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Una muestra color sepia sobre la
Buenos Aires de un siglo atrás

Corrientes y Esmeralda con coches tirados por caballos. El edificio desarmable del Pabellón Argentino. Esas y otras fotografías sobre la ciudad de 1900 se exhiben en el centro Marcó del Pont. La gente puede llevarse una copia digital.

La esquina de Celedonio Flores, y la del Hombre Que Está Solo y Espera: Corrientes y Esmeralda.

La esquina de Corrientes y Esmeralda aparece, en la imagen, con mucha gente. Obvio, es pleno centro. Pero sólo se ven hombres, todos con sombrero, y el tránsito lo conforman un par de coches tirados por caballos. El color sepia habla del Buenos Aires de principios de siglo pasado, con grandes carteles en los comercios, tan profusos como ahora, pero sin neón. La imagen forma parte de una muestra de 24 fotografías de la ciudad entre 1900 y 1915, y de otras 18 correspondientes a la inauguración de la exposición del Pabellón Argentino en Retiro, el 16 de octubre de 1898. Desde ayer puede ser visitada, en forma libre y gratuita, en el centro cultural Marcó del Pont, en el barrio de Flores.
Imágenes de otros tiempos, cuando la Argentina se soñaba potencia. El Pabellón Argentino que, pese al blanco y negro, parece brillar, fue inaugurado en el país en 1898, pero en realidad fue construido expresamente para la exposición universal de París de 1889, cuando Francia celebraba el centenario de su revolución. Argentina se sumó a la fiesta con la construcción de un impresionante edificio. Vecino y hermano de la Torre Eiffel –también construida para la ocasión–, el Pabellón conoció el lujo parisino, y aparece en las fotos con toda la pompa. Tanto, que en su inauguración, fue tan luz como la ciudad que lo albergaba: la noche del 25 de mayo de 1889, el pabellón fulguraba de luz eléctrica y cada una de sus partes resplandecía.
El Pabellón era como un gran mecano, cuyas diferentes partes fueron desmontadas y traídas al país, donde se lo rearmó en un terreno en el barrio de Retiro, frente a la plaza San Martín, hasta que fue desmantelado en 1932. Casi como una metáfora del país, toda su riqueza terminó olvidada en un corralón municipal. Las fotos de su inauguración dejan ver al pabellón en todo su esplendor. Son 18 imágenes de 40 por 40 centímetros, levantadas y restauradas digitalmente de estereoscopías negativas.
La muestra estará abierta al público hasta el próximo 6 de julio, en una bella casona ubicada a unos pocos pasos de la estación de tren de Flores, en Artigas 202. Las fotos fueron digitalizadas y restauradas por el fotógrafo Tomás González Naveira, un apasionado de su trabajo y con enormes deseos de mostrar la historia real a través de las imágenes.
Las tomas sobre la ciudad de Buenos Aires forman parte de la exposición: 24 fotografías de los primeros 15 años del siglo XX, también trabajadas digitalmente a partir de diapositivas de vidrio, cuentan sobre la ciudad de entonces. La Plaza de Mayo del 1900 no parece muy diferente a la actual, pero las fotos tomadas en algunas plazas barriales de la ciudad revelan añejas costumbres: las mujeres con grandes vestidos largos llevan a jugar a sus hijas, y a ninguna le falta un sombrero. Los tranvías son protagonistas en la mayoría de las fotos tomadas en varias esquinas céntricas, como Cangallo y Carlos Pellegrini, y Callao y Sarmiento. La actual avenida Leandro N. Alem está huérfana de transporte; en realidad era el Paseo de Julio, un amplio corredor rodeado por frondosos árboles. También hay imágenes de la estación de subte de Once, del puerto de Buenos Aires con un barco recién llegado de un viaje de placer y del viejo puente de La Boca.
Las fotos siempre despiertan recuerdos e inquietudes, y con una vasta experiencia, González Naveira cuenta: “La gente siempre se engancha, y muchos se acercan para ofrecer fotos familiares”. Pero el fotógrafo no se conforma y sueña con despertar el interés de los chicos jóvenes. Y no es egoísta: “Yo quiero que la gente se pueda llevar la foto que le interese. Por un peso, para el costo de los insumos, se baja de la computadora y se imprime, es una cosa muy sencilla”. No entiende las imágenes como propiedad privada: “Conforman un material que compete a todos y hay que difundirlas”.
Todas las imágenes expuestas a forman parte del archivo digital que funciona en el centro cultural, un enorme caserón amarillo que estuvo abandonado durante más de 10 años, pero hoy es el orgullo de los vecinos de Flores. Fue reciclado y recuperó todo el señorío con el que seconstruyó, en 1870. Aporta sus quince ambientes de techos altos, más sus amplios patios y galerías, donde se realizan talleres, charlas, muestras y exposiciones, “todas actividades gratuitas”, destaca su coordinadora, Beba Saralegui.

Informe: Hernán Fluk.

 


 

CENTROS CULTURALES EN LOS COLEGIOS
El sábado, a la escuela

Ahora los chicos porteños pueden ir a la escuela también los sábados, aunque no para estudiar matemática o castellano, sino para participar de distintos talleres artísticos: a partir de hoy comienzan a funcionar diez centros culturales dentro de escuelas de nivel medio de Buenos Aires.
Los adolescentes podrán participar los viernes y sábados de diversos talleres de música, plástica, video, escenografía, maquillaje y vestuario.
El proyecto, organizado por el gobierno porteño, tiene el objetivo de “promover el acercamiento de los alumnos al ámbito de la cultura y la expresión, como una estrategia para prevenir la deserción escolar”.
El lanzamiento será a las 12, en la escuela número 13 de Villa Lugano, con la presencia del jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, y del secretario de Educación, Daniel Filmus, además de un grupo de artistas que conversará con los chicos.

 

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