Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


DE JOHN LENNON AL NUEVO GASOMETRO
Romeo, doble fantasía

El delantero concretó el sueño múltiple que lo desvelaba desde comienzos del Clausura: consagrarse campeón y goleador. Pese al desgarro que sufrió en la 14ª fecha, lo consiguió.

Estoy muy feliz. Doblemente feliz.” ¿Por el título? Sí. ¿Por la consagración como goleador en el torneo? También. Bernardo Romeo, 23 años, se convirtió en uno de los símbolos de este San Lorenzo campeón porque tuvo la mayor responsabilidad en el más destacable atributo del conjunto, esa racha ganadora de 11 partidos que aterrizó ayer en la consagración.
De baja estatura, pero implacable en el juego aéreo, no tuvo definida en su niñez su vocación deportiva. En Tandil, su ciudad natal, jugaba al rugby en el club Los Cardos. “Jugué un tiempo de wing. Me seleccionaron por mi velocidad. Tenía 13 años. Después, como aprendía poco, dejé. ¿Qué hacía? Agarraba la pelota y corría para adelante, nada más.”
El bicho del fútbol lo picó a fines de 1990, cuando su tío, Daniel Romeo, un ex jugador de Estudiantes, dirigía al Nimes de Francia, y lo invitó a pasar una temporada. El pibe Bernardo, que por entonces tenía 13 años, se quedó dos meses en ese país europeo, estadía de la que guarda los mejores recuerdos: se sacó fotos con Jean Pierre Papin y Eric Cantona, entre otros. Su futuro estaba decidido.
Un año después armó el bolso, dejó Tandil y eligió a La Plata para tentar fortuna. Estudiantes le abrió sus puertas después de una prueba convincente. A los 15 años empezaba a ilusionarse con goles y vueltas olímpicas.
Dos años después dio el gran primer paso cuando José Pekerman lo convocaba para la Selección juvenil. “Aquello fue inolvidable. Fue una etapa plena de satisfacciones y elogios. Fui campeón en el Sudamericano de Chile y en el Mundial de Malasia.”
Romeo no duda en definirlo a Pekerman como “un fenómeno”, porque “no sólo se preocupa por lo futbolístico sino también por el ser humano. Es un tipo reflexivo, respetuoso e inteligente. Sabe y tiene alma docente”.
En conflicto con Estudiantes, pasó a San Lorenzo en 1998. Alternó la titularidad con el uruguayo Sebastián Abreu, pero a la llegada del entrenador chileno Manuel Pellegrini se afianzó en el puesto. Convirtió goles en cuatro de los cinco primeros partidos del torneo... y tuvo una doble fantasía.
“Pellegrini es un intelectual, que sabe mucho de fútbol. Sabe transmitir lo que quiere, es ordenado y jamás gesticula o grita para imponer una orden. Lo más importante es que le encontró la vuelta a un plantel con muy buena materia prima para concretar un campeonato”, describió.
Se asustó cuando aquel pique contra Los Andes casi lo deja afuera del campeonato: la huelga de futbolistas le dio un respiro. Era demasiada buena suerte, o una señal. Regresó contra Argentinos, en la noche del martes, la noche en que San Lorenzo empezó a acariciar el título.
“Este es un equipo sólido, tiene buen fútbol, es contundente y tiene mucha hambre de gloria”, juzga, pero a la vez se ataja: “Soy consciente de que con este título y mi galardón de goleador no alcanza porque el hincha de San Lorenzo quiere lo que nunca pudo alcanzar: un título internacional. Si este plantel sigue, o si tan sólo sufre un par de bajas por ventas, es probable que lo consiga”.
Ese título llegó tras el gol de penal, el decimoquinto de su cuenta personal en los 16 partidos que jugó. “Creí que Castellano lo atajaba, pero por suerte la pelota se le coló entre las manos y entró.”
Ahora suena la posibilidad de una transferencia al Valencia o al Brescia. “No sé de ninguna oferta por mí. Uno es profesional y se ilusiona con jugar en España o Italia.” ¿Otra doble fantasía?
“Sé que cumplí, que no defraudé a nadie. Quiero tener un nuevo sueño, como dar la vuelta olímpica con San Lorenzo en cualquier parte del mundo. Será la mejor manera de pagar tanta gratitud.”

 

PRINCIPAL