Por Eduardo Febbro
Desde París
El semanario francés
Le Point confirmó y ahondó en su última edición
las informaciones adelantadas en tres ocasiones por Página/12 acerca
del papel central que desempeñaron los militares franceses que
participaron en la guerra colonial de Argelia en la capacitación
para la guerra sucia de las Fuerzas Armadas argentinas. La nota, que aparece
en la primera plana de Le Point bajo el rotundo título de Cómo
Francia exportó la tortura a la Argentina, es una extensa
investigación de 6 páginas que demuestra cómo los
especialistas franceses de la guerra psicológica pusieron
su experiencia al servicio de las peores dictaduras de América
del Sur. La siniestra cooperación se prolongó durante
más de 20 años y se llevó a cabo con el visto bueno
de los dirigentes políticos del país que se presenta como
la cuna de los derechos humanos.
La investigación parte del interrogatorio al que fue sometido el
general francés que confesó la práctica de la tortura
en Argelia, Paul Aussaresses, quien, en su calidad de agregado militar
en Brasil (19731975) fue interrogado hace dos semanas sobre su conocimiento
a propósito del Plan Cóndor y de la acción de sus
colegas de armas en la Argentina. Aussaresses, sin embargo, perdió
la memoria pero no así los archivos ya citados por Página/12
y ahora por Le Point. El octogenario general llevó a la práctica
en Argelia las enseñanzas de uno de los papas de la guerra moderna
que luego las importará a la Argentina a partir de los años
50: se trata del teniente coronel Tranquier, el mayor teórico
de la represión en zonas urbanas: torturas, razzias nocturnas,
desapariciones, busca de la información por todos los medios, seguimientos,
división de las ciudades en zonas operaciones, etc.
El semanario establece que el primer contacto entre los dos ejércitos
se realizó a los dos años de la caída del General
Perón, en 1957. El coronel argentino Carlos Rosas, recién
egresado de la Escuela de Guerra de París, posteriormente subdirector
de la Escuela de Guerra de Buenos Aires, creó un ciclo de estudios
sobre la guerra revolucionaria comunista. Es en ese marco
llegaron a la Argentina los militares franceses señalados por este
diario: los tenientes coroneles François-Patrice Badie y Patrice
de Naurois. Al respecto, una nota del futuro jefe de la policía
de la Provincia de Buenos Aires bajo la dictadura de Videla, el general
Ramón Camps, ilustró la importancia de los viajeros; sus
cursos escribe Camps estaban directamente inspirados de la
experiencia francesa en Indochina y aplicada en ese momento en Argelia.
En setiembre de 1958, el ministro francés de Defensa, Pierre Guillaumat,
autorizó que 60 soldados argentinos que habían seguido esos
cursos especiales fueran a la entonces Argelia en plena guerra en
viaje de estudios. Otros 60 soldados viajaron el mismo año
con destino a París y en 1960 la cooperación entre ejércitos
dio lugar a la creación de una misión militar francesa permanente
en la Argentina. Compuesta por tres oficiales superiores, su misión
consistía en acrecentar la eficacia técnica y la preparación
del ejército argentino. Ese mismo año, Pierre Messmer,
ministro de Defensa, envió a Buenos Aires al jefe de Estado Mayor
del Ejército, general André Demetz, y al coronel Henri Grand
dEssson. DEsson es un personaje clave ya que, como ya lo adelantó
Página/12, fue quien pronunció en la Escuela de Guerra de
Buenos Aires la célebre conferencia en la que describió
cada uno de los aspectos de la guerra subversiva y, sobre todo, el papel
central del ejército en el control social de la población
y la destrucción de las fuerzas revolucionarias. Ese texto
de 22 páginas fue publicado bajo el título Guerra
Subversiva en la Revista de la Escuela Superior de Guerra N 338,
Julio-Setiembre de 1960. Curiosamente, Pierre Messmer no compartía
los métodos de los hombres que él mismo enviaba a formar
asesinos a ultramar. A sus hoy 85 años, elex ministro califica
a aquellos soldados de imbéciles pero acota que no
se podía condenar a aquellos hombres por sus ideas.
Todas esas idas y venidas y experiencias intercambiadas van a desembocar
en una suerte de cooperación continental basada en la doble experiencia
de los franceses y los argentinos. Así, en julio de 1961, el general
Spirito, jefe del Estado mayor argentino, propuso a sus colegas de la
Conferencia de los Ejércitos de América la creación
de un Curso Interamericano de lucha antimarxista que estuvo a cargo de
un ex alumno argentino de la escuela de guerra de París, el coronel
López Aufranc. Un total de 39 oficiales representando a 13 países,
incluido los Estados Unidos, asistieron a los cursos. En un correo enviado
a la cancillería francesa el embajador francés en la Argentina
explica: hay que señalar la presencia de militares norteamericanos
en un curso donde se le dio un lugar importante al estudio de la lucha
antimarxista en el espíritu y según los métodos basados
en la experiencia del ejército francés. De allí
al Plan Cóndor hay una ruta sin obstáculos en la que se
mezclan Videla, presente en las aulas donde estaban los instructores franceses,
y el plan Conintes (Conmoción Interna del Estado). Entre 1963 y
el 73 hubo una interrupción en la colaboración francesa
pero ésta se reanudó a pedido de los argentinos. Pierre
Messmer, en ese momento Primer Ministro del Presidente Pompidou, aceptó
el pedido de enviar especialistas de la guerra anti subversiva y hoy se
explica sin remordimientos: La Argentina los quería y los
tuvieron. La Argentina es un país independiente y no había
razón para negar lo que pedían.
Este segundo capítulo es de un cinismo puro. En plena década
de los 70 Francia mandó a Buenos Aires al coronel Pierre
Servant, ex combatiente de Indochina y de Argelia, especializado en los
interrogatorios. En abril de 1974 Servant se encontró
en Buenos Aires con uno de los actores del golpe del 76, el teniente
coronel Reynaldo Bignone. Servant, que negó casi todos los hechos
en el interrogatorio del juez Le Loire, trabajó en la Oficina N
3 situada en el piso 12 del cuartel general del Ejército Argentino
y dio cursos en esa sede y en las provincias. Hombre alejado de la Embajada
francesa, Servant dependía del SGDN, Secretariado Nacional de la
Defensa Nacional, organismo controlado entonces por el nuevo Primer Ministro
y hoy Presidente francés Jacques Chirac. Bussi, Videla, Bignone,
Vilas, Harguindeguy, todos estuvieron en contacto con Servant, bebieron
la cultura de la tortura francesa y absorbieron los libros teóricos
de Tranquier como agua bendita. Servant dejó la Argentina en octubre
de 1976, Aussaresses se fue de Brasil en el 75. El Plan Cóndor
ya estaba en marcha. Una nota de Henry Kissinger distribuida en las embajadas
norteamericanas de Europa advierte que el grupo murder (así
llamaba al Plan Cóndor) operará en el viejo continente,
especialmente en París. La sede argentina de dicho plan, el Centro
Piloto, estaba situada en el N 83 de la Avenida Henry Martin. Así
se entienden mejor las confesiones del general Vilas, cuando dijo: nosotros
aplicamos los métodos llevados a la práctica por los franceses
en Indochina y Argelia
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