Por Felipe Yapur
Los presos suelen esperar con
ansiedad el día de visitas. Un sentimiento que anoche el detenido
Carlos Menem también experimentó cuando junto a su esposa,
Cecilia Bolocco, recibió a siete gobernadores justicialistas en
la casona de Don Torcuato. El solo hecho de que ustedes estén
aquí me da fuerza y es todo un gesto que voy a recordar siempre,
les dijo mientras apretaba la mano de su consorte y se daba el gusto de
bromear: ¿Así que (Fernando) De la Rúa tiene
arteriosclerosis?, por eso debe haber armado todo esto. Ni siquiera se
debe acordar que fui presidente. Los mandatarios ultramenemistas
eran los que más sonreían. Los pocos gobernadores más
fanáticos del ex presidente que aún quedan tuvieron un día
negro, apenas matizado con un módico triunfo: consiguieron, a duras
penas, arrear a algunos de sus pares a la visita a Don Torcuato. Antes,
habían fallado en su intento por emitir un duro documento denunciando
la supuesta persecución política.
El arribo a la quinta de los gobernadores menemistas Angel Maza (La Rioja),
Juan Carlos Romero (Salta), Rubén Marín (La Pampa), Adolfo
Rodríguez Saa (San Luis) y los moderados Eduardo Fellner (Jujuy),
Julio Miranda (Tucumán) y Gildo Insfrán (Formosa) fue considerado
por los operadores del reo como un éxito político.
La visita duró casi una hora. El matrimonio se mostró distendido
y en una cómoda y amplia sala de la casona les ofreció sandwiches
y gaseosas. Luego, Armando Gostanian dueño de la quinta
destapó un par de botellas de champagne de la que sólo bebieron
algunos. Menem, precavido, se abstuvo. El anfitrión buscó
mostrarse despreocupado, bromeando a cada instante. Primero lo hizo con
De la Rúa y luego, como para cuidar las formas, le dedicó
uno a su mujer: Cecilia es tan inteligente que logró tener
a su marido todo el día en casa, y todos sonrieron.
En todo momento, Menem esquivó cualquier comentario sobre la causa
que lo tiene preso aunque deslizó que el gobierno está
aprovechando políticamente mi situación y reconoció
que el único funcionario que lo llamó fue el ministro del
Interior, Ramón Mestre. No dijo nada de la conversación,
pero varios recordaron que el cordobés fue el único ministro
que habló de un posible indulto. Luego, el reo se mostró
profético: La Alianza recibirá un fuerte castigo electoral.
El PJ debe prepararse, aconsejó mientras sus interlocutores
devoraban los sandwiches. Se mostró sorprendido por
el silencio de José De la Sota y Carlos Reutemann, pero no dijo
más nada de los dos gobernadores. Cuando todo terminó, la
pareja saludó afectuosamente a los visitantes y repitió
una frase inusual para un preso: Esta es su casa, vengan cuando
quieran.
Para conseguir que los gobernadores llegaran hasta Menem, los operadores
del riojano trabajaron todo el día de ayer. Intentaron primero
en el Congreso lograr una expresión pública de solidaridad
con el detenido y luego con los mandatarios provinciales. Por la mañana
el senador Eduardo Bauzá trató colar nuevamente el documento
que la semana pasada no quisieron firmar sus colegas del bloque. Ayer
parecía que iba a lograrlo, pero una nueva negativa por parte de
los diputados hizo fracasar la intentona. Eso no evitó que los
colaboradores del legislador mendocino lanzaran el rumor sobre que una
media docena de senadores se trasladaría hasta la reunión
de los gobernadores para invitarlos a firmar ese durísimo
comunicado.
El menemismo, representado por Marín, Romero, Rodríguez
Saa y Maza, jugó fuerte desde un primer momento en el encuentro
del Frente Federal Solidario, una suerte de agrupamiento de los gobernadores
del PJ de provincias chicas, que se realizó en la Casa de Tucumán.
Hay que ser solidario con el amigo y compañero, indicó
el mandatario puntano. La frase fue apuntalada por Marín y Romero,
quienes insistieron con la persecución política que sufre
el líder partidario. El santacruceño Néstor Kirchner
les respondió con su acostumbrada frialdad: Esto es un hechoestrictamente
judicial. Y los gobernadores debemos dedicarnos a tratar de que el PJ
responda a las exigencias del pueblo. La frase sonó conocida
y no esperaban mucho más del histórico enemigo del ex presidente.
Los duros se dieron cuenta de que el documento no sería refrendado
cuando Fellner, uno de los moderados, dijo que era bueno que la
Justicia actúe con manos limpias y libres, y fundamentalmente,
que no se politice la causa. Después de lo cual, Maza optó
por no sacar el documento que tenía escondido en su carpeta. Entonces,
la estrategia cambió.
Comenzaron a hablar sobre la necesidad de garantizar la conducción
del PJ. Marín es vicepresidente y lógico reemplazante de
Menem mientras esté detenido, pero éste insistió
en que los gobernadores debían comprometerse en esta crisis. Consiguió
el apoyo de casi todos, excepto de Kirchner, y fue el pretexto perfecto
para recomendar que lo mejor sería comunicarle la decisión
al jefe partidario. No podemos asumir la conducción del partido
y no comunicárselo a Menem, se justificó Fellner.
Poco después todos partieron hasta Don Torcuato.
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