Por Roque Casciero
Hay sólo un par
de grandes temas y la muerte es uno de ellos, declaró Lou
Reed a principios de 1992, cuando lanzó su disco Magic and Loss.
El cantante y guitarrista había perdido a dos amigos a causa del
cáncer durante el año anterior. Uno era conocido: el songwriter
Doc Pomus, algunas de cuyas canciones interpretó el mismísimo
Elvis Presley. La otra, Rita, es un misterio que Reed no quiso develar.
Pero, famosos o no, sus muertes afectaron como pocas veces al neoyorquino.
Y el álbum resultó una de las piezas más profundas
y maduras sobre las pérdidas y cómo superarlas, de parte
de alguien a quien le sobran pergaminos como compositor. Antes de emprender
la efímera reunión de The Velvet Underground, Reed acompañó
a Magic and Loss con un video en el que tocó todas las canciones
del disco en el orden original, más algunos de sus clásicos.
Esas tomas realizadas en un estudio de la BBC inglesa serán emitidas
mañana en un programa especial que va las 22 por Music Country,
en el canal 19 de CableVisión y 67 de Multicanal (hay repeticiones
el martes 19, a las 23, y el domingo 24, a las 22).
Lo que se verá es una versión reducida de una hora, en la
que, con buen criterio a la hora de cortar, se dejó afuera el material
más conocido y se respetó la idea conceptual de Magic and
Loss. La performance de Reed y su banda de entonces (Mike Rathke en guitarra,
Rob Wasserman en bajo y Michael Blair en batería) transcurre en
un estudio vacío, lo que le resta ese intercambio de emociones
que se da en un concierto convencional. Sin embargo, es una demostración
cabal de la gravedad con la que el neoyorquino encaró el proyecto.
En la gira de presentación del álbum, insistía en
que el público permaneciera en silencio: más que a un show
de rock, cada encuentro se parecía a una lectura de poesía.
Para Reed, quien siempre quiso ser considerado un poeta callejero, esto
era todo un logro. Cuando se le pasó, volvió a ser el viejo
y admirado Animal del Rocanrol.
La emisión comienza con la voz más seria que se le haya
escuchado a Reed. Entre dos abriles perdí a dos amigos, entre
dos abriles magia y pérdida, recita. En un breve interludio,
adelanta la temática de la obra casi como en una advertencia para
los estómagos flojos. Empezamos con Dorita (una
pieza instrumental), que es una evocación del espíritu humano
en la música. Después pasamos a través de una definición
de la situación vista desde afuera y luego desde adentro, desde
el punto de vista de una persona que sufre de cáncer.
El primer verso que canta es definitorio: La vida es como una gaseosa
de mayonesa. ¿Hace falta aclarar que semejante brebaje sería
de gusto dudoso y difícil de tragar? La canción se llama
Qué sirve y termina diciendo que la vida es buena,
pero no es justa en absoluto. A continuación sigue El
poder y la gloria, con la participación del cantante de jazz
Jimmy Scott (reciente visitante de Buenos Aires). La primera parte de
la obra aborda el dolor: Por dentro soy joven y bello/ queda demasiado
por hacer/ me quitan hasta el aliento. Más adelante, Reed
se enfrenta a la pérdida, y títulos como Misa de despedida
o La cremación lo dicen todo. Entonces le sobreviene
la culpa (Tu optimismo me hizo pensar que lo soportabas bien/ así
que no tuve ocasión de despedirme) y una bronca desbocada
en distorsión en El rey guerrero. Finalmente, tras
pasar por el fuego, comprende que hay un poco de magia
en todas las cosas/ y luego alguna pérdida para compensarlo todo.
El recorrido interior de Reed es inquietante y conmovedor, y un buen ejemplo
de que el rock puede ser bastante más que un tonto estribillo pegadizo.
|