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ALICIA CASTRO, DE AERONAVEGANTES, DICE QUE HAY UNA SOLA SALIDA
“La SEPI debe absorber el pasivo”

La gremialista pide un teléfono
rojo, menciona a Eurnekian, augura prisiones y sostiene que la llave la
tiene el Estado español.

Alicia Castro, responsable de uno de los siete gremios en conflicto por Aerolíneas. “Si Aerolíneas quiebra, sería la tercera quiebra después de Ladeco y Viasa.”

Por Martín Granovsky

La secretaria general del gremio de Aeronavegantes, que nuclea a azafatas y comisarios de a bordo, dijo a Página/12 que la única alternativa, aunque difícil, sigue siendo la absorción del pasivo de Aerolíneas Argentinas por parte de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, la SEPI, el organismo liquidador del Estado español.
–Para mí –dijo también Castro a este diario–, el nombre de Eduardo Eurnekian sigue siendo importante en este tema. Sobrevuela el conflicto de Aerolíneas aunque no aparezca en primer plano. Escucho cosas, y me pregunto si no serán ciertas. ¿Será cierto que le pidió 450 millones de dólares a la SEPI para operar Aerolíneas Argentinas?
–¿Y qué se contesta?
–Que Eurnekian lo habría hecho. Y que de esos 450 millones, 300 millones deberían ir a pagar despidos para achicar la empresa. Si Eurnekian consiguiera quedarse con Aerolíneas en esas condiciones, podría desplegar un verdadero oligopolio: explotaría los aeropuertos, los depósitos fiscales, tendría parte en compañías aéreas (en principio Aerolíneas, pero también, tal vez, Lapa y parte de Southern Winds)...
–¿Por qué no está de acuerdo con ese futuro?
–Porque la experiencia muestra que, una vez que la competencia queda eliminada, las tarifas suben y quedan sin cubrir las rutas aéreas menos rentables. Acá el menú de opciones vuelve a plantear una situación sin salida entre un Estado bobo o un Estado cómplice. Esa fue la historia de la privatización de Aerolíneas desde 1990, y ahora es lo mismo.
–¿Cuál es su salida para este momento?
–El teléfono rojo entre Fernando de la Rúa y José María Aznar.
–Ese es el instrumento. ¿Cuál debería ser el objetivo argentino?
–Que la SEPI absorba la deuda.
–Pero ése es el ideal.
–Es la única solución.
–Pero es una solución cara para los españoles. Si usted fuera De la Rúa, ¿qué argumento usaría con Aznar?
–Que se van a ver afectadas las inversiones.
–El argumento sería leído como una amenaza.
–No es una amenaza, es una perspectiva cierta. La Argentina es el país donde España tiene el mayor volumen de inversión directa. Si el boicot a los productos españoles se extiende, eso sería malo para las empresas españoles radicadas aquí, y para el Estado español. Lo cual no es xenofobia sino una práctica muy común entre consumidores de países desarrollados. El año que viene España presidirá la Unión Europea. ¿Quiere cargar con un fracaso? ¿Con el Waterloo los españoles?
–¿Cuál sería el Waterloo? ¿Una quiebra de Aerolíneas?
–Sí.
–Pero también podría ser leído como un fracaso de la SEPI, en este caso ante los contribuyentes españoles: no liquidar una empresa que tiene un pasivo de casi mil millones como Aerolíneas.
–Cuando hablo de que un fracaso sería grave, me refiero a que sería el tercero. Los anteriores fueron los de Iberia en Ladeco, la línea chilena, y en Viasa, la venezolana.
–La alternativa es difícil.
–Sí, porque la SEPI debe absorber el pasivo.
–¿Y vender la empresa?
–De eso se está hablando. En realidad, el Plan Director presentado por Aerolíneas no consiste en otra cosa que en achicar para vender. Y no es cierto que darle voltaje político al conflicto es lo mismo que no dárselo. Cuando estuve en España junto a los otros diputados pude notar que a la SEPI le preocupa la presencia del Parlamento argentino. Y parlamentarios españoles advirtieron que actuarían contra el ministro de Hacienda del gobierno de Aznar. La SEPI, que tiene la propiedad mayoritaria de Aerolíneas, es estatal. Los Estados no pueden quebrar. Y, si hayvaciamiento o administración fraudulenta, los responsables deberán ir presos.
–¿Quiénes?
–Nuestros abogados lo están estudiando. Analizan las conductas de argentinos y españoles. Es llamativo, por ejemplo, el papel de Domingo Cavallo, que seis años después de su última negociación por Aerolíneas vuelve al escenario del crimen mientras se habla de que auspicia a un socio eventual para quedarse con los restos de la empresa, o con las rutas. Iberia se capitalizó utilizando a Aerolíneas. Consiguió recursos y créditos. Por eso planteamos que Aerolíneas es el paradigma de la corrupción en la Argentina y por eso buscamos que, si la SEPI deja Aerolíneas después de hacerse cargo del pasivo, lo importante es una transición ordenada para coordinar con una aerolínea de porte capaz de sacar adelante la empresa.
–¿Por qué los técnicos no dan su acuerdo a una salida transitoria y permiten una negociación de más largo plazo?
–No quiero meterme en la posición de otro gremio, pero los trabajadores no hemos tenido la responsabilidad del vaciamiento ni somos los culpables del peligro de quiebra. Los sueldos representan el 20 por ciento de la facturación. La macdonalización de la profesión es riesgosa no solo para los empleados sino para los viajeros. Le doy un ejemplo: hace un tiempo se produjo un incendio en un avión en San Luis. El equipo, gracias a su entrenamiento, evacuó el aparato en tres minutos. A los cuatro, el incendio se había extendido a todo el avión. Ese minuto de diferencia podría haber causado 96 muertos. Hoy dedicamos 46 horas anuales al entrenamiento especial de seguridad. ¿También lo van a precarizar?

 


 

OCHO MIL PERSONAS EN EL RECITAL DE APOYO
Música para escuchar en vuelo

Por Fernando D’Addario

El Luna Park explotaba de banderas argentinas, aunque en lugar de Nicolino Locche estaba el secretario general de los técnicos aeronáuticos Ricardo Cirielli para pegar desde el micrófono acompañado de más de cincuenta artistas, unidos en la más absoluta heterogeneidad, y unos ocho mil espectadores.
Todos le dieron color y calor a un encuentro tan improvisado como emotivo, concebido para apoyar la lucha de los trabajadores de Aerolíneas Argentinas. Mercedes Sosa, Adriana Varela, Ignacio Copani, Peteco Carabajal, Enrique Pinti, Jaime Torres, Los Auténticos Decadentes, Catupecu Machu, Jairo y Bersuit Vergarabat, entre muchísimos otros, subieron a un escenario que, a contramano de las tendencias históricas –y artísticas– más recientes, tomó la forma repentina de una barricada.
Una breve recorrida de Página/12 entre el público permitió comprobar un dato que no deja de ser revelador: de los veinte espectadores consultados por este diario, solo tres habían subido alguna vez en sus vidas a un avión, y dos de ellos habían volado por Aerolíneas Argentinas. Los veinte, de todos modos, y al igual que miles que los rodeaban (jóvenes, viejos, chicos, rockeros, folkloristas, curiosos, trajeados, hippies) lucían con orgullo remeras, banderas o stickers que rezaban: “Somos todos Aerolíneas”.
Fuera del Luna, y en el backstage del estadio, era simple corroborar que sí, que efectivamente se trataba de una auténtica noche argentina. Sobre la calle Bouchard, fieles evangelistas y militantes de partidos políticos de izquierda pugnaban por captar el favor de los espontáneos que llegaban al festival gratuito. En el backstage, también, la biblia y el calefón aunaron criterios en función de un interés común: salvar a Aerolíneas. Nahir, de once años, simpática hija de Cirielli, se emocionaba con sus amigas porque pudo sacarse una foto con Martín, personaje devenido en famoso gracias a “Gran Hermano”. Daniel, de “El Bar”, no sabía quién lo había convocado, pero allí estaba, y de paso saludaba con un abrazo al desprevenido Pinti, acalorado después de su breve monólogo, que obtuvo la ovación del público. Más allá, Ariel, líder del grupo tropical Ráfaga, agradecía los grititos de sus fans, y más acá un puñado de políticos confraternizaba como seguramente no lo haría en Hora clave. Moisés Ikonicoff (a esta altura, más apto para un reality show que para un mitín político) saludaba al senador Pedro Del Piero y Felipe Solá charlaba amenamente con los artistas y allegados que pululaban por allí.
Mientras, la Negra Sosa cantaba “Pobre patria”, un tema poco conocido, aunque los ocho mil espectadores adhirieron con fervor cuando escucharon el verso que decía “los gobernantes, esos perfectos inútiles”. No fue la única cita encendida. La noche se prestaba para las arengas. Cirielli en su discurso aludió a funcionarios que “viven de rodillas y un pueblo que está de pie”. Jairo le cantaba a una utopía (“Trabajo, quiero trabajo”). Copani se acordó de los españoles, recordó a los inmigrantes (adaptó la estrofa de una canción para decir: “eran millones y como personas fueron tratados/yo hago la cola como un sudaca en el consulado”) y se escuchó el unánime: “Solo le pido a Dios/que se vayan todos los gallegos...”.
Un señor mayor, uno de los que nunca viajó en avión y tal vez nunca lo haga, decía con la voz quebrada: “Si no podemos ganar ésta, entonces sí que estamos en la lona...”.

 

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