Por
Diego Schurman
Exhaló
el humo de un Winston prestado. Se tomó unos segundos y luego asintió.
Sí, sí. Vayan al frente con todo eso.
Carlos Menem no necesitó agregar nada más. Volvió
a sumergirse en una profunda pitada. El ex presidente acababa de prestar
su acuerdo para la nueva estrategia: forzar el desplazamiento del juez
Jorge Urso y el fiscal Carlos Stornelli de la causa que investiga la venta
ilegal de armas.
La opción que analizaron los abogados el fin de semana es la de
impulsar un pedido formal a Urso para que cite a declarar en calidad de
testigo a Domingo Cavallo. Durante la gestión menemista, el ministro
firmó junto a varios de sus pares los decretos de las operaciones.
Sin embargo, a diferencia de ellos, nunca fue convocado a Comodoro Py.
¿En qué beneficia a Menem que Cavallo sea citado?. El actual
titular del Palacio de Hacienda ya recusó a Urso en otra oportunidad.
Y logró su cometido de sacar al juez de la causa. Menem sueña
que el caso de la venta de armas ocurra lo mismo.
En el bunker de abogados de Menem, donde el desasosiego es un visitante
cotidiano, confirmaron la nueva estrategia.
Para nosotros Cavallo está en iguales condiciones que los
imputados, y al menos lo tiene que citar en calidad de testigo.
Pero el juez no está obligado le comentó Página/12.
Puede rechazar nuestro pedido... pero no puede ignorar una situación
que, por lo menos, es llamativa.
Fuentes judiciales insistieron anoche a este diario que Cavallo no figura
en la agenda de Urso. Por ahora no hay elementos, aseguran
crípticos. Las especulaciones se cotizan en bolsa: en el mundillo
de los tribunales federales de Retiro dan por hecho que el nombre del
ministro de Economía no aparecerá hasta después de
conocerse el procesamiento de Menem.
Paradojas de la vida
En el círculo áulico del ex mandatario no se resignan. El
ala política anunció que hará un juego de pinzas
con los abogados para forzar la citación de Cavalllo. En rigor,
la cruzada contra Urso tuvo entre los primeros cultores a Eduardo Bauzá
y Carlos Corach. Lo hablaron reiteradas veces en esa suerte de paraninfo
que se convirtió la Fundación de Estudios para la Argentina
en Crecimiento, la segunda casa de Alberto Kohan.
El juez no cita a Cavallo porque no quiere desprenderse de la causa.
Eso es política pura y no cumple con lo que demanda la causa
se desangraron más de una vez los menemistas a la hora de congeniar
el discurso que harán correr a la prensa.
Eduardo Menem habló directamente de motivaciones espurias
del juez. Pero el hermano del ex presidente no se animó a detallarlas.
Aunque, junto a sus compañeros, volvió sobre el atajo-Cavallo.
Paradojas de la vida: los propios detractores de Ricardo Monner Sans ahora
lo toman de bandera.
Es que el abogado el denunciator, como varios justicialistas
lo llaman para denigrarlo en un pretendido pero inexistente inglés
fue uno de los primeros que comenzó a mirar hacia el ministro de
Economía apenas se hizo efectiva la detención de Menem.
El atajo Cavallo será una estrategia de cabecera. Pero no por ello
se abandonarán otros caminos. Como hace tiempo, hay varios planes
y demasiado desconcierto.
Mariano Cavagna Martínez y Oscar Roger, miembros del staff de abogados
del ex presidente, analizaron los pasos a seguir con Corach en la casa
de Armando Gostanian. Esta vez hubo un lenguaje común, por ahora
más cercano a una respuesta política que judicial: la certeza
de que la asociación ilícita figura en un artículo
de los tiempos del ex presidente Juan Carlos Onganía y que su aplicación
no debería extenderse más allá de laguerrilla,
según el textual utilizado por uno de los participantes del encuentro
con Menem.
En verdad ya existen antecedentes en la materia posteriores a los años
de plomo y las dictaduras militares. Fue el utilizado por la Sala II de
la Cámara en un caso farandulesco que hizo explosión en
los medios: aquel que involucró al juez Hernán Bernasconi
con secretarios propios y policías.
Mi amigo el fiscal
Urso no es el único blanco de Menem. A Stornelli lo tiene entre
ceja y ceja. De esa inquina está saturada Cecilia Bolocco. La mujer,
abocada en las últimas horas al bordado de un tapiz, sigue conteniendo
la ira de su flamante marido. Sin embargo, estaba en otro cuarto en la
tarde de ayer cuando le comentó a Javier Mouriño la necesidad
de apretar el acelerador contra el fiscal.
El legislador comentó que en el día del Ejército,
Stornelli se perdió en un abrazo con Luciano Benjamín Menéndez,
ex jefe del Tercer Cuerpo en la última dictadura. Ese fiscal
es un procesista, se junta con los gorilas del proceso. Fue miembro de
la secretaría de comunicaciones de Videla, buscó endulzar
a su jefe. Habrá que ver cuánto conmovió a quien
fuera responsable de los polémicos indultos a dictadores y represores.
También intercambiaron opinión sobre un artículo
de Clarín, donde se mencionó un contacto de Stornelli con
un funcionario radical para develar, en noviembre pasado, si existía
un compromiso con la oposición sobre el tema armas. En ese fecha
el rumor de la sociedad radical-justicialista era fuerte:
había pasado apenas un mes de la renuncia de Carlos Chacho
Alvarez a la presidencia de la Nación. El vicepresidente había
denunciado supuestas coimas en el Senado, un delito en la que habrían
incurrido legisladores de la UCR.
Un Menem informal, de vaquero y remera negra, había tomado la información
con disgusto ya que De la Rúa nunca lo puso al tanto de esos contactos,
según relataron a Página/12 fuentes menemistas. En cambio,
cerca del fiscal se apuraron en negar el dato. El único contacto
de Stornelli con el radicalismo fue en el año 98, en una charla
con Carlos Becerra que no fue por el tema armas, dijeron a este
diario.
Las denuncias de persecución política no cesa
en el entorno de Menem.
El propio Mouriño la puso de manifiesto en el té que compartió
con el mandatario. Amado y Munir Menem, junto a sus esposas, y también
el dueño de casa, Gostanian, fueron testigos cuando el legislador
le entregó La realidad: un año de tiranía,
escrito por Juan Domingo Perón.
La letra de la dedicatoria es elocuente: Esto te va a recordad lo
que son capaces los gorilas cuando vuelven al poder, dice el texto.
A esa altura ya estaba presente Bolocco, de camisa beige, y su sombra
Ximena Campbell.
Menem ya venía enfrascado en la lectura. Y se dejó fotografiar
ayer en los jardines de la casa de Gostanian aquellos que supieron
verlo brindar con, por ejemplo, el conjunto mexicano Maná
entregado a la lectura. El libro que lo tiene ocupado es la biografía
de Napoleón Bonaparte, de Geoffrey Ellis, de la colección
perfiles de poder.
Bicicleta fija
La jornada no sólo estuvo dedicada a la lectura. Menem miró
con Daniel Scioli varios tramos del partido que consagró a San
Lorenzo campeón del torneo Clausura. Y hasta se animó a
una humorada.
Yo soy presidente honorario de San Lorenzo y puedo festejar porque
son amigos míos se vanaglorió el ex presidente, un
reconocido hincha de River Plate.
Entrada la noche, apoltronado en un sillón de varios cuerpos, siguió
con sus ojos clavados en el televisor. La película elegida fue
El Patriota, que pasaban por un canal de cable. Claro que antes de distenderse
y volver loco con sus órdenes a Ramón Hernández,
salió al cruce de varias informaciones sobre las que abundaron
los medios todo el fin de semana.
u Negó delante de Martha Alarcia, Jorge Castro y Francisco Mayorga,
otros de las incondicionales que lo visitaron ayer, que fuera de su intención
mudarse. Eso surgió el otro día porque se cortó
el agua pero él quiere quedarse acá, relató
un testigo de las palabras de Menem.
u Insistió con su firme deseo de encontrar el apoyo expreso de
los gobernadores. Durante esta jornada, sus abogados le pedirán
a Urso que expresa taxativamente cuáles son las limitaciones que
tiene su cliente en cuanto a las visitas. Si no logra introducir a los
mandatarios provinciales a la quinta, intentará convencerlos para
que escriban un comunicado de apoyo durante esta semana, cuando se reúnan
para analizar la situación financiera de sus provincias. En esa
tarea está el pampeano Rubén Marín.
u Mandó a frenar las versiones del indulto. Menem tiene miedo que
eso se traduzca automáticamente como un reconocimiento de la culpa
en el tráfico de armas. Y por eso pidió a su gente bajar
el tono y negar en público que sea de su interés. Aunque
las operaciones en ese sentido siguen viento en popa.
Antes de dormir le planteó a Federico Azzarini otra gran preocupación.
El vocero del ex presidente, que ya planeaba partir, escuchó el
deseo de Menem de iniciar una actividad física, seguro de que no
podrá volver a los campos de golf por mucho tiempo. Anoche ya se
había ordenado conseguir una bicicleta fija.
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