Por
Cledis Candelaresi
El
Gobierno resolvió ayer intimar a Aerolíneas Argentinas para
que, a lo sumo, en veinte días restituya los vuelos a los siete
destinos internacionales que abandonó la semana pasada. De no hacerlo,
según advirtió ayer Carlos Bastos, ministro de Infraestructura,
caería la concesión en bloque de todas las rutas, que el
Estado relicitaría en bloque para entregárselas a un nuevo
operador. A última hora del día, Carlos Bastos, Chrystian
Colombo, Patricia Bullrich y el secretario de Trabajo, Anselmo Riva, informaron
la decisión oficial a los siete gremios aeronáuticos, sobre
quienes la administración de Fernando de la Rúa sigue presionando
para que admitan el plan de ajuste propuesto por los españoles.
Pero, a diferencia de hace escasos días, la consigna ahora no sería
ajustar las cuentas de la empresa para resucitarla sino sólo para
venderla o encontrar un nuevo adjudicatario: Eurnekian, Lan Chile, Delta
y TAM esbozaron interés, pero a condición de reducir drásticamente
los costos operativos, en particular el de personal.
La salida sugerida anoche por Bastos, muy poco precisa, es, tal vez, una
alternativa a la quiebra lisa y llana. Si la SEPI insiste en dejar vacantes
los vuelos a Oceanía, Brasil y Estados Unidos que suspendió
con el argumento de que no puede costear más el combustible,
el gobierno estaría en condiciones de dar por caída la concesión,
presuntamente no ya de esas rutas sino de todas las que explota la compañía,
para ofrecérselas a un nuevo operador. En qué condiciones
y, fundamentalmente, cuánto personal éste estaría
dispuesto a incorporar, son temas sujetos a una eventual negociación
futura.
Este desenlace, quizás menos dramático que el del cierre
liso y llano, aunque tal vez no menos traumático, no será
inmediato, menos si el Gobierno aspira que la eventual sucesora sea una
sociedad argentina, para que pueda conservar el status de aerolínea
de bandera. En el corto plazo difícilmente una compañía
local pueda asumir en bloque el diagrama de servicios adjudicados a la
administración hispana, a menos que se alíe a un gran operador
internacional que aporte recursos frescos y hasta flota.
Ayer Bastos admitió públicamente que el Gobierno vería
con buenos ojos que la presunta heredera sea una compañía
regional, como Lan Chile. El ejemplo no fue casual. Responsables
de la empresa trasandina ya tuvieron conversaciones con el gobierno local
para manifestarle su interés. Aunque a semejanza de lo que planteó
Eduardo Eurnekian presidente de Aeropuertos Argentina 2000
y a lo que habrían planteado la brasileña Tam y la norteamericana
Delta, la chilena también habría requerido hacerse cargo
con un staff mucho más reducido.
La estrategia oficial se bosquejó por la tarde, en una reunión
que congregó en Casa de Gobierno al Presidente, su secretario General,
Nicolás Gallo, el ministro de Infraestructura, Carlos Bastos, su
secretario de Transporte, Ignacio Ludueña, Colombo y Bullrich.
Allí, resolvieron una doble y quizás postrer jugada para
definir el destino de la tambaleante Aerolíneas: presionar a la
SEPI para que cumpla la obligación de operar los destinos que se
comprometió con la privatización y conminar a los gremios
a que convaliden una reducción de costos, con la promesa de capitalizar
la prevista rebaja salarial.
La intimación que el Gobierno enviará hoy es una de las
primeras medidas de confrontación con la administración
ibérica y quizás la resolución menos favorable para
la imagen de los accionistas españoles. Una versión remozada,
que simpatiza más al Presidente, es la venta. La SEPI se quiere
desprender cuanto antes de su participación en la aerolínea
argentina y hay un sector del gobierno que está dispuesta a asistirla
en esa operación. Así como está la empresa,
es inviable. No se trata de los españoles. Ni siquiera limpia de
pasivo es vendible si no se la ajusta como lo hicieron otras aerolíneas
del mundo, aseguró ayer Gallo aPágina/12, haciendo
propio el criterio que expresaron en los despachos oficiales los potenciales
interesados.
Para poder retirarse airosamente de la empresa, la SEPI debería
cumplir dos condiciones: flexibilizar las condiciones laborales de todo
el personal (o cerrando un acuerdo que evite medidas de fuerza) y absorber,
aunque sea parcialmente, su pasivo de alrededor de 900 millones. Una pesada
carga financiera que, en parte, se originó por la decisión
de incluir en el balance de Aerolíneas las deudas contraídas
para comprarla.
La de ayer se vivió como una jornada crucial, poblada de rumores
del inminente cierre de la empresa y con algunos de los gremios movilizados
para impedir ese final, que significaría la pérdida de miles
de puestos de trabajo. Desde el sábado, los trabajadores comenzaron
a recibir cartas de la empresa, donde ésta responsabilizó
a los técnicos de mantenimiento por la última crisis. Como
si un acuerdo para modificar horarios y licencias de 1200 de los 7000
trabajadores tuviera un peso decisivo en el destino de la empresa. El
gasto en remuneraciones representa sólo el 17 por ciento de los
costos operativos de la compañía esto excluye, obviamente,
los financieros, mucho menos que la propia Iberia u otras compañías
internacionales.
Festival
solidario en el Luna
La
Asociación del Personal Técnico Aeronáutico realizará
hoy, desde las 18 horas en el Luna Park, un encuentro artístico
en solidaridad con los trabajadores de Aerolíneas Argentinas
y Austral, al que han convocado a actuar a Mercedes Sosa, Teresa Parodi,
Luis Landriscina, Cecilia Roth, Jairo y el grupo Ráfaga, entre
otros artistas. Con la conducción de Coco Silly, los organizadores
prometen sumar al festival solidario también a Enrique Pinti,
Adriana Varela, Víctor Heredia, Jaime Torres, Miguel Mateos,
Peteco Carabajal, Los Auténticos Decadentes, Catupecu Machu,
Marilina Ross, Memphis, Nacha Guevara, Julia Zenko, Horacio Fontova
y Antonio Tarragó Ros. La entrada será libre y gratuita. |
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