La hora del plan B.
No era el jugador audaz que apuesta todo su resto a un pleno y
se llena de fichas. No tenía una sola carta en sus manos,
ni un solo instrumento para plasmar todos sus objetivos. No era,
en fin, el cazador certero que mató a la híper de
un solo tiro en la frente. Y, sin embargo, el hombre que lanzó
el enésimo plan de reactivación tras tres años
de estancamiento económico (uno y medio padecidos bajo la
administración aliancista) era Domingo Cavallo.
Era, bien mirado, el Cavallo del 82 el que cuasigobernó
el país desde el Banco Central, el que paría circulares
con la fertilidad de los conejos. Circulares que se perfeccionaban,
se anulaban, se contradecían, se derogaban y antes que nada,
día a día u hora a hora, parían nuevas circulares.
El ministro de Economía, que funge de regente del presidente
Fernando de la Rúa, volvió a mostrarse tal cual es:
el más creativo de los economistas ministeriables,
el más desaprensivo respecto de lineamientos teóricos,
el más dispuesto a usar el poder del gobierno para imponer
sus propuestas. Las que sin haberlas consensuado con el resto
del gabinete, sin haberlas hablado con su equipo que funcionó
tabicado para que nadie conociera el paquete, sin haberlas escrito
ni estudiado a fondo hizo conocer el viernes tienen su sello:
el del aluvión de medidas, que revelan antes que nada su
voluntad de poder y su ambición política.
Es demasiado pronto para proponer un balance de una maraña
de decisiones no del todo congruentes entre sí, algunas de
las cuales (si efectivamente Cavallo sigue siendo Cavallo) jamás
se implementarán.
Pero, con la precariedad del caso, pueden proponerse algunos apuntes:
Nunca lo dirá,
pero Cavallo, a través de sus actos, reconoce tácitamente
que se equivocó feo cuando fantaseó que su mera presencia
en Economía pondría montura a las variables más
montaraces de la economía. Los mercados no se sometieron,
los empresarios no abrieron sus faltriqueras, los sectores medios
no salieron a consumir, el riesgo país no bajó. Mingo
conducción no produjo el boom keynesiano por mera presencia
que imaginó el Megaministro quien, por ende, noqueado, abandonó
su plan A.
Tampoco se resigna el
titular de Hacienda a esperar que cierre el círculo virtuoso:
recorte del gasto público, equilibrio de las cuentas fiscales,
baja de intereses, inversiones, gloria y loor. Un círculo
muy prolongado en el tiempo para quien anhela reconocimiento electoral
de sus conciudadanos y que ha visto la defenestración de
Ricardo López Murphy.
La devaluación
que instrumentó Cavallo es contra lo que él
asegura cualquier cosa menos neutral. Por lo pronto, es una
devaluación contra Brasil. Respecto del socio
mayor del Mercosur funcionará a full. Respecto de los países
extra Mercosur será neutral o dejará saldo negativo
para los productores que afrontarán la baja de los reintegros
y el aumento del costo las importaciones de sus insumos.
Devaluar, aunque sea
parcialmente, es hacer zozobrar la convertibilidad. Y la base monetaria
se ensucia si se computan 1,08 dólar de ingreso
por cada dólar real que se exporta.
Tal como ocurriera con
su primer paquete, lo que se promete es plata en el bolsillo de
los consumidores pero lo que se garantiza, sí o sí,
son recursos al fisco. Antaño, el paquete reactivador tenía
como núcleo el impuesto a las transacciones bancarias. El
actual tiene el sideral aumento del gasoil que traerá algunos
cientos de millones a Hacienda.
La reinstauración de los aportes patronales más
gravosos para empresas de mediano porte que para las privatizadas,
que podrán compensarla de créditos fiscales
tiene el mismo fin.
Los bolsillos de los consumidores, enflaquecidos con el boleto de
bondi, sólo mejorarán en el caso de los asalariados
medios a los que se reducirá el impuestazo de Machinea. Es
difícil imaginar que haya aumentos vía ticket canasta
o lo que fuera en el marco de malaria actual. Los peajes, sin ir
más lejos, bajarán recién en un año,
si se cumplen las escrituras. * El sector financiero, esos mercados
a los Cavallo chichoneaba apenas días atrás, no tiene
nada que temer ni qué hacer. Y como señaló
Julio Nudler ayer en este diario, un dólar para uso financiero
costará un peso y un dólar para importar insumos 1,08.
Todo un dato.
El sector agropecuario
será un beneficiario neto de las medidas, ya que no contaba
con reintegro alguno. Cabe preguntarse si no ocurrirá entonces
el fenómeno usual de la vieja Argentina, aquella
en que la devaluación que mejoraba a los exportadores resentía
los intereses del mercado interno. Si así fuera podrían
dispararse algo los precios de los artículos alimentarios
de primera necesidad en el mercado interno.
Los teóricos llaman
juegos de suma cero a aquellos en los que todo lo que gana algún
competidor es perdido por otro. Cavallo es el inventor de los juegos
de suma mil, en el que todos ganan. Pero, aun suponiendo que su
alquimia del viernes prosperara, en toda devaluación selectiva
hay ganadores y perdedores implícitos, alto margen de arbitrariedad
del poder administrador y una enorme tentación para intentar
subfacturaciones, sobrefacturaciones, juegos con los distintos valores
del dólar.
El paquete en ciernes
es procompetitivo y en segundo rango profiscalista.
El resto son remiendos, intenciones, apuestas.
Claro está que en los acotados márgenes del modelo
lo que hace Cavallo es, quizá, lo máximo que puede
hacerse. Juega dentro del modelo, pero en los flejes,
explica, tenístico, a Página/12 un economista radical
que no integra el actual equipo económico. El punto es que
el modelo exige dejar intocadas tantas variables e invictos tantos
poderes que ni siquiera un audaz como Cavallo puede hacer más
que decretar una devaluación parcial del 8 por ciento, meter
con vaselina algunas nuevas gabelas y abolir otras. Y, tal vez,
aunque no parezca lo suyo, rezar. Amén, claro, de preparar
nuevas normas que corrijan, ahonden o contradigan las del viernes.
El enmascarado no se rinde.
Yo tengo el poder
La presentación del Plan B de Cavallo (el plan A, repitámoslo,
fue el shock producido por su solo desembarco) tuvo su atractivo.
Lo puso el Presidente, devuelto a su afanosa tarea de demostrar
liderazgo ante las cámaras de TV, en cambio de hacerlo al
momento de tomar decisiones. De la Rúa rectificó a
Cavallo, le pidió que repitiera algunos conceptos y condujo
la conferencia de prensa. Ese desempeño que viene siendo
una obsesión de su entorno más cercano le ha dado
hasta ahora un resultado pobre de solemnidad. Casi nadie cree en
la Argentina en su autoridad y su capacidad de liderazgo. Y nada
sugiere que su presencia del otro día vaya a virar un ápice
esa percepción.
Desmontar esa cuesta implicará algo más que su poco
convincente gestualidad ante las cámaras. Por lo pronto,
sugerirle a Héctor Lombardo que sea más ponderado
a la hora de emitir mensajes. Su referencia a la arteriosclerosis
dará material a los humoristas y opositores por un par de
meses. Sobre todo porque, a diferencia de la régie de la
presencia presidencial en Olivos, le pasa muy cerca a las percepciones
colectivas más generalizadas.
Los anuncios se hicieron, como ordena el Dios mercado, el viernes
(remember los de López Murphy, la renuncia de Machinea, el
primer plan Cavallo) para que haya 48 horas de tregua. No habrá
72, aunque en la Argentina este feriado sea largo, porque Wall Street
no respeta el día de la enseña patria y dará
algunas señales del quisquilloso humor de los
mercados.
La recusación
de Damocles
Cavallo es tan importante que hasta llama la atención donde
no lo buscan. Por ejemplo, mucho da que hablar que el juez Jorge
Urso no lo cite a indagatoria en la causa que investiga la venta
ilegal de armas. En tribunales no se suelta prenda sobre la falta
de iniciativa que algunos atribuyen a carencia de pruebas y otros
al temor de abrir nuevos frentes políticos en una causa que
genera huracanes.
Se ha hecho un lugar común en funcionarios y algunos analistas
sugerir que Urso no cita a Cavallo porque éste ya lo recusó
exitosamente en otras oportunidades. Siendo así, redondea
la especie, si vuelve a convocarlo habrá nueva recusación,
será admitida y la causa se irá del juzgado que la
tramita. El análisis, como varios de los que hacen de una
compleja urdimbre legal, contiene errores informativos y jurídicos.
Al menos por tres motivos:
Para la ley argentina
no existe el precedente obligatorio. Esto significa que una resolución
tomada en un pleito no es aplicable automáticamente en otro
similar ulterior. Debe razonarse de nuevo, fundarse de nuevo y cualquier
tribunal puede incluso desandar su decisión y plantear otra
diferente.
El entorno público
no es el mismo que existía en 1998, fecha en que ocurrió
la anterior recusación. Por entonces letal era el desprestigio
de los magistrados federales y alta la estrella anticorrupción
de Cavallo, montada en su cruzada contra Alfredo Yabrán.
Hoy día, si Cavallo, citado, tentara una movida para desplazar
a Urso, enfrentaría posiblemente la desconfianza de la mayoría
de la opinión pública, que quiere que la causa avance,
que derive en condenas y que parece más que proclive a leer
muy críticamente chicanas dilatorias.
Last but not least: la
añeja recusación de Cavallo fue aceptada por la Cámara
pero rechazada por la Corte.
La ligereza de juicios y apreciaciones es un riesgo obvio en el
debate público de un expediente que aborda una cuestión
de Estado con una calificación legal novedosa y miles de
fojas de pruebas. Sobre esa base se acumulan malos entendidos como
el reseñado. No es el único.
También se ha cuestionado al juez por comunicarle su detención
al general Martín Balza antes y no después de tomarle
indagatoria. Muchas voces plantearon que eso era ilegal y arbitrario.
Se trata de un tema opinable sobre el cual discurrió distinto
el propio abogado de Balza, Jorge Valerga Aráoz, quien no
encontró nada de criticable en el modo en que se comunicó
la decisión. Se trata de temas polémicos, no es imposible
que se equivoque en esto un profesional con más de 30 años
de ejercicio y comprometido en la defensa del acusado, pero cabe
convenir que es bien posible que su parecer sobre el tema sea más
riguroso que el de novatos en derecho.
A veces esos errores son solo eso o distracciones. A veces son consecuencia,
consciente o no, de taimadas operaciones. Pasado el primer sofocón
que significó la detención del Jefe, el menemismo
va tratando de desarrollar una nueva táctica consistente
en ir sugiriendo aquí y acullá que Carlos Menem viene
siendo linchado.
Los menemistas denuncian una persecución mediática
pero no es menguada su tropa en ese terreno: cuentan al menos con
el matutino Ambito Financiero convertido en vocero del ex presidente
aun en materias familiares. Y también con la revista Gente,
que publicó una foto de archivo del fiscal Carlos Stornelli
sonriendo a Menem, cuya traducción racional no es sencilla
pero cuya traducción operativa es embarrar la cancha.
Deslizando datos incorrectos o imperfectos, como el de la recusación
o la presunta afrenta a Balza, los menemistas más sutiles
quieren abonar el terreno para generar la convicción de que
el juicio no es justo. Sus objetivos son, por ahora, imprecisos
o variados. El indulto, mencionado en esta columna hace tres semanas,
puede ser uno de ellos. La crecientesolidaridad de la corporación
política es parte de ese objetivo. La manifestación
de Raúl Alfonsín en el sentido de que se estaba haciendo
asesorar por juristas amigos (léase Ricardo Gil Lavedra)
acerca de los alcances de la asociación ilícita no
puede sino traducirse como una manito de bleque a Comodoro Py.
Busco abogados que
hagan de abogados
La batalla judicial es importante, descubren los hombres del ex
presidente, azogados por la prisión de su líder y
el procesamiento de Claudia Bello. Algunos tardaron en percatarse.
Su primer reflejo -reconoce ante Página/12 uno de sus operadores
fue buscar abogados de confianza personal y política... y
que no cobraran honorarios.
(Mariano) Cavagna (Martínez) bromea la fuente
podrá conseguir cualquier milagro menos sacarle un peso a
Menem. Ni podía hacerlo, dados los términos
de su relación.
Como ya se dijo en esta columna, los visitantes más asiduos
de la quinta de Don Torcuato tiene más quejas que elogios
respecto de los abogados del ilustre preso. Trabajan poco,
rezongan. Saben que se tomaron 30 días para ir a ver por
primera vez el expediente y que llegaron a poncho a la audiencia
que culminó con la detención.
A poco andar el entorno menemista concluyó que la capacidad
de lobbie atribuida a Cavagna Martínez y a los ex federales
Adolfo Bagnasco y Gustavo Literas no es tanta. Y han salido a buscar
otro camino que es el de ir sondeando a otros profesionales para
saber sus diagnósticos, sus propuestas de trabajo y su retribución.
Las versiones varían algo al momento de referir con quiénes
hablan los personeros del ex presidente. Un dato da una idea del
perfil que parecen buscar: en la Facultad de Derecho de la Universidad
de Buenos Aires hay siete cátedras de derecho penal. Tres
de sus titulares son jueces y están excluidos. Otro es el
frepasista Eugenio Raúl Zaffaroni, quien obviamente jamás
aceptaría el convite. De los otros tres titulares, dos habrían
sido sondeados por Eduardo Bauzá: Marcelo Sancinetti y Esteban
Righi. Otro de los entrevistados, Jorge Sandro, es también
un jurista reconocido, más allá de asociaciones libres
a que podría inducir su curriculum (fue abogado del custodio
de Yabrán Gregorio Ríos en el juicio por el asesinato
de José Luis Cabezas).
Tal vez eso indique que los menemistas busquen una defensa menos
lobbista, más técnica y menos mediática. Aunque
también se han mencionado diálogos con el ex juez
Oscar Salvi, un hombre que se planta gustoso frente a las cámaras
de TV.
Los allegados al ex presidente buscan reformular su táctica
judicial, sin descuidar el terreno mediático (donde ya se
dijo, no están inermes) y tanteando los apoyos políticos
del PJ. Los de esta semana han sido apenas el mínimo a que
pueden aspirar. Un dato que recorre el peronismo bonaerense da qué
pensar: Eduardo Duhalde encargó una encuesta consultando
qué opinaba la gente de la detención de Menem. Fue
un plebiscito: más del 80 por ciento estaba de acuerdo. Más
de un compañero peronista tendrá entre ceja y ceja
esos números ante de dar un paso hacia Don Torcuato.
A manera de epílogo
A veces parece que la política argentina se confina en las
escalinatas del edificio de Comodoro Py. El viernes, más
allá de algunos intentos fallidos, pareció que había
gobierno y que el timón lo tenía Domingo Cavallo,
un presidente sustituto al que nadie votó pero que en términos
de poder pesa más que toda la Alianza. Aerolíneas
navega su crisis que nadie conduce. La semana que pasó equivale
en algún sentido a un año en otros países.
No es nada excepcional. Todas las semanas en Argentina se generan
nuevos escenarios. Ese vértigo, empero, hace rato que no
incuba esperanzas, mística, ni siquiera acciones. Qué
difícil es creer que, en ese marco de atonía, pueda
cambiar la inercia el complejo paquete que, con inquietante tufillo
a manotazo de ahogado, presentó en sociedad el viernes Domingo
Cavallo.
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