Por Sergio Moreno
Si a (Héctor)
Lombardo lo quieren echar porque dijo la verdad, ¿por qué
no lo echan a De la Rúa, que está arteriosclerótico?.
La ironía se mezcla con el deseo en esta frase, dicha por uno de
los principales operadores del gobernador Carlos Ruckauf, el hombre que
el gobierno nacional acusa de promover una crisis política para
adelantar las elecciones presidenciales. No es así, el adelantamiento
its dead (está muerto), contradice un importantísimo
funcionario provincial. Murió cuando Domingo Cavallo tomó
el Gobierno, argumenta. El futuro se complicó para Ruckauf
como complicado es el presente para la Argentina. Con problemas financieros
en la provincia, la promesa de no repetir mandato en la gobernación
comienza a pesarle, a la sombra de la creciente figura de Eduardo Duhalde
-draconiano en la conducción del PJ bonaerense que aumentaría
de tamaño al ritmo de la diferencia de votos que obtenga en las
elecciones de octubre, y de José Manuel de la Sota, de ascendente
predicamento entre los gobernadores peronistas del interior. Paradójicamente
o no tanto, una hipotética liberación de Carlos
Menem mejoraría las condiciones para seguir soñando el sueño
presidencial.
Le cupo a Rafael Pascual el rol de ariete oficial contra el gobernador.
Dijo, semanas atrás, que Ruckauf intentaba dar un golpe institucional
contra el Gobierno, que quería adelantar las elecciones porque
los calamitosos números de su provincia le impedirían llegar
con la ropa a salvo al 2003. Pascual, en solitario, salió al cruce
de las declaraciones de Raúl Othacehé, ministro de Gobierno
bonaerense, quien había afirmado que, si el peronismo lo disponía,
De la Rúa no duraba 24 horas en el poder. En la Casa Rosada entendieron
que las palabras del Vasco formaban parte de una estrategia
articulada desde La Plata que incluía a Hugo Moyano, quien acababa
de llamar al paro que se concretó el pasado 8 de junio. Esa alquimia
era la concreción de una ruptura entre los gobiernos nacional y
bonaerense que se venía cocinando en un fuego alimentado de desplantes
y declaraciones belicosas.
De la Rúa se equivoca, dijeron a Página/12 tres
hombres que gozan de la confianza del gobernador, en un relato coral que
podría sintetizarse así: Ruckauf trató de frenar
el paro y el Negro (Moyano) lo mandó a cagar. Después, Moyano
le pidió la presidencia del PJ Capital y un lugar en la lista de
diputados para su hijo, y Carlos (Ruckauf) le dijo que no. Ahí
terminó el acuerdo. Moyano es ingobernable.
Ninguno niega que haya existido la estrategia de zamarrear el árbol
para que caiga el fruto maduro, como llamó uno de ellos a
la apuesta al adelantamiento de las elecciones. En la Casa Rosada juran
que Ruckauf llegó a ofrecer ministerios y un par de funcionarios
provinciales se imaginaron probándose el traje azul de ministros
de la Nación, en plazos perentorios. Eso se acabó
cuando Cavallo entró al Gobierno. Ruckauf quedó descolocado
por un tiempo y, cuando se estaba rearmando, al Mingo empezaron a fallarle
los números. La crisis arrastra cualquier plan. Ahora, Ruckauf
está neutralizado; debe apoyar al Gobierno porque de lo contrario
lo van a responsabilizar de su caída, se sinceró uno
de los confidentes del gobernador.
¿Y ahora?
En La Plata o en las oficinas del Banco Provincia, a una cuadra
de la Casa Rosada las perspectivas de la situación nacional
no generan precisamente optimismo. De la Rúa no existe más,
el 2003 no existe más, dicen hasta con preocupación.
El análisis: la suerte del Gobierno nacional está atada
a la suerte buena o mala de Cavallo. Si el ministro no acierta,
arrastra en la caída a todos, Nación y provincias. Hasta
ahora no hay nada de qué alegrarse, todo lo contrario, hay que
llegar a octubre a como dé lugar y allí barajar de nuevo.
¿Qué va a hacer el peronismo? ¿Vamos a ganar
las elecciones y a regodearnos tirándole piedras al cadáver
del Gobierno?, se pregunta uno de los más importantes dirigentes
del PJ bonaerense. Y se responde: No me parece. Con el poder absolutamente
licuado, será el momento de sentarse a acordar una transición:
quizás un gobierno coligado, donde De la Rúa haga de rey
y las decisiones las tome un primer ministro, tal vez un peronista (¿tal
vez el misionero Ramón Puerta?) y ver como se sale de la crisis,
Después, se verá, dice y se queda como pensando en
lo que dijo.
Para llegar a esta instancia, Ruckauf intenta ahora encauzar los números.
En primer lugar, acordó con Cavallo el pago de la deuda que tiene
la Nación con Buenos Aires, unos 500 millones de dólares.
El viernes pasado, reunió a su gabinete, en La Plata, y le impuso
una restricción financiera para todo lo que no sea imprescindible.
El desinterés de Ruckauf por gobernar es auténtico:
lo ves en las reuniones de Gabinete y se aburre, más cuando los
ministros empiezan a decir boludeces, relata uno de los hombres
que se sientan a esa mesa. Aunque aclara: Pero hay temas que maneja
personalmente, la situación financiera es un ejemplo claro: le
dedica mucho tiempo, todos los días, llama personalmente, él,
banco por banco.
Puertas adentro
No tenés partidos, no tenés Presidente, no
tenés ex presidentes para que negocien un paraguas institucional:
hay que aguantar y llegar a las elecciones, dice con desánimo
uno de los funcionarios que aconsejan al gobernador. Sin embargo, que
el objetivo sea llegar a octubre no significa que allí se despeje
el camino de Ruckauf hacia la Rosada. Apresado en la trampa nacional,
mira y ha comprobado cómo crece el poder del jefe partidario
provincial, Eduardo Duhalde. Un funcionario clave de la administración
bonaerense, que conoce bien a ambos, relata a Página/12 así
la situación:
La correlación
de fuerzas entre los dos cambió en el último año:
la caída de De la Rúa favoreció el crecimiento de
Duhalde, no de Ruckauf.
Ruckauf no puede echar
o poner un ministro que Duhalde no quiera, pero esto no funciona con votos
de censura de Duhalde, sino con una fina autocensura de Ruckauf.
Duhalde no abusa de esta
situación; la usa pero no abusa.
Es naturalmente moderado,
no sobreactúa.
Es responsable: trata
que Ruckauf pueda gobernar.
Duhalde arma las listas
de candidatos; sólo él tiene la lapicera.
Si Duhalde no fuese candidato
a gobernador en el 2003, va a poner él al candidato.
Las últimas encuestas
que recibimos, dice que Duhalde arrasa y que Alfonsín está
tercero, a ocho puntos de (Luis) Farinello.
Este tenso equilibrio se palpa diariamente en el gobierno bonaerense y
en cada movimiento partidario. Por ejemplo, el miércoles 20 convocado
por Duhalde y el gobernador, habrá retiro espiritual de una parte
del PJ provincial. Será en la quinta Los Caudillos
que Hugo Toledo, uno de los fieles más fieles del ex candidato
a Presidente, tiene en Canning, Ezeiza. Están convocados intendentes,
legisladores nacionales y provinciales y todo el gabinete platense. El
meeting se reproducirá en sábado 23, esta vez en el Municipio
de la Costa, con los intendentes peronistas del interior de la provincia.
Un armado que lleva la mácula de Duhalde.
El ex gobernador no sólo se mueve en su territorio podría
decirse, su especialidad sino que maneja sus tiempos y escoge sus
interlocutores en el escenario nacional. Es él, y no Ruckauf, quien
está negociando la posible incorporación del cavallismo
a las listas del PJ. Y él es también quien más cerca
está, hoy, de De la Rúa: claramente enfrentado al menemismo,
desentendido de la suerte del riojano que cumple sus días de prisión
en Don Torcuato, quizás sea Duhalde el peronista más predispuestoa
llegar a un acuerdo de gobernabilidad con los habitantes de la Casa Rosada.
Menem y el futuro
Ruckauf lo escuchó y no esconde su preocupación puertas
adentro: si Duhalde le gana a Raúl Alfonsín en octubre por
más de 15 puntos: ¿por qué no volvería a intentar
ser candidato a presidente?
Un funcionario, brazo derecho del Gobernador, descree de esa hipótesis.
Duhalde es un hombre inteligente y sabe que el mejor candidato para
el 2003 es Ruckauf, dice con un razonamiento un tanto naif. Bucolismo
que deja de lado a la hora de argumentar el por qué: Carlos
Menem va a salir en libertad, fortalecido. Sólo eso va a dejar
fuera de la interna a De la Sota. Y el único que puede ganarle
una interna a Menem es Ruckauf, no lo dude.
Sin embargo, no todos los operadores del gobernador ven el escenario de
la misma manera. Uno de ellos, que atiende en La Plata, se arriesga a
sincerar sus previsiones. Las elecciones van a dejar dos grandes
vencedores; Duhalde en la provincia y Lilita Carrió en la Capital.
¿Hay algo más parecido a eso que dos candidatos presidenciales,
se pregunta, conociendo la respuesta.
Una respuesta que podría cambiar si, como se dijo más arriba,
Menem saliese bien parado de la causa por la venta de armas. Una vez más,
sería el riojano quien alimentaría las chances de Ruckauf,
a quien le resulta más que dificultoso sobrevivir sin un enemigo.
Si la Justicia no acompañara sus planes, el gobernador, precavido,
ya mandó a algunos de sus ministros a difundir una consigna con
forma de cuestión de Estado: Duhalde Gobernador.
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