La suerte se puso, ayer, el
uniforme azul de la Federal: casi un milagro le salvó la vida a
un joven policía, después de haber sido baleado desde apenas
dos metros de distancia por dos desconocidos que respondieron a los tiros
a su pedido de identificación. El uniformado, pese a todo, estaba
en su día de suerte: la bala rebotó en la corredera del
arma que portaba y, más allá del enorme susto, no tuvo que
sufrir mayores consecuencias. El insólito hecho se produjo en pleno
centro porteño, ayer a las 15.40, a la vista de la gran cantidad
de gente que transitaba a esa hora por la Avenida de Mayo.
La tarde de ayer era como todas las tardes para el agente Adrián
Yori, de 24 años, y para su compañero, el cabo Carlos Papa,
de 28. Los dos estaban avocados a las tareas de vigilancia y seguridad,
en el patrullero apostado en la esquina de Avenida de Mayo y Chacabuco.
Pero a las 15.40, los policías repararon en dos personas a bordo
de una moto Honda Transalp negra, que ya había dado un par de vueltas
por la zona, y que en ese momento se encontraba detenida frente al edificio
que alberga en uno de sus pisos a la embajada de Israel.
Los tripulantes de la moto les parecieron sospechosos a los uniformados
por la intuición nata que tiene todo policía,
argumentó a Página/12 el comisario de la seccional 2ª,
René Derecho, con jurisdicción en la zona, por lo
que decidieron identificarlos. El agente Yori se acercó a ellos,
pero los motociclistas no tenían, al parecer, la menor intención
de ser reconocidos. Con el policía a menos de dos metros, el que
iba ubicado en la parte trasera del asiento sacó su arma y, sin
mediar palabra, disparó. Yori trastabilló y cayó
sobre la vereda. Pero no estaba herido. Cayó por el impacto, ya
que la suerte quiso que la bala rebotara contra la cartuchera en la que
llevaba su arma reglamentaria, por lo que no sufrió ni un rasguño.
Su compañero, el cabo Papa, al ver la intempestiva reacción
de los motociclistas y a su compañero caído, se acercó
para apoyarlo en la situación y efectuó dos disparos, mientras
los dos sujetos escapaban a toda velocidad por Avenida de Mayo, en medio
del pánico de los transeúntes. El primero de los tiros dio
sobre el piso, pero el segundo, tras las pericias, no fue encontrado:
Presumimos que pudo haberlo recibido el acompañante, aunque
no se hallaron rastros de sangre, aventuró el comisario Derecho.
El agente Adrián Yori fue trasladado al hospital Churruca debido
al estado nervioso en que se encontraba, fruto de la enorme angustia que
le provocó la inesperada situación que vivió. Nació
de nuevo, era el comentario más escuchado entre sus compañeros
de la Comisaría 2ª. Se especulaba que, tras un trabajo de
contención psicológica, Yori volvería a su casa en
horas de la noche.
El comisario destacó ante este diario la actitud de sus dos policías,
y justificó las sospechas que en ellos despertaron los dos hombres:
El centro está lleno de arrebatadores, que generalmente se
trasladan en moto para poder escapar rápidamente. Aprovechan el
factor sorpresa para robar, detalló. Con respecto a la inusitada
y violenta reacción de los dos hombres que iban en la moto, los
policías especulaban con que podrían haber cometido algún
delito y estarían siendo buscados, aunque en la comisaría
confirmaron que no se recibió ninguna denuncia por robo en
la zona.
Producción: Hernán Fluk.
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