Página/12
en Israel
Por
Ariel Bercovich
Desde Tel Aviv
A
las 21.45, tres jóvenes recorrían los 30 metros de explanada
que conducen a la entrada del Auditorio Mann (la sala principal del centro
cultural de Tel-Aviv). Uno de ellos llevaba bajo el brazo un bolso gris.
No pasó mucho tiempo hasta que uno de los miles de israelíes
que esperaban retirar sus entradas frente a las boleterías llamó
la atención de un agente de seguridad. Estos son días tensos
en Israel y cualquier bulto sospechoso convierte a su portador en un terrorista
potencial. Cuando el agente exigió a los jóvenes que le
mostrasen el contenido del bolso, dos de ellos extrajeron una tela blanca
de unos tres metros de largo por uno de alto. En ella, escrita en un castellano
precario, se podía leer la siguiente frase: Gracias a Mercedes,
que me ha dado tanto.
¿Qué es lo que Mercedes les había dado, antes de
actuar con singular suceso en Tel Aviv? Uno de
ellos apenas conoce dos canciones: María María
y, obviamente, Gracias a la vida. Los otros dos, hijos de
argentinos, llegan recomendados y más que venir a escucharla,
pareciera que vienen a hinchar por ella. Pero para la gran mayoría
Mercedes no es una novedad: su primer visita fue en 1980 y desde entonces
la frecuencia de sus viajes ha venido en aumento. Es por eso que quienes
vienen a verla ya la sienten como una tía lejana, que se da una
vuelta cada tanto, de visita. Una tía querida. Y aunque ella dice
que no se cuestiona las razones del amor del público, sus admiradores
israelíes revelan el secreto: su calidez, su calidad y su compromiso
con la paz. Y no solo revelan lo que les ha dado, sino que esta semana
se lo agradecen con dos homenajes: uno a su vida y el otro a su arte.
El primero tuvo lugar en la Universidad de Haifa, donde se le entregó
el Humanitarian Award of Merit. Esta mención se otorga
cada año a un artista como reconocimiento a su contribución
a la humanidad. El texto de la mención dice: A Mercedes Sosa
por sus logros artísticos, su lucha por la libertad, la igualdad,
y la justicia social. Mercedes, luego de agradecer la distinción,
hizo referencia al atentado ocurrido la noche anterior en Tel Aviv: nada
puede justificar la muerte de inocentes, donde jóvenes cayeron
víctimas de la monstruosa mano del terrorismo. Sus palabras
fueron agradecidas con un aplauso de todos los invitados, entre ellos
también argentinos que recibieron asilo político en Israel
durante la dictadura militar, algunos de ellos familiares de desaparecidos.
Hace un año, la negra Sosa participó de la apertura de un
bosque en memoria de los desaparecidos de origen judío.
El segundo homenaje fue una celebración de su música. El
recital comenzó con palabras del intendente de Tel Aviv, Ron Juldai,
quien alabó la decisión de Mercedes de llegar a Israel en
estos días en que muchos artistas extranjeros suspenden sus conciertos
por temor a la tensa situación militar. Luego comenzó la
fiesta. En la primera parte de la noche Mercedes recorrió lo más
exquisito de su repertorio, y fue invitando al escenario a músicos
israelíes que llegaron especialmente para cantar a dúo con
ella. Uno de los momentos mas emocionantes fue cuando Mercedes interpretó
en hebreo la canción Llorarte, junto con su autor,
Aviv Guefen. Luego fue la cantante Lea Shabat quien sorprendió
a todos cantando en un castellano cuidadoso algunas estrofas de Como
la cigarra. El público, que colmó el auditorio, festejó
cada frase de la Negra con risas, coros y aplausos. En algunos casos en
diferido, luego que sus vecinos hispanoparlantes les tradujeran lo dicho.
La segunda parte de la noche estuvo a cargo de los artistas locales que
cantaron a Mercedes sus canciones
preferidas. Miki Gabrielov tradujo al castellano uno de sus grandes éxitos,
Madre tierra, especialmente para la ocasión, y explicó
que ese tema es algo así como la versión israelí
deCanción con todos. Luego se sucedieron Lea Shabat,
Matti Caspi, Valdi Olier, y Dorit Reuven, músicos diversos en cuanto
a lo estilístico, y con un amor en común: La negra. Al final
de la noche Mercedes volvió al escenario con todos los músicos
para cantar la ya eterna Canción con todos. Luego una
María María fuera de programa dio por terminada
la noche en que Tel Aviv vibró al ritmo del folklore argentino
y latinoamericano. Es posible que Mercedes nunca lo reconozca, pero quien
haya observado el estado hipnótico en el que los asistentes se
retiraron a sus casas, comprenderá que ella algo les ha dado. Y
hay algo seguro: la realidad tendrá que trabajar horas extra para
borrarles la sonrisa de sus caras.
Un
rosarino en Israel
Cuando el
músico Aviv Guefen se retiraba del escenario, Mercedes Sosa
comentó que le recordaba al Fito Páez de sus comienzos.
Este comentario intuitivo no deja de tener algo de cierto, ya que
ciertas actitudes e incluso parte de las temáticas que Guefen
trata en sus canciones recuerdan los primeros tiempos de Páez.
Pero la conexión entre Guefen y la provincia de Santa Fe
no es nueva. Hace tres años Guefen visitó la Argentina
invitado a un concierto en homenaje a las víctimas del atentado
a la AMIA. En esa oportunidad cantó a dúo con otro
santafesino famoso, León Gieco, su canción Llorarte.
Escribió este tema a su mejor amigo, que murió mientras
servía en el ejército, y se convirtió en un
himno del movimiento pacifista Paz ahora. Cuando Víctor
Heredia y León dieron sus inolvidables recitales en Israel,
lo invitaron a cantarla. En esa oportunidad fue el músico
de Cañada Rosquín quien dejó a todo el público
boquiabierto con su pronunciación del hebreo. El comentario
general fue que su interpretación fue superior a la del mismo
Guefen.
|
|