Un incendio en medio del mar,
cuando alrededor no hay más que cientos de kilómetros de
agua, es un fenómeno difícil de imaginar. Sin embargo, los
cincuenta y ocho tripulantes del buque pesquero argentino API II, que
navegaba en altamar, tuvieron que enfrentarse a uno. El martes a la noche,
una explosión seguida de un intenso humo negro sacudió la
embarcación, y aunque no afectó gravemente su estructura
la nave continúa desplazándose hacia Puerto Madryn,
su destino original hay pocas esperanzas de encontrar con vida a
siete miembros de la tripulación que habrían quedado atrapados
en la parte inferior del barco. El fuego fue extinguido, pero recién
hoy será posible ingresar en ese sector.
El API II, una nave pesquera de más de 82 metros de largo y 13
de ancho, que tiene su base de operaciones en Puerto Madryn, Chubut, avanzaba
en dirección sur, a 200 millas (unos 370 kilómetros) de
la costa. Cuando se encontraba a la altura de Península Valdés,
los tripulantes escucharon una explosión y luego observaron una
columna de humo negro y denso que trepaba hacia el cielo desde la proa.
El pedido de auxilio fue recibido por miembros de la Prefectura Naval
a las 20.04.
Los primeros auxilios fueron prestados por otros buques pesqueros que
navegaban en la misma ruta que el API II: el Vientos del Sur, el Stella
Maris I, el Antartic, el Antonino y el Rocío del Mar. Luego se
plegaron a las tareas de rescate el guardacostas Prefecto Derbes, de Prefectura,
y el buque ARA Gurruchaga, perteneciente a la Armada Argentina, que trasladó
a la zona a varios médicos que prestaron asistencia sanitaria a
la tripulación a bordo del API II.
De los ocupantes del barco incendiado, 35 miembros abordaron el Rocío
del Mar, y se prevé su llegada a Puerto Madryn alrededor de las
7 de hoy. Otros 16 tripulantes se quedaron a bordo del API II para colaborar
en el combate de las llamas. Sin embargo, las expectativas están
puestas en los siete hombres que habrían quedado atrapados en la
tercera cubierta, es decir, en la parte más profunda del casco
de la embarcación, por debajo de la línea de flotación.
Aunque las llamas fueron extinguidas al mediodía, quienes trabajan
en el rescate no pudieron acceder al sector dañado, ya que se corría
el riesgo de que las altas temperaturas desataran nuevamente el fuego.
No hubo forma de conectarse con ellos, el humo es intenso y además
hay mucho material en combustión, explicó el prefecto
mayor Javier Urquiza, titular de la delegación Comodoro Rivadavia
de Prefectura, quien agregó que los tripulantes no respondieron
con gritos que permita suponer que están vivos.
Según el relato del prefecto principal Aníbal Albertario,
jefe de Relaciones Públicas de Prefectura, el fuego, que
se desató en el área de camarotes, ubicada en la proa de
la embarcación, dividió a la nave en dos. Si los tripulantes
que desaparecieron no se arrojaron al mar, la otra opción es que
hayan quedado atrapados en esa zona. La posibilidad de que estén
con vida depende de que se hayan podido refugiar, por ejemplo, en la cámara
frigorífica del barco, y que hayan encontrado la forma de impedir
el ingreso de gases tóxicos.
No podemos llegar hasta ellos desde el exterior sin abrir un boquete
en el casco, y si hiciéramos eso pondríamos en riesgo la
estructura del barco, además de proveer mayor cantidad de oxígeno
que podría alimentar el fuego. Las llamas fueron apagadas
utilizando varias líneas de agua y tapando todas las entradas de
oxígeno que pudiera tener el barco. A última hora de la
tarde, el equipo de rescate trabajaba en el enfriamiento del sector donde
se originó el incendio, para evitar que el contacto con el oxígeno
y con los restos de combustible genere un nuevo foco.
Los camarotes de la parte incendiada se abrirán recién en
el momento en que la embarcación esté cerca de la costa,
o cuando llegue al puerto. Entonces se develará el misterio de
lo que sucedió con los siete tripulantes del API II.
Secuestro de calamar
El juez federal Ricardo Napolitani, de Comodoro Rivadavia, dispuso
el secuestro de casi dos mil toneladas de calamar alojadas en un
buque de panameño, para investigar si se trata de mercadería
de contrabando. El barco Chi Lai se encontraba anclado
desde el 1º de junio pasado, en aguas territoriales argentinas.
La nave llegó de Las Palmas y habría ingresado al
país sin declarar su carga.
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