Por Pedro Lipcovich
Las cosas no están a
pedir de boca en la salud bucal argentina. Más del 80 por ciento
de los chicos en edad escolar tiene o ha tenido caries. En chicos de 9
y 10 años de la ciudad de Buenos Aires, se detectó un promedio
de tres caries en cada uno. El 70 por ciento de los escolares tiene los
dientes torcidos. Y los adultos no están mejor: nueve de cada diez
porteños tienen y desatienden problemas dentales que exigirían
tratamiento. Las enfermedades dentales están en aumento en
la Argentina, dijo a este diario uno de los especialistas que, para
el mes que viene, preparan un Congreso Internacional de Odontología
en la UBA. Aumentan porque no se cumple la Ley de Fluoración del
agua, que reduciría las caries casi en un 50 por ciento. Aumentan
porque las embarazadas adolescentes o mal nutridas no pueden proveer al
bebé los elementos para que nazca con una dentadura sana. Además
pero mucha gente lo ignora, las caries son una enfermedad
contagiosa, trasmitida a los chiquitos por sus madres, familiares y cuidadores.
Más del 80 por ciento de los chicos han tenido experiencia
de caries, señala Noemí Bordoni, profesora de odontología
preventiva y comunitaria en la UBA. La proporción, que excede los
estándares internacionales, vale para todo el país, aunque
en las provincias del norte la proporción es aún mayor,
por dietas con demasiada azúcar y por la crisis económica,
dado que la caries es una enfermedad asociada con la pobreza, observa
la odontóloga. Raquel Doño, de la misma cátedra,
añade que en una muestra de 700 chicos de 9 y 10 años
en la ciudad de Buenos Aires, resultó que tenían un promedio
superior a tres dientes cariados cada uno.
Virginia Preliasco profesora de odontopediatría en la UBA
y vicepresidenta del Congreso destacó que las enfermedades
dentales están en aumento. Sucede que la carie es una
enfermedad contagiosa. El período que va desde los 18 meses hasta
los 30 o 36 meses de edad es el más susceptible porque los chicos
pueden adquirir una microflora bacteriana agresiva, que permanecerá
en su boca: el contagio dependerá de cómo esté la
boca de la persona que lo cuide, primordialmente la madre pero también
el padre, los hermanos, la señora de la guardería.
Además, las caries podrían reducirse con buenos programas...
de salud reproductiva: Las madres adolescentes suelen tener hijos
con problemas dentarios porque, como ellas mismas todavía están
creciendo, su organismo no puede proveer suficiente calcio, fósforo,
vitaminas, hierro explica Preliasco. En las mujeres de bajos
recursos que tienen muchos hijos, sucede que los últimos tienen
un déficit con respecto a los primeros.
Y habría menos caries si el agua estuviera fluorada: Jamás
se cumplió la ley nacional que, desde 1976, obliga a que las aguas
de consumo tengan una determinada proporción de flúor. En
los pocos lugares donde se cumple, como la ciudad de Santa Fe, la proporción
de caries baja al 60 por ciento de la del resto del país,
precisa la odontopediatra.
No sólo caries sino dentadura chueca. Según revela Carlos
Guardo -titular de ortodoncia en la UBA y presidente del próximo
Congreso, un estudio en escuelas municipales mostró
que el 70 por ciento de los chicos padecía maloclusión
(dientes torcidos). Pero los que llegan a hacer tratamientos de ortodoncia
no son más que un 4 a 8 por ciento: por razones económicas
o porque los padres no dan la debida importancia al problema.
Los adultos no están mejor. Para tratar de saber en qué
medida la gente va al dentista cuando lo necesita, hicimos un estudio
sobre las personas que iban a atenderse en una guardia, no odontológica
sino de medicina general: les pedíamos permiso para revisarles
la boca cuenta Angela Smerilli, titular de Cirugía y Traumatología
Bucomaxilofacial en la UBA. Encontramos que nueve de cada diez necesitaba
atención odontológica y no se ocupaba de pedirla.
Los problemas eran inflamación de las encías, caries
y piezas dentales muy destruidas, necesitadas de extracción.
Por eso, cuando llegan a los 50 años, el 50 de los adultos
han perdido la mitad de sus piezas dentarias o de su capacidad masticatoria,
es decir, pueden tener más piezas pero no coinciden para morder,
advirtió Guardo.
Los especialistas coinciden en destacar la falta de programas de prevención:
Además de la fluoración del agua, lo esencial es desarrollar
programas en las escuelas, que, monitoreados por odontólogos, pueden
llevar a cabo los maestros, promoviendo el cepillado en el colegio mismo
con pastas que contengan flúor, destaca la profesora Bordoni.
El próximo Congreso, llamado Ciencia, técnica y arte
para la odontología del tercer milenio, se efectuará
entre el 4 y el 6 de julio en la Facultad de Odontología de la
UBA e incluirá visitas guiadas para odontólogos. La
Facultad abre las puertas a sus egresados, en defensa de la universidad
estatal.
Entre jugos y gaseosas
¿De quién es el pH de esa boquita?: de las gaseosas
y los jugos. El pH mide el grado de acidez: a pH más bajo,
mayor acidez y, por lo tanto, más caries. El pH de
la boca debe ser 7, pero todas las bebidas gaseosas tienen de 3
para abajo explica Virginia Preliasco, profesora de odontopediatría
en la UBA: las bebidas cola no superan el valor de 2,4; las
de lima-limón están por debajo de 3; las gaseosas
de naranja llegan a 3,6, que también es bajo. Y lo peor es
que los conservantes que tienen estas bebidas mantienen bajo el
pH de la boca tiempo después de haber tomado la gaseosa.
La acidificación desmineraliza la superficie de los dientes,
sumado al efecto de caries del azúcar que tienen estas bebidas.
También son demasiado ácidos los jugos de naranja
o soja que se venden preparados. Y muchas madres se equivocan al
creer que con ellos pueden sustituir la leche, alimento esencial
cuyo pH es precisamente el que debe tener la boca, agrega
la odontopediatra.
También conviene prestar atención a las aguas minerales:
Deberían tener la cantidad adecuada de flúor,
que es un miligramo por litro de agua, o sea una parte por millón.
Muchas tienen menos, y algunas tienen demasiado. La ingesta de flúor
debe ser aproximadamente de un miligramo por día: en exceso,
puede manchar los dientes y dañar el esmalte, señala
la doctora Preliasco.
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