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ANIBAL IBARRA PROMULGO AYER LA LEY DE COMPRE ARGENTINO
Para salir de pie del laberinto

�La ciudad está en condiciones de ser el motor de la reactivación económica�, se entusiasmó el jefe de gobierno porteño ante un auditorio en el que aplaudían la UIA, las dos CGT y la CTA. Además rebajó impuestos.

Por Santiago Rodríguez

El jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, promulgó ayer la ley de compre argentino rodeado de representantes de todo el arco empresarial, sindical y político. “Leopoldo Marechal decía que de los laberintos se sale por arriba”, se entusiasmó el secretario de Desarrollo Económico porteño, Eduardo Hecker, a propósito de semejante convocatoria que constituyó un respaldo simbólico frente a las presiones de la embajada de Estados Unidos y de otros países en contra de la norma y sirvió, además, de marco para el anuncio de otra medida tendiente a reactivar la producción: la rebaja de hasta un 58 por ciento del impuesto a los Ingresos Brutos que pagan las pequeñas y medianas empresas en el distrito. “La ciudad está en condiciones de ser el motor de la reactivación económica”, destacó Ibarra y llamó a debatir “un nuevo proyecto de nación”, así como a “reformular en serio los acuerdos federales que sostienen la organización política de la Argentina”.
La Ley de Defensa de la Producción y el Trabajo Argentino, así es en verdad como se denomina, fue aprobada casi por unanimidad por la Legislatura porteña hace poco más de un mes. La norma establece básicamente una preferencia para las empresas locales, y en particular las Pymes, en las compras, contrataciones y concesiones que haga la ciudad. La ley fue consensuada por los bloques mayoritarios y los artífices de ese acuerdo fueron, entre otros, el frepasista Ariel Schifrin, el belicista Enrique Rodríguez y los peronistas Eduardo Valdez y Alberto Fernández.
Ibarra alentó la sanción de la ley y la capitalizó políticamente: en el acto de promulgación lo acompañó el titular de la UIA, José Ignacio de Mendiguren, quien se deshizo en elogios hacia el jefe de gobierno porteño por su decisión de mantener la norma en pie a pesar de los fuertes embates que recibió del extranjero para vetarla.
Así como la Legislatura sancionó la ley, el jefe de gobierno tuvo que lidiar con las presiones en contra de la iniciativa. La más fuerte provino del embajador norteamericano, James Walsh, quien por medio de una carta le reclamó directamente la “revisión” de la ley con el argumento de que las empresas de su país se sentían discriminadas. En su reciente visita a París, Ibarra también cosechó cuestionamientos similares.
“Con esta ley estamos aprovechando el poder de compra que posee la ciudad para beneficio de la producción y el trabajo locales; estamos agregando un nuevo instrumento a nuestra política de apoyo concreto a las pequeñas empresas, que son las grandes creadoras de fuentes de trabajo y las promotoras del desarrollo económico”, destacó Ibarra en el acto.
De Mendiguren no fue el único que lo escuchó y lo aplaudió al finalizar su discurso: a su lado estuvieron también el líder de la CGT disidente, Hugo Moyano; el titular de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), Víctor De Gennaro; y Gerardo Martínez, en nombre del secretario general de la CGT oficial, Rodolfo Daer; el presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Eduardo Baglietto; hombres de negocios de la talla de Aldo Roggio y Gregorio Chodos; y representantes de todas las cámaras empresariales del país.
Ibarra también recibió el apoyo de la dirigencia política. En el acto estuvieron desde el presidente de Diputados, Rafael Pascual; el titular del bloque de la Alianza en la Cámara baja, Darío Alessandro; el senador frepasista Pedro Del Piero; representantes de todas las bancadas de la Legislatura –salvo las de izquierda que no acompañaron la ley– y hasta el menemista Mario “Pacho” O’Donnell, quien se acercó especialmente a felicitar al jefe de gobierno.
“Debo confesar que tengo un grado de emoción importante al ver a todos los sectores de la producción y el trabajo juntos”, dijo De Mendiguren -el único en hablar, además de Ibarra– y definió a la ley de compre argentino como una “herramienta esencial para el desarrollo”. Después, se desvivió en elogios hacia el jefe de gobierno: dijo que “nos sentimos muybien cuando defendió este derecho; vimos que se empezaba a entender la racionalidad de la economía argentina, que las mesas de negociación no son de concesión” y remató con que “usted y la Legislatura nos han devuelto la esperanza. Con esta ley se promueve el empleo y la riqueza y a futuro se hace un país viable que entusiasme a todos los argentinos”.
Ibarra terminó de darle significado político a semejante escenario cuando remarcó que la ciudad “puede cumplir una función clave en la recomposición de la actividad productiva argentina, críticamente afectada por la recesión y el desempleo” y señaló que “basta observar el clima emocional colectivo que se ha generado en torno al conflicto de Aerolíneas Argentinas para advertir que el debate sobre el país que queremos es la gran expectativa social latente”. Un debate en el que dijo deben participar los sectores de la producción y el trabajo, las fuerzas políticas y en el que se reservó un lugar protagónico, sentado a una mesa de “las provincias y la nación para reformular en serio los acuerdos federales que sostienen la organización política de la Argentina”.

Ahora, a reglamentar
La ley de compre nacional es una herramienta que existe en muchos países. En la Argentina fue, incluso, sancionada a nivel nacional pero no está vigente porque el Gobierno no la ha reglamentado, un trámite que las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires se comprometieron a cumplir a la brevedad. En el caso porteño, como en los demás, lo que establece la norma es un sistema de preferencia para las empresas nacionales en las compras, contrataciones y concesiones que realice la comuna. Así, a igual calidad tienen prioridad las micro y pequeñas empresas con domicilio en la ciudad, incluso si superan en hasta un 5 por ciento la mejor oferta, y en segundo término las demás firmas nacionales domiciliadas en el distrito. El orden de preferencia continúa con las micro y pequeñas empresas de origen nacional seguidas por las compañías nacionales. Las empresas extranjeras que produzcan bienes en el país y las que traigan directamente bienes del exterior quedan como las últimas dos opciones. La ciudad gasta en compras entre 700 y 800 millones de pesos al año.

 

120 mil pymes en la espera
La rebaja impositiva que Aníbal Ibarra anunció ayer será efectiva una vez que la Legislatura apruebe la iniciativa que el Ejecutivo remitirá al término de esta semana. El proyecto prevé una reducción de Ingresos Brutos para las pequeñas y medianas empresas del 11 al 58 por ciento según sus niveles de facturación. La rebaja alcanzará a alrededor de 120 mil pymes, que representan el 50 por ciento de las que existen en la Ciudad de Buenos Aires y generan más del 30 por ciento del empleo local. El objetivo del gobierno porteño es promover la reactivación económica y simplificar el pago de impuestos a ese grupo de empresas que tienen una facturación inferior a los 96 pesos anuales. El actual sistema de determinación del impuesto, basado en la aplicación de una alícuota sobre la facturación, será reemplazado por una suma fija según la envergadura de cada empresa. El secretario de Desarrollo Económico, Eduardo Hecker, destacó que la idea del gobierno porteño es “poner particular atención a las políticas económicas locales sin esperar y dejar todo en manos de la nación”.

 

 

 

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