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EL MODERADO JATAMI VUELVE A IMPONERSE EN IRAN
¿Quién dijo que perdía votos?

El líder reformista de
Irán parece haber al menos repetido su triunfo de 1997, basado en los jóvenes y la gran afluencia a las urnas.

Jatamí sale de votar y
saluda a sus partidarios.
La alta concurrencia disipó
los temores de un desencanto.

Por Angeles Espinosa *
Enviada especial a Teherán

La participación en las elecciones presidenciales iraníes del viernes superó las expectativas y disipó el temor a que los desencantados por el ritmo de las reformas o los malos resultados económicos se quedaran en casa. Esta asistencia masiva a las urnas, que la agencia IRNA calculaba en un 80 por ciento (y de un 89 por ciento entre jóvenes de 15 a 19 años, un segmento clave), beneficia al presidente reformista Mohamed Jatamí, a quien se atribuía un 75 por ciento de intención de voto. La votación se amplió hasta las once de la noche.
Poco después de que se abrieran los electorales a las nueve de la mañana, ya había colas en muchos de ellos, tanto en la capital como en otras ciudades del país. La televisión (estatal y bajo control de los conservadores) mostró durante todo el día imágenes de la alta participación y reconoció que era “mayor de la esperada”. “Cada papeleta es un voto a la República Islámica y a su Constitución, y tiene mucho valor para el país”, declaró tras depositar su voto el líder iraní, Alí Jamenei. Tanto Jamenei como Jatamí y el ex presidente Alí Akbar Hachemí Rafsanyaní votaron en la “huseiniya” (pequeña mezquita) adyacente a la casa del fallecido imam Jomeini, en Yamarán.
Yamarán es un barrio del norte de Teherán que aún conserva el sabor del pueblo que un día fue. No hay edificios altos y sus callejuelas están salpicadas de árboles centenarios, a veces en el medio de la calzada. Allí vivió el artífice de la revolución iraní y allí residen algunos de sus más fieles seguidores, incluidos muchos de los actuales dirigentes de la República Islámica. ”Aquí se respira la presencia del imam”, asegura Mariam, una joven de 22 años estrictamente cubierta por un chador, el rectángulo de tela negra con el que se tapan de la cabeza a los pies las chiítas más piadosas. Mariam ha acudido a votar acompañada otras tres mujeres de su familia, pero como había mucha gente, han decidido volver más tarde. Todas votan desde que tuvieron derecho a hacerlo a los 15 años y tienen claro que lo harán por Jatamí.
Calle abajo, Azadí, de 26 años, acompaña a su abuela al colegio electoral. “Claro que es importante votar. Es una oportunidad para participar en nuestro futuro”, defiende con la misma convicción con la que dará su voto a Jatamí. Aún así, Azadí no es ninguna ingenua. A la pregunta de si considera que su país es democrático responde: “No en todos los sentidos; hay momentos en que (a los gobernantes) les importa la opinión del pueblo y otros en que no”.
Sorprende en este país el grado de concientización política de la gente. Incluso entre los más jóvenes. A Husein Haghpag le faltan unos días para cumplir 15 años y no puede votar. Pero le gustaría hacerlo. Con una seriedad y un aplomo que para sí quisieran muchos adultos explica que “la gente acusa injustamente a Jatamí de haber empeorado la situación del país con las libertades que ha dado”. “Es mentira; sólo tratan de desprestigiarlo”, subraya.
Pero el derecho a la discrepancia no es tan sólo un ejercicio verbal. Aunque dentro de los márgenes que establece el régimen islámico, otros nueve candidatos, en su mayoría conservadores, han rivalizado con Jatamí. Y algunos han encontrado audiencia. “Voy a votar a (Abdolá) Yasbí”, declara un funcionario de universidad en referencia al rector de las Universidades Libres Islámicas, una red de centros de educación superior parcialmente gestionada por el Estado. Este votante justifica su elección en que “Yasbí mejorará las relaciones con Estados Unidos, la economía y la seguridad”.
Abbas Mutamed, un jubilado de 70 años, niega que exista una brecha generacional en al apoyo a Jatamí. “Es el mejor presidente que hemos tenido desde hace 40 años”, asegura tras recordar que, como miembro del bazar, él apoyó al Gobierno de Mosadegh (que nacionalizó el petróleo) y la Revolución Islámica de Jomeini. “Lo que pasa es que no lo dejan actuar”, analiza. ¿Quiénes? “Todo el mundo lo sabe; los mismos que cierran periódicos y encarcelan a los reformistas”, aclara en referencia a los conservadores.
Más escéptico parece H., un desocupado que antes se dedicaba a la exportación. “No quiero votar, pero qué vamos a hacer; si no votamos, vendrá algo peor”. H., que tiene dos hijos, se queja sobre todo de la situación económica. “Los alquileres superan el salario de los funcionarios; el precio del metro cuadrado construido ha pasado de dos millones de riales a 10, la economía es un desastre”, protesta.
Según la encuesta de IRNA, sólo el ex ministro de Trabajo Ahmad Tavakoli tiene posibilidades de superar un 10 por ciento de los votos. Los otros ocho candidatos apenas alcanzarán el 1 por ciento.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

 


 

LA CIA MEDIA EN LA SEGURIDAD ISRAELO-PALESTINA
Con una ayudita de la Compañía

La CIA está de vuelta en Medio Oriente, pero en plan pacificador. Ayer fue una jornada de mediación norteamericana en Medio Oriente, para mejorar la situación entre Israel y los palestinos, cuya violencia escaló el viernes pasado con el suicidio de un extremista palestino que causó 19 muertos en Tel Aviv. Luego de ese atentado, el líder de la Autoridad Palestina, Yasser Arafat, se vio obligado por la presión internacional a proclamar un alto el fuego. Ayer hubo disturbios entre palestinos e israelíes, horas antes de que comenzaran las conversaciones en materia de seguridad: un israelí resultó gravemente herido de bala cerca de la ciudad cisjordana de Ramallah y en la ciudad de Belén, al sur de Cisjordania, tres palestinos fueron heridos al enfrentarse con soldados israelíes.
Pero la principal novedad era la reanudación de la mediación norteamericana. Por primera vez en varios meses, funcionarios de seguridad palestinos se reunieron con el director de la CIA, George Tenet. Paralelamente ayer se entrevistó Arafat con el enviado estadounidense William Burns, en la ciudad de Ramallah. En el encuentro con Tenet, los palestinos demandaron que Israel ponga fin al bloqueo sobre los territorios ocupados en Gaza y Cisjordania; también, que se replieguen las tropas y tanques de las ciudades palestinas. El jefe de la agencia de inteligencia se había reunido primero con el primer ministro israelí, Ariel Sharon, quien habría presentado una lista de exigencias, entre las que se incluiría la confiscación de armas en manos de las milicias y el arresto de activistas palestinos, previo a ceder a los pedidos de sus rivales. La nueva intervención de Tenet en el conflicto marca un cambio respecto a la postura de distanciamiento elegida anteriormente por George W. Bush, y descartada luego de que el conflicto se agravara.
El negociador en jefe palestino, Saeb Erekat, declaró que con Burns se analizaron los medios para alcanzar las recomendaciones del informe Mitchell. Por su parte, Burns sostuvo tener confianza en la continuidad del cese de fuego declarado este fin de semana por Arafat y anteriormente –siguiendo dicho informe– por Ariel Sharon el 22 de mayo. Burns calificó de “constructiva” su reunión con el líder palestino y declaró que “pese a los disparos y bombas de mortero registrados en la Franja de Gaza, la calma ha desplazado la violencia y ofrecido un esperanzador compás de espera”.

 

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