En el primer gobierno
el laborismo fue muy disciplinado y en ningún momento dejó
traslucir la existencia de facciones o grandes diferencias internas.
HABLA
ROBERT BLAKE, HISTORIADOR DE LOS TORIES
Los conservadores no ofrecían nada
Por M. J.
Robert Blake pertenece a la
Cámara de los Lores y es uno de los más importantes historiadores
del Partido Conservador en Gran Bretaña. En diálogo con
Página/12, Lord Blake se refirió a la derrota de Hague.
¿Por qué el Partido Conservador sufre por segunda
vez consecutiva una derrota aplastante a manos del laborismo?
Hay una tendencia profunda de la política británica
de la posguerra y es que un partido que está en el gobierno y pierde
las elecciones, no se recupera en los comicios siguientes. Churchill fue
derrotado en 1945 y volvió a perder en 1950. A continuación
el laborismo perdió tres elecciones seguidas. Es una constante
que se repitió ahora con los conservadores que tras la derrota
de 1997 y los 18 años previos de gobierno, no consiguieron recuperarse
para estos comicios.
Pero esta vez se trata de derrotas abrumadoras, por diferencias
siderales, con un partido como el conservador que estuvo en el gobierno
durante la mayor parte del siglo XX.
La corriente de opinión pública que le dio a Blair
una victoria arrasadora en 1997 no ha cambiado. Esta corriente expresa
una desilusión con las políticas conservadoras tras los
18 años de thatcherismo que se iniciaron en 1979 y el deseo de
encontrar nuevas soluciones para una serie de problemas, como la salud,
la educación, la ley y el orden. Al mismo tiempo, el Nuevo
Laborismo le robó a los conservadores muchas de las banderas
del thatcherismo. De modo que los conservadores se encuentran hoy en día
con un problema: ¿cómo combatir a un partido que apoya su
propia política?
Muchos le critican a Hague haberse diferenciado eligiendo políticas
de derecha y regalándole a Blair el terreno clásico de los
conservadores moderados, que favorecían una economía de
mercado y una intervención estatal para paliar sus desigualdades.
El problema es que Hague no tiene nada nuevo que ofrecer en los
temas que preocupan a la gente, como salud, educación, ley y orden.
Creo que además el Partido Conservador está en un estado
de confusión y división que no lo ayudó. Así
las cosas, la gente prefirió darle una segunda oportunidad a Blair.
¿Sobrevivirá Hague como líder del Partido Conservador?
El cálculo previo era que si reducían la mayoría
laborista en el parlamento de 179 diputados a 100 o 120, Hague sobreviviría.
Pero si la mayoría se situaba por encima de esos guarismos, su
situación se volvía muy vulnerable. De modo que es muy posible
que el intento de cambiar de líder sea irresistible. Desde mi punto
de vista esto no tiene sentido. No es culpa de Hague que se haya perdido
la elección.
¿Ha estado alguna vez el Partido Conservador en una situación
similar a lo largo de sus más de 170 años de historia?
Hay que remontarse a principios del siglo XX, a las divisiones entre
los librecambistas y los proteccionistas. En 1906 perdieron la elección
a manos de los liberales porque estaban muy divididos y sólo en
1922 volvieron al poder. Hoy en día se encuentran igualmente divididos
por el tema europeo.
¿Cuál es el futuro de los conservadores?
Creo que las cosas van a mejorar para los conservadores porque muy
pronto Blair va a toparse con los problemas que no enfrentó en
su primer gobierno. La tensión con los sindicatos en torno al futuro
de los servicios públicos y la presión de la izquierda se
harán notar. Muy pronto también tendrán que definir
si convocan a un referendo para decidir si Gran Bretaña adopta
el euro. Hasta ahora consiguieron hacer a un lado esos problemas. A partir
de ahora será diferente.
|