Timothy
McVeigh, autor del atentado más mortífero cometido en los
Estados Unidos, que en abril de 1995 costó la vida de 168 personas
y dejó 600 heridos, se convertirá hoy en el condenado a
muerte número 71 desde la reimplantación de la pena capital
en ese país, en 1976. La sentencia, a través de la inyección
de tres sustancias letales, se habrá cumplido a las 7 horas del
estado de Indiana, 8 horas de la Argentina.
McVeigh pasó sus últimas horas de vida en el pabellón
de la muerte, donde fue transferido ayer, a la espera de que le apliquen
una inyección letal para cumplir con la pena capital. Un video
divulgado por el penal federal de Terre Haute lo mostró cuando
era trasladado por el pequeño trecho hacia el edificio donde será
ejecutado.
En el exterior de la penitenciaría se congregaron ayer partidarios
y opositores a la pena de muerte, que manifestaron en el lugar separados
por una barrera. Se va a hacer justicia, destacó en
su editorial el periódico Tribune Star de Terre Haute (60 mil habitantes),
ciudad que alberga la penitenciaría federal donde McVeigh estuvo
detenido en los últimos dos años.
El sacerdote Ron Ashmore celebró una misa en la Iglesia Católica
de Saint Margaret Mary de Terre Haute en homenaje a las 168 víctimas
del atentado perpetrado en 1995 por el estadounidense de ahora 33 años.
Lacónico, un portavoz de la oficina federal de prisiones de Terre
Haute indicó que McVeigh, número de matrícula de
prisión 12076-064, fue transferido a las 4.27 locales al
edificio donde será ejecutado el lunes a las 7, hora local.
McVeigh tuvo una actitud colaboradora y la operación se desarrolló
sin incidentes, indicó el vocero.
Condenado a muerte en junio de 1997, McVeigh pasó sus últimas
horas en la cámara de la muerte (death chamber), como
se la describe según la terminología penitenciaria. Se trata
de una celda minúscula ubicada en un pequeño edificio de
ladrillos rojos contiguo al edificio principal de la penitenciaría,
que dispone de una litera, un banco y un pequeño televisor en blanco
y negro, pero que no tiene ventanas.
Ayer, un periódico de la ciudad natal del condenado, Buffalo (Ohio),
publicó una carta escrita por él en la que expresa su pesar,
pero sin remordimientos. Lamento que haya gente que perdiera la
vida. Pero está en la naturaleza de las cosas, señala,
para agregar que si me voy al infierno, allí estaré
acompañado. Consciente del encono que despierta en millones
de estadounidenses, este ex soldado condecorado por su papel en la guerra
del Golfo espera según dice en la carta que un día
sus compatriotas vean en él a un combatiente de la libertad.
Anoche, cuando faltaban pocas horas para la ejecución, las actividades
de McVeigh estuvieron minuciosamente reglamentadas por las autoridades
penitenciarias. Las instrucciones están documentadas en un escrito
de 54 páginas. Su última cena fue servida a la medianoche
y estuvo a cargo de un restaurante de Terra Haute, según la oficina.
McVeigh no pudo tomar alcohol en esa ocasión.
Para dos horas antes de la ejecución se preveía la última
visita de uno de sus abogados y una llamada por teléfono con su
padre, Bill McVeigh. A las 6.30 hora local, McVeigh dejará el uniforme
de la prisión, se descalzará y se pondrá un pantalón
y una camiseta de algodón. Esposado, será escoltado hasta
la cámara de ejecución, donde será acostado en una
silla similar a la de un dentista.
Las cortinas de la sala se abrirán para que los testigos puedan
mirar a los ojos a McVeigh. El condenado podrá, si lo desea, pronunciar
sus últimas palabras antes de que un funcionario de la penintenciaría
le lea la sentencia. A las 7, finalmente, recibirá una inyección
intravenosa en su brazo derecho.
Se le suministrarán tres drogas en cantidades suficientes,
según el reglamento de prisiones, para provocar la muerte:
pentotato de sodio (desmayo), bromuro de pancuronio (bloqueo de la respiración)
y cloruro depotasio (paro cardíaco). Entre diez y quince minutos
más tarde, un médico forense constatará la muerte
del terrorista.
Entre sus últimos deseos, está el de ser incinerado. Sus
cenizas, que serán entregadas a uno de sus abogados, serán
desparramadas en un lugar desconocido en Estados Unidos. Está
seguro de su decisión, dijo su abogado Nathan Chambers a
la cadena de televisión ABC.
Cerca de 1700 periodistas norteamericanos y extranjeros cubrirán
el evento. Unas 300 personas, sobrevivientes o familiares de las víctimas,
podrán presenciar la ejecución desde Oklahoma City, a través
de una transmisión del evento por circuito cerrado de televisión.
Cientos de agentes con chalecos antibalas fueron desplegados en Terre
Haute. Se prohibieron los vuelos sobre la prisión y se cerraron
los edificios federales. Un tribunal rechazó el viernes un pedido
para que la ejecución sea filmada en video.
McVeigh, autor del atentado del 19 abril de 1995 en Oklahoma City, que
costó la vida de 168 personas y dejó 600 heridos, se convertirá
hoy en el condenado a muerte número 71 ejecutado en Estados Unidos
desde la reintroducción de la pena capital en 1976, y el número
33 de este año. Es el primer condenado por la justicia federal
que será ejecutado desde 1963.
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