Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


PRESENTADO AL PRINCIPIO COMO UN CHEQUEO, INTERVINIERON AL PRESIDENTE
De la Rúa, con una arteria recién renovada

En un procedimiento sin anestesia profunda, un equipo de cardiociru-
janos terminó destapando la coronaria derecha del Presidente luego de un diagnóstico final de último momento. El Gobierno informó que el estado de salud de De la Rúa es bueno.

Fernando de la Rúa al llegar el
Instituto Cardiovascular. Al final
fue una angioplastia.

Por José Natanson

Sorpresivamente, Fernando de la Rúa fue sometido ayer a una angioplastia, una intervención que se realiza con un catéter para destapar una arteria obstruida, en este caso la coronaria derecha. Fue todo tan rápido que no hubo tiempo para que se instalara un clima de alarma: el resultado de la operación fue satisfactorio. “El estado es excelente”, aseguró el ministro de Salud, Héctor Lombardo. Y anunció que, de todos modos, el Presidente permanecerá internado hasta el lunes. En cualquier caso, es un llamado de atención para De la Rúa, que tiene 64 años y vive sometido a constantes situaciones de estrés.
Ayer, De la Rúa llegó a la Rosada poco después de las diez de la mañana. Le tomó juramento al nuevo secretario de Transporte, Luis Ludueña, y a continuación decidió aprovechar la presencia de varios ministros para encabezar una reunión de Gabinete. En el encuentro, la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, dio un informe sobre el paro nacional, que hasta el momento se desarrollaba sin incidentes.
La versión oficial indica que De la Rúa venía posponiendo el chequeo desde hace varios días y que, cuando la reunión concluyó, Lombardo se acercó y le dijo: “Está todo tranquilo, ¿por qué no vamos a la clínica?”.
La misma versión dice que De la Rúa aceptó, pero antes quiso concretar dos actividades pendientes. Grabó el mensaje para la televisión que se difundiría por la tarde. Y atendió llamados, entre ellos uno del senador Eduardo Menem, indignado por la detención de su hermano.
Después, el Presidente confirmó las versiones. “Estando tranquila la situación, voy ahora a tratarme. Voy a ocuparme de mí, porque me gusta cuidarme. No es nada grave, es una situación normal y quería informarles para que no se anden diciendo cosas. Esto es normal, porque quienes ejercemos funciones como ésta estamos sometidos a un gran stress. Bueno, me voy al médico”, informó De la Rúa.
Esta es la versión oficial. Sin embargo, tanta insistencia no logró ocultar las sospechas de que no se trataba sólo de cuestiones de rutina. Un dirigente muy cercano a De la Rúa contó que el domingo pasado el Presidente se había sentido mal, con dolor en el pecho, por lo que concurrió al Instituto del Diagnóstico. Allí se le habrían realizado estudios cuyos resultados recién se conocieron un par de días después. En ese momento, para no provocar una alarma anticipada, se dijo que De la Rúa había ido a visitar a un amigo internado. Pero el jueves se acercó otra vez hasta la clínica de Barrio Norte para someterse a un nuevo chequeo, esta vez más exacto, con el procedimiento conocido como cámara gamma, que exploró sus arterias mediante el uso de un isótopo radiactivo que midió la irrigación cardíaca.
Lo cierto es que, como suele hacer en los momentos difíciles, el Presidente apeló a su fe. Ayer, luego de la reunión de Gabinete, De la Rúa se detuvo a rezar a solas durante algunos minutos en la capilla de la Casa Rosada. Según uno de sus hombres de confianza, sabía que un rato más tarde se sometería a un cateterismo, el último diagnóstico antes de que los médicos resolvieran la curación que emplearían.
A las 13.15 llegaba al Instituto Cardiovascular, el mismo donde en 1993 operaron de la carótida a Carlos Menem (ver aparte). Se lo veía un poco pálido, pero igual se bajó del auto e ingresó caminando, acompañado por Inés Pertiné y Lombardo. “Estoy muy bien, no es nada grave”, tranquilizó.
Minutos después aparecían sus hijos –Antonio, Aíto y Agustina– y su amigo Fernando de Santibañes, de sport y con su nuevo look de barba candado que no utilizó mientras estuvo al frente de la Secretaría de Inteligencia del Estado.
Según dijeron a Página/12 fuentes cercanas al Presidente, una vez que ingresó el catéter se detectó la obstrucción de la arteria derecha y se decidió practicarle una angioplastia. El procedimiento, destinado a “reparar” la arteria tapada, comienza cuando se inserta el catéter –un tubo flexible, hueco, de plástico– en una arteria a la altura de la ingle y se lo guía hacia la arteria tapada. Un globo, alojado en punta del catéter, es colocado en la zona obstruida. Se lo infla, la presión restablece la forma normal de la arteria, el globo se retira junto con el catéter y la sangre vuelve a circular normalmente. A continuación se coloca un stent (no siempre, pero sí en el caso de De la Rúa). Es una malla metálica en forma de rulero, que toma la forma de una arteria sana. Si falla, se practica un by pass, un método más invasivo que la angioplastia.
Coordinado por el doctor Jorge Belardi, el equipo médico de la clínica le practicó la operación en la coronaria derecha que duró unos minutos y que siguió de cerca Luis Antonio Cao, médico personal de De la Rúa. Fue exitosa y no hubo necesidad de apelar al by pass. Sin embargo, los médicos recomendaron un reposo de 48 horas y prometieron nuevo parte para hoy.
Fue todo tan rápido –la confirmación de la noticia y el resultado de la operación– que no hubo tiempo de que se instalara un clima de alarma. Rápido de reflejos, Lombardo salió a dar las explicaciones apenas concluyó la operación. “El estado es excelente”, aseguró el ministro de Salud. Y explicó que la obstrucción de la arteria “se debe a un proceso crónico de enfermedad coronaria, propio de la edad y las características frecuentes entre quienes realizan la actividad que él realiza”.
Según Lombardo, se lo sometió a la angioplastia porque “realmente convenía hacerlo. Es una medida de prevención, que nos garantiza el resultado tan satisfactorio. Está claro que se hicieron las cosas en el momento adecuado para que el Presidente no tenga alteración en su agenda”.
El ministro aclaró que no hubo ninguna complicación pulmonar y que la operación “no tuvo nada que ver” con la internación de noviembre de 1999. Fue un mes después del triunfo en las elecciones, cuando De la Rúa sufrió un neumotórax espontáneo, fue sometido a una pequeña operación y permaneció tres días internado.
Dentro de la habitación, De la Rúa sentía cómo se iban los efectos de la anestesia y se sometía a los chequeos posoperatorios, que arrojaron buenos resultados. Poco a poco fueron entrando sus familiares, que esperaban ansiosos en la antesala. Más tarde se sumaron De Santibañes y algunos funcionarios como Nicolás Gallo, Chrystian Colombo y Darío Lopérfido. “Estaba un poco cansado, pero se lo veía bien”, aseguró uno de los visitantes.
Consultado por Página/12, un importante legislador radical, amigo de De la Rúa desde hace décadas, contó que el Presidente suele estar atento a las cuestiones de circulación porque su padre sufrió problemas de este tipo. “Es un maniático, se cuida del colesterol, se hace todo tipo de chequeos. Pero parece que tiene razón. Por suerte lo de ayer no fue más que un susto”, dijo el amigo presidencial.

 


 

DE LA RUA SIGUIO A MENEM EN EL ESTRECHAMIENTO DE LAS CORONARIAS
El verdadero síndrome de la Rosada

Por Luis Bruschtein

“¿Adónde lo internaron?”, preguntaron en la redacción y uno respondió: “En la obra social de los presidentes” y hubo muchos que lo creyeron. Los presidentes se enferman de lo mismo y se tratan en el mismo lugar, pero no siempre en el mismo momento de sus carreras. De todos modos no resulta aventurado sacar una primera conclusión: la Presidencia de la República Argentina no es un lugar saludable, aunque por lo menos es un trabajo.
El estrechamiento de la luz de las arterias coronarias, el “mal presidencialis”, se origina en una letal combinación: la mala alimentación, exceso de grasas y colesterol, stress y falta de una adecuada actividad física. La carrera a la presidencia implica casi una vida de dedicación, duras batallas, enemigos empeñosos y un ejército de amigos despechados. Todo eso para llegar a un lugar donde no puede hacer lo que se propuso –y desde hace varios años, en general hacen lo contrario– y además se alimenta mal, se estresa y ni siquiera puede jugar un picadito. Lo más increíble es que a pesar de todo, los presidentes quieren repetir, y sigue habiendo una lista larga de los que quieren llegar.
Carlos Menem fue operado en 1993 de lo mismo que Fernando de la Rúa ayer, aunque en su caso el problema estaba localizado en la carótida, lo cual es más grave que en la arteria coronaria derecha, como afectó ahora al actual presidente. Los dos mandatarios superaron sin problemas el percance gracias a los médicos del Instituto Cardiovascular de Núñez. El agente del mal fue en ambos casos la tristemente célebre placa ateroesclerótica.
Y en ambos casos, el ministro de Economía era Domingo Cavallo. Sospechoso. Aunque todavía el juez Jorge Urso no ha podido determinar con precisión si hubo complicidad o no con la famosa ateroesclerótica. En el primer caso parece descartado, porque en ese momento Menem disfrutaba de los primeros años de la convertibilidad que le aseguraban la reelección. Hacía cuatro años que era presidente, hacía ya bastante tiempo que había abandonado sus promesas de salariazo y revolución productiva para hacer todo lo contrario y había encontrado en Cavallo la solución a sus problemas. La placa atacó cuando había logrado consolidar la imposible y volátil alianza de los más pobres con los más ricos. Y después de la angioplastia Menem volvió al ruedo con todas las ansias de reelección, hasta lograrla, algo que necesita De la Rúa.
En su caso, la placa se ensañó después del megacanje, es decir después de que el riesgo país bajó y la bolsa subió, dos factores que afectan al corazón más que las grasas y el colesterol. Todo ello también obra del ministro Cavallo, igual que la convertibilidad. Aunque también es cierto que las consecuencias del megacanje todavía no se perciben a nivel de la gente y se mantiene la tensión social.
Pero en el ’93, lo que ahora es la Alianza había quedado como una feta transparente ensanguchada en el medio de los más pobres y los más ricos. Y ahora, las políticas presidenciales prácticamente la destruyeron, igual que a muchos de sus votantes. Es decir que la complicidad podría estar aquí. A no ser que Cavallo quiera ser presidente. En todo caso, el juez Urso deberá comprobar quién es el jefe de la asociación ilícita con la placa tristemente célebre.

 


 

INTERNADA POR HIPERTENSION
Zulema también

La ex esposa del ex presidente Carlos Menem, Zulema Yoma, fue internada ayer por la tarde por un cuadro de “hipertensión arterial” y “cefalea” en la Clínica Suizo–Argentino. Según aseguraron allegados a Zulema, la ex primera dama tuvo un pico de presión de 15 de máxima, algo bastante habitual en ella en los últimos días, por lo que poco después de las dos de la tarde decidió acercarse al sanatorio acompañada por su hija Zulemita. Amigos de la familia contaron que el incidente se produjo justamente después de un discusión entre madre e hija. “¿Qué le pasa a la mami?”, repetía nerviosamente Zulemita mientras en la Clínica le realizaban una resonancia nuclear y análisis de sangre. Luego de revisarla, los médicos prefirieron tenerla en observación, ya que también detectaron un “estado de confusión” que le hacía difícil recordar lo sucedido. El cuadro de descompensación se produjo en el marco de las fuertes situaciones de estrés que vivió últimamente: la detención de su hermano, Emir Yoma, por el caso de las armas; el casamiento de Carlos Menem y la pelea con Zulemita; y finalmente el arresto del ex presidente. Aprovechando la internación, Zulema se realizó una serie de estudios de un viejo aneurisma, una dilatación de la pared de una arteria. Nada grave: la ex primera dama lo tiene desde hace tiempo, lo viene controlando y no le genera efectos negativos Allegados a Zulema anticiparon que permanecerá en la clínica en observación hasta hoy o mañana como “medida preventiva”.

 


 

Más allá de la versión oficial, el verdadero estado del corazón

Por Martín Granovsky

La información no apareció ayer en ningún comunicado. El ministro de Salud, Héctor Lombardo, la omitió en su conferencia de prensa. Y ni siquiera circula en todo el gabinete. Solo el círculo más íntimo de Fernando de la Rúa maneja el dato, al que accedió con exclusividad este diario. Dice lo siguiente: el Presidente tiene una obstrucción muy seria, que no fue reparada, también en una rama de la arteria coronaria izquierda, la que los cardiólogos llaman descendente anterior.
El cuadro es peor de lo que admitió en público el ministro de Salud, quien insistió ayer en que la información sobre la salud del Presidente es “un tema de Estado”. Pero dos integrantes del sector con llegada directa al Presidente, sinceros ante Página/12, aclararon que, a pesar de la obstrucción de la arteria, la salud de De la Rúa no corre peligro.
Uno de ellos, con acceso muy fluido a la familia presidencial, dijo que el equipo de médicos del Instituto Cardiovascular ni siquiera había dejado a De la Rúa en la unidad coronaria. Sin embargo, la afirmación no coincide tampoco con la versión dulcificada de Lombardo, que en otro capítulo de su política de Estado dijo que el Presidente quedó en una habitación común. La verdad es que los directivos del Instituto desalojaron las salas de recuperación del cuarto piso, que son ocho, para dejar allí a De la Rúa. De ese modo el Presidente escapó a la unidad coronaria pero permaneció bajo monitoreo permanente, una necesidad de rigor luego de la operación de angioplastia a la que fue sometido en el mismo piso.
El esquema que escucharon los pocos que accedieron a la información real de los médicos, traducido al castellano, revela este cuadro sobre el corazón del Presidente:
u La coronaria derecha presentaba signos de enfermedad, con dos obstrucciones importantes por placas de ateroesclerosis, que estrechan la arteria y evitan que fluya el volumen necesario de sangre hasta el corazón. Una obstrucción estaba ubicada más cerca de lo que sería la desembocadura. La otra, en el tercio medio. La primera obstrucción, considerada leve por los especialistas, no fue tratada con angioplastia. La segunda sí: ésa es la obstrucción que fue destapada con la introducción de un catéter con un globo en miniatura que aplastó la placa de ateroesclerosis contra las paredes de la arteria.
u La coronaria izquierda tiene dos tramos principales, la descendente anterior y la circunfleja. La descendiente anterior estaba ocluida totalmente en su tramo principal. En realidad, está ocluida, porque sigue en ese estado: no fue tratada, porque ni el globo del catéter de la angioplastia ni el resorte posterior (el stet que se deja en la arteria) son útiles en estos casos. Los médicos explicaron que cuando se llega a ese nivel de obstrucción solo queda apelar al by pass, la cirugía que puentea las zonas obturadas para posibilitar otra vez la circulación, un proceso que los especialistas llaman revascularización. En cuanto a la circunfleja, presentaba en los estudios un nivel de enfermedad atribuible a la edad, por el depósito de placas ateroscleróticas, pero los médicos la consideraron relativamente sana. No había, por otra parte, ninguna necesidad de procedimiento ni intervención.
La familia supo que el corazón de De la Rúa (el músculo, como diría el ministro Lombardo para diferenciarlo de las cañerías) funciona bien con la destapación producida ayer, tal como lo revelaron los electrocardiogramas realizados inmediatamente después del procedimiento. En términos técnicos, “la función contráctil del corazón es buena”, es decir que el bombeo de sangre se produce con normalidad. Los médicos explicaron que ese resultado se vio reforzado por el hecho de que el Presidente no hubiera sufrido un infarto.
Ayer por la tarde, cuando terminó la pequeña intervención, al Presidente no lo aquejaron más los dolores en el pecho que había sentido en la última semana, y los médicos dijeron a los allegados que De la Rúa no debe desarrollar a partir de ahora una vida especial. Solo que, como el episodio de ayer se añade a un corazón que los especialistas describieron como de “arterias con lesiones irregulares”, o sea con depósito de placas de ateroesclerosis, los médicos redoblaron los consejos para el futuro. Uno, evitar el stress, es tan impracticable para el Presidente como para cualquier aquejado de una enfermedad cardíaca que resida en la Argentina. Otro, eliminar el cigarrillo, significaría abandonar definitivamente los pequeños cigarritos holandeses que entusiasman al Presidente. Y el tercero, el sedentarismo, podría combatirse con caminatas en Olivos y Villa Rosa.

 

Cómo fue la angioplastia
Los médicos insertaron un tubo flexible y hueco en la arteria femoral, a la altura de la ingle. El tubo, denominado catéter, tiene un globo en la punta que fue inflado exactamente en el tramo de la coronaria derecha más obstruido pero aún con posibilidades de destapación. Tras aplastar las placas ateroscleróticas (formadas por el depósito de colesterol) el catéter dejó colocado una malla flexible, como un resorte con la forma de la arteria, para que la zona intervenida no vuelva a obstruirse. Luego el catéter fue quitado. De la Rúa no fue tratado en un quirófano. Se lo sometió a anestesia local y fue sedado, sin llegar a la anestesia general profunda.

 

PRINCIPAL