Por
Javier Lorca
Como
eco de un debate que parecía acallado hace décadas en la
Argentina, la semana pasada la Conferencia Episcopal Argentina reiteró
su imperturbable posición: que las escuelas públicas enseñen
religión. Página/12 consultó a dos especialistas
sobre las relaciones que existen, en el resto del mundo, entre escuelas
y credos. El diagnóstico es claro: con la excepción de los
países fundamentalistas, la educación dogmática
está en retirada. La tendencia general es hacia la
escuela laica. Aunque los tipos de relación entre la escuela y
la enseñanza religiosa son muy diversos. Hay países donde
se enseña religión; otros donde no; otros donde se enseña
pero no lo hacen los maestros sino representantes de las iglesias,
asegura Juan Carlos Tedesco, director del Instituto de Investigación
y Planificación Educativa de la Unesco.
Sobre el nuevo embate del Episcopado argentino, Rafael Gagliano, profesor
de la carrera de Ciencias de la Educación de la UBA, razona: Los
vínculos entre el Estado y la Iglesia no están saldados
del todo. Desde el 55, hay un equilibrio en el que la religión
se canaliza a través de las escuelas privadas, entre las que hay
algunas parroquiales gratuitas, y la enseñanza laica, no dogmática,
fluye en la escuela pública describe. Pero el Estado
nunca tuvo un proceso profundo de laicización y la Iglesia tampoco
quiso separarse del todo. Esta ambigüedad es el caldo de cultivo
para situaciones como las que se viven en Catamarca y otras provincias
del norte.
En América latina predomina la enseñanza laica,
asegura Tedesco. De hecho, Gagliano apunta que en Uruguay o en México,
por ejemplo, sería impensable la educación religiosa. En
Uruguay la situación está resuelta. Hay una fuerte tradición
laicista que viene desde principios del siglo XX. En su origen, es la
misma tradición liberal que hubo en Argentina. Pero allá
fue consecuentemente liberal, mientras que acá fue atravesada por
intereses militares y conservadores. Por su lado, y pese a
que se trata de un pueblo profundamente religioso, en México hay
una clara separación entre Iglesia y Estado. Son ámbitos
diferentes, sin que ello vaya en desmedro de la importancia de la religión.
Este tipo de enseñanza se canaliza a través de otras escuelas,
no de las públicas. En países como Colombia y Venezuela,
la pertinencia o no de incluir religión en la educación
pública también se ha debatido en forma reciente. Siempre
tuvieron educación religiosa y ahora discuten qué hacer,
dice Gagliano.
Dentro del continente, Estados Unidos es un caso aparte. O mejor: un cúmulo
de casos. La separación entre el Estado y la religión es
mucho mayor en los estados del norte que en los del sur, tradicionalmente
más conservadores, aseguran los expertos. De todos modos,
en Estados Unidos hay mucha presencia de la religión en las escuelas,
sobre todo porque hay muchas iglesias protestantes con una presencia muy
fuerte en las comunidades cuenta Tedesco. En los estados más
atrasados, los sectores religiosos han llegado a plantear que no se enseñen
las teorías de Darwin.
Para los especialistas, en Europa, como principio, no hay educación
dogmática. Pero en muchas naciones la religión está
incluida entre los contenidos obligatorios. Los países que
enseñan religión nunca dan una en detrimento de otras. Siempre
lo hacen como una opción que eligen los padres y que no dictan
los maestros, sino ministros del culto. Esto se da en muchos estados conservadores
de Alemania. Y también en Italia, explica Gagliano. En
Alemania, como en Inglaterra, la descentralización de la educación
es muy grande. Como está en manos de los municipios, hay mucha
diversidad de situaciones, dice Tedesco.
Con una fuerte tradición racionalista y laica, Francia también
debatió la cuestión de la religión en la escuela,
aunque con un enfoque muy distinto al del Episcopado nacional. En
los últimos años, los franceses revisaron la idea de laicismo.
Se replanteó el significado del concepto -dice Tedesco. `Laico
ya no significa lo mismo hoy que a fines del sigloXIX. En aquella época
implicaba neutralidad frente a los valores religiosos. Hoy se empezó
a pensar al laicismo en las escuelas como a un espacio público
que debe permitir el encuentro, la convivencia de diferentes valores.
No ignorar las creencias del otro, sino, justamente, conocerlas y aceptarlas.
El debate estalló como otra consecuencia de la migración
árabe y de que el islamismo haya crecido hasta ser la segunda religión
del país. El disparador fue si las chicas árabes podían,
o no, ir a la escuela con sus velos musulmanes (chador). Algunos
sectores planteaban que si no había religión en la escuela
no podían llevarlos, explica Tedesco. La tendencia
predominante fue que en la escuela, si bien no debía darse educación
religiosa, debía brindarse conocimiento sobre las diversas religiones,
historia de las religiones, el rol de cada una en las sociedades, su valor
antropológico.
Lejos de la tradición francesa, España tiene acuerdos internacionales
con el Vaticano, así como con las confesiones israelitas, islámica
y otras. Básicamente, con los tratados incorpora esas religiones
a la enseñanza oficial, como contenidos obligatorios, como una
materia más. La religión tiene un status importante en la
escuela, pero no es educación católica únicamente,
afirma Gagliano. En la escuela básica, según sus credos,
son los padres los que optan por la religión que aprenderán
sus hijos. En el bachillerato, son los propios estudiantes, ya adolescentes,
los que pueden elegir entre continuar recibiendo enseñanza religiosa
o contenidos referidos a la vida sociocultural española. Concluyó
Gagliano: Son sociedades pluralistas. Nadie piensa que hoy es posible
educar dentro de una ortodoxia determinada.
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