Por Cledis Candelaresi
Lejos de ser un bálsamo
para Aerolíneas Argentinas, la decisión de realizar una
convocatoria de acreedores, ratificada ayer públicamente por dirigentes
de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, es la estocada
final para la aerolínea de bandera. Este atajo legal exime a la
SEPI de su obligación de aportar dinero fresco, con lo cual queda
en duda la operatividad de la compañía, que tiene un déficit
operativo mensual millonario. Aunque el Gobierno optó por no admitirlo
públicamente, sus funcionarios saben que esta salida es peor aún
de la que los accionistas españoles sugerían semanas atrás.
En el mismo momento que el ministro de Infraestructura, Carlos Bastos,
argumentaba ayer ante la prensa que se había conseguido respiro,
en varios despachos oficiales hacían el cálculo de cuántas
horas más podría sobrevivir Aerolíneas si la SEPI
no refuerza de inmediato su caja. Antes de la última crisis, desencadenada
por el despido de más de 200 técnicos, Aerolíneas
registraba una pérdida mensual de más de 30 millones de
pesos, gran parte de los cuales corresponden al déficit operativo.
El concurso de acreedores posterga compromisos financieros pero no garantiza
que la empresa obtendrá de inmediato los fondos necesarios para
combustibles, catering ni sueldos. Menos cuando se suspendieron servicios
y el nivel de ocupación de los vuelos bajó drásticamente.
Hace veinte días, cuando la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich,
y el titular de la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico,
Ricardo Cirielli, viajaron a Madrid para discutir cara a cara con los
directivos de la SEPI, la propuesta esbozada por los españoles
era, en apariencia, algo más promisoria. Entonces, los accionistas
ibéricos sugirieron su intención de capitalizar 350 millones
de pesos, a condición de que APTA aceptara un ajuste en sus condiciones
de trabajo, incluido un recorte salarial. APTA no cedió, con lo
cual aquella promesa quedó invalidada.
No hay ninguna seguridad de que, aunque Cirielli hubiera firmado un acuerdo,
la capitalización se concretara. Pero, al menos, Bullrich pudo
seguir presionando a técnicos y a azafatas con el argumento de
que había algo para ganar. El supuesto esquema previsto hace días
-capitalización y ejecución de un plan director que incluía
achique de costos y prometía estabilidad al personal- cerraba con
la venta a algún interesado, aunque esto sin mucho énfasis.
Tanto la ministra de Trabajo como el secretario General de la Presidencia,
Nicolás Gallo, fogonearon una transición negociada con los
españoles, fundada en el supuesto de que éstos efectivamente
aportarían fondos. Ambos se plantaron implacables ante el gremio
aeronáutico, como si realmente el problema de Aerolíneas
dependiera de un cambio en la condiciones laborales de 1200 empleados,
sobre los casi 7 mil. Esta línea del Gobierno es la que promovió
una embestida contra Cirielli, responsabilizándolo por la caída
de Aerolíneas, aun cuando ésta comenzó a precipitarse
por la decisión empresaria de abandonar los vuelos internacionales
y no porque el rubro laboral impusiera un sobrecosto intolerable.
La irrupción pública de Bastos abrió un camino más
expeditivo y realista, aunque tal vez no menos dañino para la línea
de bandera. Desde la Rosada se admite el concurso de acreedores, reconociendo
que ni el gobierno español ni el argentino aportarán fondos.
Lejos de cargar tintas sobre APTA, el ministro de Infraestructura hizo
propios argumentos del gremio, que acusa a la gestión hispana de
haber trasladado a España tareas de mantenimiento.
OBJECIONES
AL PROYECTO EURNEKIAN
SW con vuelo propio
Southern Winds una de
las empresas sobre las que su accionista Eduardo Eurnekian funda el anhelo
de construir una gran aerolínea nacional asegura tener sus
propios planes, independientes del futuro de Aerolíneas Argentinas.
SW se autodefine como la más próspera aerolínea de
cabotaje, pero ambiciona expandirse al mercado internacional.
Página/12 reveló ayer el proyecto de Eurnekian para organizar
una aerolínea nacional. La iniciativa tendría como base
SW, de la que Eurnekian posee casi el 30 por ciento de acciones, y Lapa,
que el presidente de Aeropuertos Argentina 2000 aspira a comprar y gerenciar.
Según el diseño que bosquejó el empresario, la flota
conjunta sería destinada a cubrir, prioritariamente, vuelos de
cabotaje y regionales.
La compañía aérea que Eurnekian imagina como un buen
negocio, en particular si Aerolíneas Argentinas desaparece del
escenario, tendría un diagrama mucho más limitado de vuelos
internacionales, fundado en sólo dos trayectos troncales.
Este punto del plan es el que menos parece simpatizarle a Southern Winds,
que ya solicitó al Ministerio de Infraestructura que le autorice
frecuencias a Nueva York, Miami, Madrid, Roma y Milán. Lo hizo
aprovechando que desde noviembre del año pasado se levantó
la prerrogativa que la privatización dio a Aerolíneas Argentinas
para explotar en exclusividad los vuelos regionales e internacionales.
Una jerarquizada fuente de esa empresa subrayó ayer ante este diario
que Eurnekian es sólo un socio pasivo de SW, sugiriendo
que el proyecto del adjudicatario de los aeropuertos deberá ser
consensuado también con los otros propietarios de la compañía,
a los que parece no simpatizarles la idea de acotar la expansión
internacional.
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