Por Horacio Cecchi
En los ambientes médicos
las conocen como drogas de la nueva generación, drogas
inteligentes que actúan selectivamente sobre su objetivo sin dañar
el resto de las células. Una de ellas, el Imatinib, llegó
a la Argentina y en un trámite record esta semana será puesta
a la venta al público. En este caso, el objetivo es un tipo de
cáncer, la leucemia mieloide crónica. Dentro de las NG,
es la primera en el mundo en ser aprobada para su uso clínico,
después de estudios en los que se comprobó que borra las
causas generadoras de la LMC. Ayer, en la Sociedad Argentina de Hematología,
el equipo argentino que investiga al bloqueador de la leucemia sobre 150
pacientes presentó a su niña bonita. Después de desarrollar
las bondades de la droga, los especialistas alertaron sobre su cautela:
No queremos alimentar falsas expectativas. No sabemos si borra por
completo la enfermedad. Hace falta tiempo para conocer las respuestas
de los pacientes a largo plazo.
La investigación se inició en Estados Unidos. Brian Druker,
de la Universidad de Ciencia de la Salud de Oregon, primero, y Moshe Talpaz,
del MD Anderson de Houston, después, encabezaron los trabajos clínicos
en 1998. En ese momento, el Imatinib STI571 es su nombre científico,
era una de las más de 400 drogas anticancerígenas de la
nueva generación, en estado de investigación. Había
sorteado los rigores de la fase in vitro y se iniciaba la fase clínica,
sobre pacientes.
Los expertos habían descubierto que la LMC se producía con
la presencia del cromosoma PH o Filadelfia, como resultado del entrecruzamiento
de dos brazos de los cromosomas 9 y 22. El PH genera una proteína
anormal, la tirosina quinasa Bcr-Abl, que envía señales
de crecimiento permanentes a la célula, de modo que en un período
determinado se genera una cantidad ilimitada de glóbulos blancos
en la sangre. Y en este punto es donde aparece la nueva generación
de drogas, porque según los investigadores, el Imatinib actúa
sobre la célula enferma, primero bloqueando la señal de
la proteína, y después anulando al propio cromosoma PH generador
de la proteína, todo esto sin actuar sobre el resto de las células.
Entre junio del 98 y mayo de 2000 fueron seleccionados 83 pacientes
con LMC, de entre 19 y 76 años, que habían fracasado en
su tratamiento de interferón alfa. Fueron divididos en grupos que
recibieron oralmente dosis del bloqueador de entre 25 y 1000 miligramos
diarios. Del grupo que recibió 300 mg o más fueron
54 pacientes, el 98 por ciento anuló los síntomas
de la enfermedad en la sangre. De estos 54, el 31 por ciento borró
además la génesis del problema, es decir, el problemático
cromosoma PH. Efectos adversos: mínimos, según los investigadores.
El éxito temprano provocó un desborde de pedidos de pacientes
que terminaron por agotar la droga en los anaqueles de Novartis, el laboratorio
suizo que financió las investigaciones. En julio de 2000 se inició
entonces una nueva fase: el llamado programa de acceso expandido. Alrededor
de 7500 pacientes de todo el mundo pasaron a ser tratados con la droga
en 490 centros médicos de 16 países. En noviembre Argentina
se sumó a la investigación con 150 pacientes atendidos en
los hospitales porteños Durand y Británico, el Privado de
Córdoba, y el Vidal de Corrientes.
Los resultados de la investigación local van a estar en octubre
-señaló Eduardo Bullorsky, especialista del Británico
y presidente de la Sociedad Argentina de Hematología. Pero
sus parámetros son muy semejantes a la investigación internacional.
Pablo Rendo, del Durand, destacó que es una droga inteligente
que además tiene la ventaja de administrarse por vía oral.
Emilio Lanari, del Vidal, sintetizó los pasos de la investigación.
Juan García, del Privado, alertó sobre los efectos tóxicos:
Crecen a medida que avanza el estado de la enfermedad. Recomendamos
un control estricto de los médicos especialistas. Julio Sánchez
Avalos, asesor de la investigación, aclaró que la investigación
no fue concluida y agregó preguntas que aún no tienenrespuesta:
¿Alguien puede asegurar que el Filadelfia no vuelve a aparecer
después de que el bloqueador borró sus vestigios? ¿Tiene
otras utilidades la droga? No sabemos nada de esto, todavía. Necesitamos
tiempo para ver cómo evolucionan los pacientes.
Lo que si está cerrada es la etapa de admisión: se pondrá
a la venta en el país esta semana, como Glivec, en cajas de 120
cápsulas de 100 miligramos. La dosis recomendada es de 400 mg diarios.
O sea, una caja por mes. Tratamiento mínimo: un año. El
precio estimado podría incluirse entre los efectos adversos: 2500
pesos la cajita.
LA
EXPERIENCIA DE UNA DE LAS PACIENTES ARGENTINAS
Yo no tenía chances de vivir
Por H.C.
Se llama Nora Flanzbaum de Friedenbach.
Tiene tres hijos: dos mellizas de 18 y un varón de 12. Es médica
ginecóloga. Y tiene una costumbre, la de medir el tiempo de otro
modo. Al menos, desde que hace casi diez años le diagnosticaron
la temible Leucemia Mieloide Crónica. A partir de entonces, su
vida pasó por un sinfín de sobresaltos, depresiones y vértigos,
hasta que se transformó en la tercera enferma de cáncer
en el mundo y la primera argentina en someterse a las investigaciones
con la nueva droga inteligente.
No puedo decir cómo es una bomba porque nunca me cayó
una, pero el día que el médico me diagnosticó que
tenía leucemia sentí como si me hubiera estallado una bomba
encima, confesó a Página/12. Fue en diciembre del
91. A Nora Flanzbaum la aplastó la sensación del tiempo,
concentrado, toda la proyección de su vida desmoronada sobre ella.
De la nada apareció un sello que decía cáncer.
Sentí un enorme enojo con la vida. Me pregunté por qué
a mí. Me daba terror no saber si iba a volver a ver a mis hijos.
Estaba paralizada. Pura impotencia. Fue terrible.
Empezó la búsqueda de soluciones. Entre ellas, interferón
alfa inyectable. Y sus efectos adversos: entre otros, úlceras por
permanente aplicación de inyecciones. Me extirparon el bazo.
Llegó un momento en que tuvieron que interrumpirme el tratamiento.
Intentó también la cura a través de una implantación
de médula, pero los especialistas no encontraron compatibilidad
en ninguno de sus familiares.
En marzo del 92 ya viajaba a Houston, al MD Anderson. Me empezaron
a tratar acá con el control del doctor Talpaz. Y empecé
a descubrir que la enfermedad me había enseñado a tener
una participación más activa.
En junio del 98, Brian Druker y Moshe Talpaz iniciaban la investigación
del Imatinib. En agosto, Talpaz le dijo: Tengo nuevas expectativas
para usted, y el tiempo volvió a dar vueltas agitadamente
sobre su cabeza. Flanzbaum cumplía con todos los requisitos del
protocolo de investigación: pasaba por la fase crónica de
la LMC y había rechazado el tratamiento de Interferón. En
octubre, se sometía a la nueva droga. Fue una decisión
muy difícil. Es cierto que yo no tenía ninguna chance de
vivir. Pero también que iba a tragar una medicación que
resultaba totalmente incierta. Yo fui la tercera paciente en todo el mundo
en quien probaron el tratamiento.
Iniciaron con 150 miligramos por día. Ahora estoy en 800.
Me sacaban sangre quince veces por día, todos los días.
Estuve tres meses allá, pero abandoné. No soportaba más.
Extrañaba. Me sentía peor. Volví a Argentina, estuve
ocho meses sin medicación, hasta que el laboratorio me consiguió
el medicamento y pude seguir. Cada tres meses viajo para controles. Ya
tengo remisión hematológica (desaparecen los efectos de
la LMC en la sangre) pero todavía no citogenética (aún
permanece el temido Filadelfia). Todavía no sé cuánto.
Hoy puedo decir que prolongué mi vida.
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