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DE LA RUA DEJO LA CLINICA, PERO DEBE PERMANECER EN OBSERVACION
Seis meses bajo la lupa médica

Ayer le dieron el alta, pero debe cuidar de que no se produzca una reestenosis. El Gobierno lo vivió como un triunfo.

El Presidente fue dado de alta ayer. Debe cuidarse, hacer ejercicio y evitar el estrés.
Cavallo le propuso que “lo exteriorice”, como hacen él y Ramón Mestre, dos grandes chinchudos.

Por José Natanson

Fernando de la Rúa abandonó ayer la clínica en donde el viernes pasado le realizaron una angioplastia en la arteria coronaria derecha. Aliviados, los funcionarios se peleaban por ver quién subrayaba con más énfasis la óptima salud del Presidente, como si se tratara de un triunfo político. “Su estado es excelente, sin ninguna complicación”, dijo Héctor Lombardo. “Está extraordinariamente bien. Lo han puesto en insuperables condiciones”, exageró el vocero Juan Pablo Baylac. Pero, más allá de la versión rosa del Gobierno, la realidad no es tan perfecta: puede que no suceda nada, pero de todos modos De la Rúa debe permanecer seis meses en estricta observación. El problema es que durante ese período hay riesgo de que se presente una reestenosis (reangostamiento), que puede llegar al extremo de convertirse en una obstrucción. En ese caso se haría necesaria una nueva angioplastia o incluso una operación a corazón abierto para la realización de un by pass.

La historia

La versión oficial insistió en que no hubo riesgo en ningún momento, pero Página/12 reconstruyó la realidad de la evolución de la salud del Presidente a través de una fuente de primerísima mano.
Todo comenzó el domingo pasado, cuando De la Rúa se sintió mal. Como su médico personal, Luis Antonio Cao, se hallaba en el exterior, el Presidente decidió llamar a Fernando Otero, responsable de Medicina Nuclear en el Instituto del Diagnóstico, el mismo lugar donde había sido atendido en noviembre de 1999 por un neumotórax.
Allí fue el domingo a la noche, en el más estricto secreto, para practicarse un spec o cámara gamma. Es una ergometría que se realiza con la inyección de material radiactivo (generalmente talio). Al concluir la inyección, y en pleno esfuerzo, se efectúan 36 tomas del corazón. El estudio determinó la existencia de una isquemia (falta de irrigación en las paredes del corazón) de la cara inferior derecha del corazón a muy bajo esfuerzo (como el que se realiza para subir un tramo de escalera).
Los médicos le recomendaron que permaneciera durante la noche en esa clínica, de modo de aprovechar la dilatación arterial producida para realizarle una angiografía: un reconocimiento interno de las arterias mediante la introducción de un catéter, munido de una minúscula cámara de video. Es el paso natural siguiente a la cámara gamma y permite una apreciación mucho más certera de la afección. El nuevo estudio era imprescindible para completar el diagnóstico, y, por lo tanto, evaluar el verdadero peligro que corría el Presidente.
Sin embargo, De la Rúa prefirió marcharse. Aunque preocupados, los médicos lo dejaron ir. Para colmo, dos días después emprendía un viaje al Chaco. El objetivo era inaugurar un plan social junto al gobernador Angel Rozas, pero resultó que un grupo de manifestantes con espíritu belicoso ingresó al lugar del acto y De la Rúa tuvo que suspender el asunto. Volvió enojado, con nuevos dolores y molestias a causa de una angina de pecho distendida. Así siguió hasta que el jueves por la mañana retornó de Europa su médico de cabecera, que lo convenció de internarse en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires.
El viernes le practicaron la angiografía que no se dejó hacer el domingo. Se le detectó una obstrucción en la arteria coronaria derecha, por lo que inmediatamente decidieron hacerle una angioplastia. Es un procedimiento muy común entre las personas con problemas de circulación, que consiste en la introducción de un catéter para destapar la arteria.
La operación fue exitosa. Ahora, el Presidente debe afrontar un período de seis meses de observación. Puede que no suceda nada, pero también hay posibilidades de que se presente una reestenosis que puede llegar al extremo de convertirse en una obstrucción, en cuyo caso se haría necesariauna nueva angioplastia o incluso un by pass. Aunque desarrolle sus tareas normales, tiene que mantenerse bajo observación.
Para colmo, tal como informó ayer este diario, De la Rúa tiene una obstrucción seria, que no fue reparada, en la rama descendente anterior de la arteria coronaria izquierda (ver aparte).

Alivio

Ayer, los funcionarios, familiares y amigos que desfilaron durante la mañana por la clínica obviaron los detalles clínicos y optaron por destacar el éxito de la operación. “La evolución ha sido excelente, no presenta ninguna complicación y por lo tanto los médicos han decidido enviarlo a su residencia”, explicó Lombardo. “Estoy muy contento de que ande bien”, aseguró Raúl Alfonsín. “Durmió bien. Está en buen estado y quiere estar el lunes en Gobierno”, dijo Inés Pertiné.
El que dio la nota, como siempre, fue Domingo Cavallo. Subió a la habitación, saludó a De la Rúa, le aconsejó “comer más pescado” y lo invitó a que corran juntos. Después, en diálogo con los periodistas, siguió con las sugerencias. “Hay que exteriorizar el estrés. A nosotros el estrés nos sale de las expresiones, lo sacamos para afuera, como hago yo o hace (Ramón) Mestre”, dijo, en referencia al otro chinchudo famoso del Gobierno.
Los médicos lo revisaron por la mañana y al mediodía y no encontraron inconvenientes, por lo que decidieron darle el alta. Le recomendaron trabajar menos horas, comer más sano, hacer un poco de ejercicio, y De la Rúa prometió cumplir. A las cuatro de la tarde, De la Rúa se levantó de la cama, fue al baño a lavarse la cara y salió vestido con el impecable traje azul que le había preparado Inés Pertiné. Estaba de excelente humor. Saludó a los amigos que se habían acercado, le dio la mano a los médicos y salió de la clínica acompañado por su hijo Aíto. “Estoy muy bien”, dijo, sonriente, antes de subirse al auto que lo conduciría a Olivos.

 

OPINION
Por Martín Granovsky

La verdadera situación

El ministro de Salud, Héctor Lombardo, que además de amigo de Fernando de la Rúa es el vocero del Gobierno sobre el corazón del Presidente, dijo el viernes que la información específica es “un tema de Estado”. Tiene razón. En este sentido, la salud de De la Rúa no pertenece a su intimidad y los ciudadanos tienen el derecho de conocer exactamente, para decirlo en el didáctico lenguaje de Lombardo, cómo funcionan el músculo y las cañerías del Presidente.
Página/12 publicó ayer en exclusiva que De la Rúa no solo presentaba un problema de obstrucción en la coronaria derecha, la que fue intervenida por los médicos con el sistema de angioplastia y stent. Según los estudios, el Presidente también tiene un problema de oclusión en un tramo importante de la descendente anterior de la coronaria izquierda.
El ministro de Salud dijo ayer que no existe “cualquier otro tipo de lesión” que pueda poner en riesgo su salud. Es una verdad a medias. La realidad entera es así:
El corazón de De la Rúa reaccionó bien a la angioplastia.
El músculo cardíaco funciona incluso con la obstrucción informada por este diario, y no por el Gobierno.
Si no hay complicaciones, ese funcionamiento podría seguir siendo absolutamente normal.
Si esa situación se da, la lesión actual no pondrá en riesgo su salud ni su vida normal.
Este diario confirma la noticia publicada en su edición de ayer, que por otra parte no incluía ningún pronóstico sobre el futuro del corazón presidencial, lo cual hubiera sido muy poco serio.
Tiene razón el ministro: a veces las arterias (las cañerías, diría él) son un tema de Estado. Y la manera en que se informa oficialmente de ellas también.

 

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