Dura lex, sed lex
Un ex presidente ha quedado preso. Y van dos. Jorge Rafael Videla,
ex integrante de las Fuerzas Armadas y Carlos Saúl Menem,
el primer líder del peronismo tras la muerte de su fundador.
No son dos ex presidentes cualesquiera, dos advenedizos llegados
casi por la libre que huyeron sin dejar descendencia como Fernando
Collor de Mello o Alberto Fujimori. Son emergentes de dos factores
de poder de la Argentina del siglo pasado, la corporación
militar y el más potente partido político de masas.
No están presos como consecuencia de vendettas políticas,
de estados de sitio, de golpes militares o excesos populistas. Están
siendo juzgados por tribunales comunes, acusados de delitos previstos
en los códigos penales. El partido peronista no ha sido proscripto
y, aunque un puñado de energúmenos grite lo contrario,
no está siendo perseguido. Antes bien, gobierna 14 provincias
y pinta bien para ganar las presidenciales del 2003.
Si a eso se añade que la detención de Carlos Menem
se produjo sin que casi nadie excepción hecha de unos
pocos obsecuentes o de parientes cercanos válidamente obnubilados
sospeche de veras que el actual Gobierno esté detrás
de las decisiones, cabría concluir que la Argentina es un
país cuyas instituciones funcionan como un Stradivarius.
Pero ¡ay! no es ésta la percepción de la mayoría
de los ciudadanos. Estos porfían que es la nuestra una tierra
de impunidad, de pactos entre poderosos. Una comarca en la que sólo
los ladrones de gallinas van en cana.
Ese sentido común no es arbitrario ni necio, sino genuino
producto de añares de experiencia. Tal vez lo que esté
ocurriendo en estos días es que algunas cosas están
cambiando, confusa y parcialmente, y los ciudadanos tardan en percibirlas
o en creerlas.
Véase lo que ocurrió hace horas con el procesamiento
de Menem. Desde que se quebró Luis Sarlenga, el círculo
más cercano e informado de la política y los Tribunales
(dirigentes partidarios, funcionarios, jueces, fiscales, periodistas)
empezó crecientemente a atisbar el desenlace. Pero la gente
de a pie, aún aquella bien informada, estaba convencida de
que Menem jamás sería procesado.
Mas, cambió la historia y la Argentina se asoma a un nuevo
escenario político y también cultural. Nadie podrá
sentirse totalmente impune de acá en más, ningún
vaciador de empresas podrá justificarse ante el espejo alegando
que andan sueltos otros peores que él, ningún funcionario
corrupto vivirá exento de temores. ¿Quién estará
a salvo, fuera cual fuera su poder político o su capacidad
patrimonial, si la justicia de los hombres pialó al Jefe
de quebracho y algarrobo?
Es un momento histórico, dijo sin equivocarse ni exagerar
Oscar Roger, uno de los letrados del ex presidente. Como todo hito
histórico contiene rupturas y continuidades. Es novedoso
pero si bien se mira es producto de la continuidad de
las instituciones democráticas, de los límites impuestos
al Ejecutivo por contrapoderes activos: periodismo, francotiradores
infatigables como Monner Sans, particulares damnificados que se
vuelven militantes a partir de alguna afrenta sufrida por el estado,
gremios aguerridos, mujeres de base convertidas en activistas sociales
y tantos otros.
Las instituciones argentinas son imperfectas pero hay millares de
personas que en vez de limitarse a despotricar contra ese
estado de cosas pugnan con vigor, astucia y coraje cívico
para estirar los márgenes de lo posible.
Cambiaron las relaciones de poder, los juicios (penando) siguieron
adelante. Cierta anuencia colectiva hacia los que .roban pero hacen.
fue erosionándose con los años, en parte porque se
fue viendo el balance de lo que hicieron. La fatiga moral de la
mayoría de los argentinos, la que los indujo a optar por
un Presidente tan cómo decirlo apagado y municipal
como Fernando de la Rúa, fue el caldo de cultivo ideal para
que sedesanudaran pactos mafiosos, se soltaran lenguas fieles, se
consumieran temores reverenciales.
El cambio estaba en la secuencia lógica de los hechos. La
gente del común tardó en percatarse porque hija
de duras experiencias sólo cree en lo que ve. Es más
extraño que uno de los últimos en darse cuenta de
cómo cambió la mano fuera uno de los políticos
más astutos del siglo XX: el procesado Carlos Saúl
Menem.
Halcones, palomas
y cóndores
Pareció haber perdido el tino y, antes que el tino, su don
de decidir. Se dejó llevar por todos los consejos y casi
no eligió ningún rumbo. Por unos días se jugó
a la hiperexposición mediática. Pidió un aval
del gobierno norteamericano en el escasamente pertinente para
la alta política atril de Sábado Bus. Designó
tres profesionales de distintos estilos y estudios para que pusieran
demasiadas manos en el plato de su defensa. Accedió a que
le armaran una patética movilización que prometía
decenas de miles de peronistas y allegó medio millar.
Recién el miércoles en el Hotel Presidente Menem pareció
haber elegido un rumbo. Pronunció un discurso relativamente
calmo, se victimizó relativamente poco, no aludió
a persecución política alguna, no cuestionó
al juez ni al fiscal, ni al Gobierno. Saldó así una
cinchada entre quienes le pedían que se pusiera el sayo de
los mártires y perseguidos del peronismo y quienes le aconsejaban
elegir un perfil más acorde con sus actuales circunstancias,
en las que tiene mínima credibilidad y nula audibilidad.
Entre los halcones revistaba su propio hermano, el Senador Eduardo,
que está desconocido, enardecido. Entre los moderados Carlos
Corach, Eduardo Bauzá y Cecilia Bolocco cuya calma y temple
son comentario de todos los que la vieron moverse en estos días
y una de las que más bregó para que su discurso del
Presidente no fuera petardista.
El ex mandatario también se mantuvo templado y respetuoso
ante el juez. Parece haber elegido el rumbo que le proponen Bauzá
y Corach: no erigirse en víctima, no sobreactuar, mostrarse
respetuoso de las instituciones y esperar que el tiempo decante
la bronca que llueve sobre su cabeza.
Ese perfil sosegado no excluye que se vaya filtrando una estrategia
de victimización más sutil. Los menemistas reconocen
la potestad de la justicia pero buscan mellar la credibilidad del
Juez y del Fiscal.
Sus argumentos son impactantes, aunque de magra consistencia:
Aseguran que se violó
el derecho de Menem por haberle adelantado la fecha de la indagatoria.
En verdad, la indagatoria no tiene por qué estar precedida
por un lapso para estudiar el juicio (pregúntenle, si no
a Emir Yoma). Amén de eso, es evidente que quienes se durmieron
para compulsar el expediente fueron los profesionales que patrocinan
a Menem. Comodoro Py y el entorno menemista tienen al menos un punto
de vista común: la defensa técnica del ex Presidente
trabaja poco. No han leído las actuaciones, presentaron
un escrito muy escueto, huérfano de citas jurisprudenciales
y muy parco en citas legales, jugado plenamente a una sola carta:
los actos políticos no son judiciables.
Es un escrito muy pobre dice un operador menemista
hay que hurgar en el expediente, trabajar más, encontrar
errores, nulidades, tiene que haberlos en 22.000 fojas.. Muchos
hombres del ex Presidente lamentan que el hermano Eduardo no se
haya sumado a los defensores. .Tiene más percepción
como abogado que como políticoexplica un peronista
acostumbrado a los vaivenes del poder. Como político
solo conoció la bonanza. Es senador hace 18 años,
sin haber ganado una sola elección, nunca le tocó
la mala y ahora le falta templanza para manejarse..
Dicen que el Juzgado
le hace guerra de nervios al ex Presidente y lo culpan de haber
generado el rumor que cundió como un reguero de pólvora
el miércoles a la mañana: el adelantamiento de la
audiencia y la detenciónpor 24 horas. Curiosamente, en Comodoro
Py endilgaban la versión al propio menemismo. Nadie sabe
de dónde nació la especie que ciertamente creció
en cuestión de minutos, a punto tal que un Secretario de
Estado le avisó a Corach que la detención era un hecho,
que se consumaría a las cuatro de la tarde. No pudo probarse
la génesis del rumor pero es bien posible que tuviera que
ver más con la excitación mediática del momento
que con una hábil maniobra conspirativa cuya utilidad nadie
sabe explicar.
No se quejan de que el
gobierno sea el deus ex machina de lo ocurrido pero sí de
un par de gestos u omisiones. No le pusieron una custodia
decorosa para que fuera a tribunales. Lo expusieron al acoso mediático,
al manoseo, se indigna, ma non troppo, un menemista paladar
negro. También broncan por la falta de algún tubazo
telefónico del Presidente o de Raúl Alfonsín
al flamante preso. Por último, embisten contra .esa conversa.,
Patricia Bullrich, la única integrante del Gabinete que le
dio duro a Menem. Desde la Rosada y aledaños replican que
desde el propio oficialismo (con Chrystian Colombo a la cabeza)
le pidieron a la Ministra de Trabajo que bajara los decibeles. Ella
hace de policía malo, malician los menemistas.
La base de su estrategia es sutil, compleja. No enfrentar a la opinión
pública embravecida con Menem, poco dispuesta a oírlo
y menos a creerlo. Dejar sentado que el ex mandatario acata a la
justicia pero ir instalando la sensación de que se lo está
linchando o algo así.
Barajas ocultas
En un segundo plano se manejan movidas menos presentables y menos
confesables. Contemos una, no la más horrible.
Menem puede hacer daño comenta como si tal cosa
uno de sus laderos ¿Se imagina a Menem todo el día
solo, pensando en hacer maldades?
Página/12 se lo imagina pero dice que no, para seguir oyendo.
Todos tenemos trapitos sucios, negocios ocultos. ¿O
acaso los hijos del Presidente, su amigo Fernando De Santibañes,
los chicos de Franja Morada no tienen o han tenido problemas judiciales?.
Y no dice más, pero sonríe.
Pero no hay soberbia en los cuarteles menemistas. Urso hace rato
que tiene las blancas y todos lo saben. Por lo pronto, todos imaginan
un futuro complicado para Alberto Kohan. Por tres motivos:
Lo comprometió
la declaración del general Martín Balza.
Saben que los investigadores
judiciales están convencidos de que fue el cerebro de la
operación.
Sospechan que Urso tiene
una tirria especial hacia Kohan, a quien atribuiría operaciones
mediáticas tendientes a desacreditarlo.
En verdad, quienes visitan la quinta del Gordo (ahora
no lo está tanto) Armando Gostanian en Don Torcuato dan como
un hecho la citación a indagatoria de Kohan. Esperan, como
compensación, que Urso también agende a Domingo Cavallo,
confiando en que eso galvanizará al Ejecutivo.
Escenarios
Los escenarios judiciales están abiertos, para qué
hablar de los políticos. Catatónica, la corporación
política guarda silencio y acaso pone sus barbas en remojo.
Al fin y al cabo, si hay un mani pulite no puede encarnizarse sólo
con la oposición, por vulnerable que ella sea.
Nada cambia de un día para el otro. Pero nada será
igual desde el 7 de junio, un día del periodista que iluminó
una noticia que perdurará por años. Solo de toda soledad,
casi sin apoyos políticos, despreciado por el mismo pueblo
que lo votó dos veces, Menem se encontró ante un Juez.
Una escena inimaginable hace diez años, o cinco o tres. Una
prueba de que el poder en la democracia no es eterno, ni absoluto.
Un cambio de época innegable, cuyos alcances nadie puede
atreverse a profetizar. Pero no esde movida mala una etapa que arranca
imponiendo la ley a los impunes y los límites a los poderosos.
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