El
rompecabezas de la muerte del cabo Daniel Víctor, de la Policía
Federal, ocurrida ayer a la madrugada, todavía está por
armarse pero ya se conocen varias de sus posibles piezas: un auto, robado,
en el que viajaban los homicidas; un camión blindado que, casi
simultáneamente, llegaba a un supermercado junto al que fue baleado
el suboficial; un arma, del policía, fuera de su funda. Víctor
fue baleado en la medianoche del sábado, en Curapaligüe y
Alberdi, cuando manejaba su auto particular hacia la seccional 38ª,
en la que trabajaba, y falleció horas después. Hasta ahora,
no hay testigos del hecho, con el cual llegan a 24 los policías
federales muertos este año en actos de servicio.
A las 23.50 del sábado, el cabo Daniel Héctor Víctor
manejaba su Fiat Spazio por Curapaligüe hacia Juan Bautista Alberdi,
en el barrio porteño de Flores. Venía de cumplir servicio
en su parada habitual y se dirigía a la 38ª, en Bonorino al
200, para quitarse el uniforme y retirarse a su domicilio. Cuando doblaba
por Alberdi, desde un Peugeot 405 le dispararon. El Fiat, fuera de control,
fue a estrellarse contra la columna del semáforo.
El policía vestía chaleco antibalas. Primero pensamos
que no lo habían herido, que estaba en estado de shock, dijo
a este diario una fuente policial. En realidad Víctor había
recibido una bala que, justo en el borde del chaleco, entró por
la axila y, casi sin hacerlo sangrar, le produjo una hemorragia interna
en el pulmón. El policía fue trasladado al Hospital Churruca,
donde murió a las 3 de la mañana.
No aparecieron testigos hasta ahora. Tal vez simplemente no los hubo pero
ya se sabe, a veces la gente no se anima a hablar, comentó
la fuente, en el velatorio del suboficial.
Sí hubo testimonios de la huida a gran velocidad de un 405. Ayer,
en la calle Ana María Janer al 1800, barrio de Nueva Pompeya, apareció
un auto de ese modelo donde había vainas servidas, muy probablemente
de las balas que mataron al policía. El Peugeot 405 había
sido robado en Villa Lugano la noche del sábado.
En la misma cuadra donde Víctor fue baleado hay una sucursal del
supermercado Coto, que a su vez tiene otra entrada, para carga y descarga,
sobre la calle Ramón L. Falcón, del lado opuesto de la manzana.
A la misma hora en que murió el cabo Víctor, un camión
blindado llegaba a esta entrada para recoger la recaudación del
supermercado.
Es posible que el 405 estuviera dando vuelta la manzana para tratar
de asaltar el blindado, dijo la fuente policial y agregó
que todavía no se tomó testimonio a los empleados
del blindado. Ayer, el encargado de la sucursal de Coto dijo a este
diario que la llegada y partida del blindado se habían desarrollado
con total normalidad.
La fuente policial reveló también que se secuestraron
dos armas que estaban en poder del cabo Víctor: una era de la repartición
y la otra personal; una de las dos no estaba en su funda, lo cual
tiende a debilitar primeras hipótesis que suponían una suerte
de fusilamiento sorpresivo por el solo hecho de vestir uniforme policial.
Anoche, durante el velatorio del cabo Víctor que era padre
de cuatro hijos y había ingresado a la Policía Federal en
1994, las fuentes consultadas no trasmitían la idea de un
atentado sino de una muerte en acto de servicio.
Por lo demás, la fuente policial admitió que están
abiertas todas las posibles hipótesis sobre la muerte de
Víctor. Las esperanzas de los investigadores se centraban en los
peritajes sobre el Peugeot 405, especialmente en busca de huellas digitales.
En lo que va de este año, 24 integrantes de la Policía Federal
murieron en enfrentamientos. El último había sido el sargento
Juan Aparicio, muerto el 5 de este mes cuando iba en taxi por La Matanza.
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