Estoy haciendo consultas
con juristas de mi confianza para que me expliquen el tema de la asociación
ilícita, dijo ayer Raúl Alfonsín, que hasta
el momento casi no había hablado sobre la detención de Carlos
Menem. La declaración del ex presidente no sólo revela sus
dudas sobre los fundamentos jurídicos de la decisión de
Jorge Urso. También es una muestra de la inquietud de Alfonsín
ante los posibles desequilibrios institucionales que podría haber
generado el arresto del riojano. Ahora está más tranquilo,
pero al principio estaba bastante preocupado, aseguran sus voceros.
Ayer, luego de una reunión de la Internacional Socialista en el
Hotel Intercontinental, el jefe del radicalismo fue consultado sobre el
arresto del riojano. Cauto, Alfonsín dijo que es un problema
que quiere dilucidar cuidadosamente. Tiene muchas consecuencias.
En este punto hay que esperar hasta tener una idea más acabada,
explicó.
Un par de semanas atrás, apenas se enteró de que Urso había
solicitado la indagatoria de Menem, Alfonsín se reunió con
el ex ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra. Aunque es abogado, el
ex presidente quería entender un poco mejor cuáles eran
los fundamentos del magistrado de boca de un especialista. Por eso también
consultó a Arnoldo Kleiner, el operador judicial más destacado
de la UCR.
Los dos juristas coincidieron en que es prematuro arriesgar un análisis
definitivo, ya que la situación procesal de Menem el arresto
preventivo- está supeditada a una decisión definitiva del
juez. Por eso dijeron que recién podrán realizar una evaluación
sólida del caso cuando Urso avance en un medida más de fondo,
que seguramente será el procesamiento. En ese momento se conocerán
las pruebas y el resto de los fundamentos jurídicos de la decisión.
De todos modos, los juristas aseguraron que, en principio, parece difícil
que el magistrado argumente de modo sólido un eventual procesamiento.
Según explicaron, para probar el cargo de asociación ilícita
es necesario demostrar que Menem y los funcionarios detenidos firmaron
los decretos de la venta de armas con el único objetivo de desviarlas
de su destino de origen. Hay que probar que todos sabían
desde un primer momento que iban a otro lugar. Más allá
de las suposiciones, parece algo difícil de demostrar, le
dijeron a Alfonsín.
Algo de esto reconoció ayer el ex Presidente. Ahora se harán
los estudios que correspondan para ver el grado de culpabilidad que pueda
haber, si hay o no hay asociación ilícita, aseguró,
cuidadoso. Y después, ante una consulta de los periodistas, respondió
a los dirigentes del PJ -como Eduardo Menem que atribuyen el arresto
de Menem a un persecución política. Desde un punto
de vista humano nadie puede alegrarse por la detención de alguien.
Pero no hay persecución política, por lo menos desde el
punto de vista del Gobierno. Hay que recordar que por encima de todo aquí
hay independencia de los poderes, explicó el caudillo radical.
Más allá de las cuestiones jurídicas, el asunto también
tiene un costado político. Según cuentan en el Comité
Nacional de la UCR, Alfonsín se alarmó bastante cuando se
enteró de que Menem estaba tras las rejas. Pensaba que iba
a haber una reacción importante del peronismo y que esto traería
problemas, que generaría algún tipo de tensión,
comentaba ayer uno de sus asesores. Pero al final la reacción
fue menor a la que esperábamos y ahora está mucho más
tranquilo, concluían cerca de Alfonsín.
La fama no tiene fronteras
La figura de Carlos Menem ha traspasado las fronteras argentinas
como se puede observar en esta toma. El ex presidente, que disfruta
la bucólica paz de Don Torcuato, parece destinado a convertirse
en un personaje internacional, al punto que su imagen es utilizada
en esta manifestación de los sectores de oposición
de Brasil que protestan por las severas restricciones al uso de
la energía eléctrica.
A falta de las grandes y nostálgicas movilizaciones en Buenos
Aires, como la del 17 de octubre de 1945 para reclamar por la libertad
de Perón, los brasileños, en este caso cariocas, han
salido a la calle con la efigie del que fuera dos veces electo presidente
de la República por la amplia mayoría de los argentinos.
Hasta ahora ninguna movilización ha interrumpido la siesta
pacífica de Don Torcuato donde permanece detenido Carlos
Menem, por respeto quizás a su poca simpatía por los
nostálgicos del 45.
Los brasileños, que no conocen esta historia, tomaron el
toro por las astas y salieron a la calle con la imagen de Carlos
Menem. Pero la señora de la fotografía no está
pidiendo su libertad. La protesta no es sólo por el severo
racionamiento de la energía eléctrica, sino también
contra la corrupción. Y la mujer utiliza la figura del ex
presidente y la noticia de su detención en Argentina como
advertencia para los políticos brasileños. No es un
buen detalle para el ex presidente, como tampoco lo es la tranquilidad
de Don Torcuato,
en plena provincia de Buenos Aires, donde antaño cosechaba
millones de votos.
En Río de Janeiro no tienen nostalgia por el 45, aunque
es probable
que en Don Torcuato sí.
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