Por Raúl
Dellatorre
Pedro Ferreras, presidente
de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, lo aclaró
ayer ante la prensa madrileña, para evitar confusiones. La
suspensión de pagos (o concurso preventivo de acreedores, en términos
de las leyes argentinas) figura en el orden del día del próximo
Consejo de Administración de Aerolíneas Argentinas (el próximo
jueves); ese paso significa el final de la fase terminal de la empresa.
Contrariamente al tono con el que presentó la noticia el Gobierno
argentino, hasta con cierta euforia por haber despejado el fantasma
de la quiebra, la SEPI presentó la opción como una
amenaza, ya que prenunciaba la desaparición de la empresa aérea.
Cualquier posibilidad remota de salvar a la empresa está
en manos del Gobierno argentino y de los sindicatos que se niegan a firmar
el Plan Director, dijo Ferreras, antes de señalar que Aerolíneas
no tiene fondos para pagar nada y no puede volar, y reiterar que
la SEPI no volverá a aportar recursos ni se le puede exigir
que lo haga: hemos hecho todo lo que podíamos.
Carlos Bastos, ministro de Infraestructura, que ayer por la mañana
llegó de Madrid, se encargó en Buenos Aires de dar una versión
diametralmente distinta. Si la empresa pensara que no está
en condiciones de mantener operable la compañía, habría
pedido directamente la quiebra, manifestó en rueda de prensa.
Cuando una compañía pide la convocatoria de acreedores,
es porque considera que tras una reestructuración de la deuda,
está en condiciones de ser viable, insistió. Comentó,
además, que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro,
le había asegurado en Madrid que la suspensión de
pagos, como le llaman ellos, más la aplicación del
Plan Director (ajuste de condiciones de trabajo, rebaja de salarios y
reestructuración de la compañía), era el camino elegido
para hacer viable la empresa y poder venderla.
El entusiasmo con el que el Gobierno argentino acogió el anuncio
de la convocatoria de acreedores indicó que la amenaza por parte
de la SEPI no había surtido efecto. Luis Hernández, portavoz
de la SEPI, salió por la tarde a reafirmar la interpretación
del anuncio, y explicó que si los gremios aceptan el Plan
Director, la SEPI está dispuesta a hacer el aporte de capital de
350 millones de dólares y no presentará a Aerolíneas
en convocatoria. A esa hora, los ánimos entre los trabajadores
de la compañía habían empezado a recalentarse a partir
de conocer la versión de Ferreras, muy diferente de la que Ramón
Mestre, ministro del Interior, le había transmitido a los sindicatos
en la noche del jueves. La SEPI intentaba reabrir una vía de negociación
y a explicar, en otros términos, que la convocatoria de acreedores
no era una propuesta de tregua sino una declaración de guerra de
exterminio: de la compañía, de los convenios laborales y
de las fuentes de trabajo.
Previamente, Bastos había explicado que ninguno de los dos
gobiernos está en condiciones de aportar nuevos fondos para
el funcionamiento de la empresa, y que España entiende que
con la reestructuración de la deuda, principalmente con los
proveedores de combustible, la empresa puede funcionar. No pudo
eludir una consulta sobre un eventual fracaso de la convocatoria, a lo
cual respondió que el Gobierno argentino planteó la
necesidad de conservar las rutas y frecuencias de Aerolíneas como
una unidad. Si se diera este caso, el Gobierno argentino tiene
la intención de otorgarla a otra empresa que se haga cargo de la
mayor cantidad de empleo posible de los trabajadores de Aerolíneas,
aseveró.
El titular de Infraestructura también refirió que en su
conversación con Montoro y el canciller Josep Piqué les
puntualizó que encontrábamos una cierta rigidez de
la SEPI en la negociación con los gremios, de los cuales seis ya
habían adherido a los términos del Plan Director, y le manifesté
que nos parecía injusto que por no poder acordar con los mecánicos
(APTA) se pusiera todo el destino de la compañía en una
suerte de blanco o negro, sin tratar de encontrar otros caminos de solución.
También rescató la propuesta del gremio conducido por Ricardo
Cirielli, al señalar que lehabía transmitido a los funcionarios
españoles las objeciones a que todo el trabajo de reparación
y mantenimiento se trasladara a España, como también a la
venta de los simuladores de vuelo. Un gesto llamativo, tratándose
de quien, hasta ayer, era el enemigo número uno del Gobierno.
Los gremios que representan al personal de Aerolíneas habían
sido convocados para las 19 en la Jefatura de Gabinete por Chrystian Colombo,
dueño de casa, y el ministro Bastos, para ser informados sobre
los resultados del viaje de este último a España. Sin embargo,
un par de horas antes de la cita les anunciaron que el encuentro había
sido postergado. Finalmente, poco después, el encuentro fue directamente
suspendido.
NO
ABONO BILLETES ENDOSADOS A OTRAS COMPAÑIAS
IATA ya la considera morosa
Aerolíneas Argentinas
ingresó ayer en la lista de morosos de la Asociación
Internacional de Transporte Aéreo (IATA), al no poder abonar un
vencimiento de 13 millones de dólares en el segundo vencimiento
acordado. Fuentes empresarias en Madrid confirmaron había
sido anticipado por Página/12 en la víspera que ayer
venció el segundo plazo otorgado a Aerolíneas para que abonara
la deuda correspondiente a los endosos con otras compañías
aéreas por intercambio de billetes de vuelo. Esta dificultad se
suma a un cuadro de grave situación financiera en la que la empresa
acumularía a la fecha deudas superiores a los 900 millones de dólares.
A partir de la declaración de moroso, las restantes
empresas quedan facultadas para rechazar, si así lo deciden, los
endosos de pasajes vendidos por Aerolíneas.
Las deudas de Aerolíneas al 31 de marzo pasado rondarían
los 900 millones de dólares y la mayor parte correspondería
a los montos pendientes por la compra de aviones a través del sistema
de leasing, según fuentes de la empresa. Dicha deuda
se aproxima a los 360 millones de dólares, siendo el fabricante
europeo de los Air Bus el mayor acreedor en este conceptos.
A grandes rasgos, la deuda de la compañía está dividida
en tres partes iguales, entre el pasivo por la compra de aviones y repuestos;
otra cifra similar producto de deudas financieras, y el resto que aglutina
a deudas fiscales y mayoriamente a proveedores. En este segmento aparecen
la petrolera Repsol YPF, la Asociación Internacional del Transporte
Aéreo (IATA) y Aeropuertos Argentina 2000, entre otros. Además,
Aerolíneas Argentinas tienen una deuda de 30 millones de dólares
con la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) e Iberia
por adelantos de fondos.
La deuda financiera de la compañía se ubicaría en
185 millones de dólares, siendo los mayores acreedores los bancos
BBV Argentaria, Citibank y el ABN Amro. En cuanto a la deuda con proveedores,
el ranking lo encabezaría Repsol YPF con unos 80 millones de dólares
y aún no está establecido el monto total por endoso de pasajes
hacia otras compañías, que en diciembre pasado rondaba los
50 millones de pesos.
Los balances generales de Aerolíneas Argentinas al 31 de diciembre
pasado, mostraron que la compañía enfrentaba un pasivo de
926,9 millones de dólares. A esa misma fecha, el patrimonio neto
de la empresa era de 192,25 millones de pesos. La empresa, siempre según
el balance, pagó 103 millones de dólares por intereses financieros
en el 2000, en tanto que por venta de servicios ingresó 786 millones
y por el costo de los mismos egresó 725 millones. Asimismo, informó
un quebranto por 108 millones.
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