Los nostálgicos pueden
recordar las primeras voces de Tita Merello en el cine, deleitarse con
los gritos del último Racing campeón o ruborizarse al escuchar
las medidas anunciadas por antiguos ministros de Economía. Los
más jóvenes pueden, en una rara y disfrutable experiencia,
acercarse al pasado que no vivieron. Todo esto gracias al nuevo programa
De boca en boca. Fragmentos de historia argentina que establece
un recorrido temporal desde 1950 en adelante, y se emite los domingos
(hoy será el segundo programa) a las 14 por Radio Nacional, utilizando
un importante archivo sonoro. La idea, el guión y la dirección
es de Daniel Alvarenga y la producción es de la Escuela Terciaria
de Estudios Radiofónicos (ETER) que dirige Eduardo Aliverti, a
la vez encargado de la conducción del programa. De boca en
boca... es una apelación a la memoria, un tema que siempre
despierta polémica en Argentina, y del cual el conductor tiene
una opinión fundada. En diálogo con Página/12, Aliverti
sostiene que hay muy poca memoria en los medios. Uno está
habituado a escuchar columnistas, y me incluyo, que para sostener determinadas
afirmaciones respecto del presente no usan archivos ni citas del pasado,
que sostengan ese tipo de opinión.
Una de las características del ciclo es que no tiene en cuenta
sólo la dimensión política, sino también la
artística, cultural, deportiva, musical, etcétera. ¿Por
qué lo prefirió así?
Porque se resolvió contar no sólo a partir de lo político
sino desde lo cotidiano, sin preeminencia de una cosa sobre la otra. Nos
parece que ese sentido artístico le da un carácter mucho
más dúctil a la propuesta, y permite apuntarle a un target
de público más amplio que si sólo se encarase como
una lección netamente política en cuanto al tipo de material
que se difunde. También el archivo sonoro que se consiguió
tiene altas dosis de emotividad en diversos planos. Y, por otro lado,
no me parece que hiciera a la mayor seriedad posible encarar un recorrido
por 50 años de la historia argentina desde la radio nada más
que desde un plano.
En cuanto a la manera de contarlo, antes que una pedagogía,
parece querer entablar un tono intimista con el oyente, como queriendo
compartir lo que en épocas pasadas fue cotidiano...
Depende mucho de los textos, pero en general es así. Se trata
de contar y no de leer. Yo creo que la radio de hoy ha perdido bastante
del contacto más íntimo con el oyente. En realidad, lo que
subsiste es la imaginación del oyente, en el sentido de qué
le están hablando más que el cómo se le habla por
parte de los comunicadores. Seguro que hay excepciones a esto, pero son
confirmaciones de la regla. Por otro lado, hay que pensar en el horario
y en el día del programa. El domingo a primera hora de la tarde
no es un horario al que a uno se le ocurriría tomar una relación
absolutamente distante con el oyente, sino que va más a un tipo
de escucha hogareña.
¿La idea es que contar fragmentos de historia sirva como
disparador para la reconstrucción individual del oyente?
Sí, absolutamente. Por las cantidad de material que hay,
no podríamos sino contar fragmentos. Imagínese que estamos
trabajando con aproximadamente 300 casetes y, si además la idea
es avanzar por años, sería imposible, o al menos improbable,
centrarse en algún punto en particular. Son cincuenta años.
Por lo tanto, a priori, hay establecida una continuidad del programa muy
alta donde la idea es reflejar un poco de todo y no mucho de nada. En
ese sentido, la palabra disparador, tanto desde el punto de
vista del archivo sonoro histórico como del relato de lo cotidiano,
nos va a marcar una mejor definición.
¿Cómo se imagina que puede aprovechar De boca
en boca alguien que vivió en los años que el programa
desarrolla y alguien que no estuvo?
Para empezar por lo segundo, creo que quien no vivió lo que
está escuchando, se encuentra con un material rítmico, dinámico,
que le pegamuy fuerte a lo emocional y que, a partir de ahí, le
genera ganas de interesarse más en un tema en particular. En este
sentido, creo que el programa está bien guionado. Para quien vivió
lo que escucha, creo que no hay una respuesta universal. Ahora se están
emitiendo los años 50, que están atravesados por la antinomia
peronismo-antiperonismo, y es el tipo de material que más enconos
puede llegar a suscitar. El programa halló un punto intermedio
en este tema porque se planta frente al peronismo ni como un fenómeno
exclusivamente autoritario, ni como algo ligado exclusivamente a la dignificación
de la vida del trabajador. Esto es radio, y las emociones cuando entran
por el oído son muy individuales y, aun un tipo como yo, por ejemplo,
que no soy peronista, me conmovía el otro día escuchando
un discurso de Eva al país. Quizás otros períodos
de la historia, como el recuerdo de los últimos años de
la dictadura, generen en sí una respuesta más universal,
del tipo qué hacía yo en aquellos años...
Cuando se escuchen sobre todo algunos reflejos de las manifestaciones
populares a favor del régimen, por ejemplo.
Usted hablaba de lo emocional, y el programa juega con los estilos
de época. Tal es el caso de la emisión de viejas publicidades.
Parece proponer un viaje por la imaginación del oyente antes que
un relato...
Las dos cosas, creo que el relato está dado por el tipo de
locución que yo efectúo. Está más ligado al
contar y al decir que al leer. Y el tema del viaje está estructurado
en cuanto a cómo está guionado, incluso en los tiempos de
verbo que se usan. Por momentos se habla como si se estuviese en el lugar
y en la época, y no visto de modo retrospectivo. Me parece que
son las dos cosas. Creo que es estructura-relato y, además, la
estructura-guión intenta apuntar a que la gente se sienta como
en el momento en que ocurría.
Cada acontecimiento histórico cuenta con el testimonio de
los protagonistas. ¿Esto ayuda a darle un viso más real
aún a la historia?
Sí, y en el caso de esto hay como una suerte de adaptación
del material que se tiene a la posibilidad de conseguir al protagonista.
Porque esto también te va guiando. Si uno tiene la idea en la cabeza
pero no tiene la voz que la representa, difícilmente el mensaje
tenga impacto. En ese sentido, no es que se esté corriendo detrás
del tipo de material que se tiene, pero sí se tiene muy en cuenta
con qué contamos para estructurar el guión en base a ese
material.
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