Por Francesc Relea
Desde
Santiago de Chile
Un año y medio después
de convertirse en el primer socialista que ocupa el palacio de La Moneda
desde el golpe militar del general Pinochet, que derrocó y acabó
con la vida de Salvador Allende en 1973, el presidente chileno Ricardo
Lagos repasa los principales tópicos de su gestión.
¿El caso Pinochet es un tema del pasado?
Es un tema que está en los tribunales. Puede tener consecuencias,
pero de una manera creciente es un tema del pasado. No quiero disminuirlo,
pero le digo sinceramente que en Chile es una cuestión que preocupa
muy poco a la opinión pública. Y a los familiares de los
detenidos-desaparecidos preocupa mucho más encontrar los restos
y saber qué pasó con las víctimas que lo que pueda
ocurrir con el general Pinochet. Mi obligación de presidente es
respetar que los tribunales hagan su trabajo tranquilos. Creo que en estos
15 meses hemos demostrado al mundo que los tribunales pueden trabajar
tranquilos y hacer lo que les corresponde. Un juez encausó al general
Pinochet, le retiró la inmunidad parlamentaria. El juicio está
ahí y sigue su curso, como cualquier otro juicio en Chile.
La prensa chilena acaba de publicar cifras muy elevadas de salida
de capitales hacia el exterior, y concretamente, al paraíso fiscal
de las islas Caimán. ¿Significa que el capital desconfía
de su gobierno?
No, en absoluto. Quiero ser muy enfático. Porque tenemos
la política que tenemos en este país; el tipo de cambio,
que era de 520 pesos por dólar, hoy es de 600 pesos por dólar
y no hay inflación. En segundo lugar, una política fiscal
muy estricta ha permitido al Banco Central disminuir la tasa de interés.
Usted disminuye la tasa de interés en Chile y aquí no hay
salida de capitales. Ahora bien, dicen que hay 600 millones de dólares
de chilenos que están en las islas Caimán. Yo pregunto:
¿cuántos capitales están llegando de las islas Caimán
a Chile? Los flujos van en ambas direcciones. Éste no es un tema
en nuestro país, y la mejor demostración son los índices
que tiene Chile en el mundo.
¿Cómo ve usted al empresariado chileno, que se caracteriza
por su marcada ideologización hacia posiciones de derecha?
He planteado con mucha franqueza a los empresarios que creo que
es posible entendernos sobre el tipo de país que queremos construir.
Un país donde haya democracia, respeto a los derechos humanos y
una Constitución con la que todos estemos de acuerdo. En segundo
lugar, queremos un país donde haya cohesión social, porque
de lo contrario no podremos competir en el mundo. ¿Qué es
cohesión social? Quiere decir que si tengo flexibilidad laboral
tiene que haber seguro de desempleo. Y no puedo aceptar que en el primer
año de mandato, porque presento un proyecto de seguro de desempleo,
se me diga que trae dificultades porque encarece el trabajo. Dije que
no quería subir impuestos, pero todos tienen que cotizar. Y envié
una ley para disminuir la evasión tributaria. Nada revolucionario.
Los empresarios dijeron que eso produce desconfianza. Les he planteado
a los empresarios que aquí hay proyecto de país: Chile va
a crecer, pero quiero que crezca también con un poquito de equidad.
¿Está Chile más interesado en lograr un acuerdo
bilateral con el Mercosur y con los países latinoamericanos más
que con Estados Unidos?
No. Los países hacen política exterior desde su realidad.
Yo quiero hacer política exterior desde América Latina.
A ella pertenezco, es mi historia, mi lengua y mi cultura. Mercosur es
el inicio de eso. Hoy es una unión aduanera que tiene aranceles
del 14 por ciento. Chile tiene unos aranceles del 8 por ciento. Un entendimiento
es más que aranceles. ¿De qué sirve que todos tengamos
el mismo arancel si uno de los países devalúa su moneda
en un 50 por ciento? ¿Qué pasa con el comercio internacional?
Propongámonos, pues, un pequeño Maastricht y establezcamos
un mecanismopara solucionar controversias comerciales. Si Mercosur es
sólo una unión aduanera, Chile no puede estar en el Mercosur.
Porque para nosotros el comercio exterior es esencial, el 28 por ciento
de nuestro PBI (producto bruto interno) lo constituyen las exportaciones.
Con Estados Unidos quiero un acuerdo comercial, de la misma forma que
tengo un acuerdo de libre comercio con Canadá y con México.
Y también quiero un acuerdo de libre comercio con Europa. Pero
una cosa es un acuerdo de libre comercio y otra muy distinta entender
que mi pertenencia es con América Latina, y yo quiero avanzar en
el proceso de integración en América Latina.
¿Es compatible la negociación a tres bandas de Chile
con Estados Unidos, Unión Europea y el Mercosur?
Europa está negociando con los cuatro países miembros
plenos de Mercosur para un acuerdo de libre comercio. Chile es miembro
asociado. Una cosa es tener entendimientos de libre comercio y otra es
tener un entendimiento político.
¿Cuál es su pronóstico para las próximas
elecciones parlamentarias de diciembre?
Para nosotros serán en un momento difícil, el país
estaba acostumbrado a crecer entre el 6 y el 7 por ciento. Sin embargo,
creo que hay que hacer un gran ejercicio para explicar lo que estamos
haciendo y explicar el sentido de un país que está volcado
a crecer, pero que quiere que este crecimiento llegue a todos los sectores.
¿Cree usted que en Chile sigue pesando un lastre muy conservador,
que dificulta enormemente la completa desaparición de la censura
hay todavía películas prohibidas o la libertad
de prensa sin restricciones todavía se puede procesar a un
periodista por desacato?
Yo diría que Chile es mayor de edad en materia económica,
hay una gran libertad económica, pero en temas políticos
hay que tener cuidado con estos adolescentes... Por eso seguimos teniendo
senadores designados, institucionales, etcétera. Y en temas que
se refieren a la esencia cultural del ser humano qué películas
ver ¡ah, no, no!, ahí somos todos infantiles. Alguien
nos tiene que decir que todavía somos menores de edad. Esto no
se puede mantener. Creo que en el último año hemos tenido
una consolidación democrática muy sólida y, en consecuencia,
no hay ninguna razón para mantener esta situación. Efectivamente,
aquí hay un desfase entre un mundo muy conservador y lo que es
el desarrollo que ha tenido este país. Hay un grado de ideologización
muy grande sobre ciertos temas. Por ejemplo, los debates sobre la ley
del divorcio o sobre la píldora del día después creo
que no están acordes con el nivel de desarrollo intelectual de
los chilenos.
¿No cree usted que precisamente por estas dificultades se
produce la paradoja de que el primer presidente socialista de la Concertación
no puede marcar la diferencia con sus antecesores en el terreno político?
Es que yo creo que la diferencia ya se marcó en el terreno
político. Lo que pasó el último año marcó
una diferencia sin haber cambiado nada, legalmente hablando.
Se refiere al caso Pinochet.
Estoy hablando también de la Mesa de Diálogo y de
la relación con los militares, que es absolutamente distinta. También
la realidad constitucional es más fuerte. Este fin de año
tendré que nombrar a los altos mandos del Ejército, la Marina
y Carabineros, por cuatro años. Y en diciembre de 2005, cuando
esté a tres meses de entregar el mandato, deberé nombrar
al comandante en jefe de la Marina y de Carabineros. Y en marzo de 2006,
unos cuatro o cinco días antes de entregar el mando, me tocará
designar al nuevo comandante en jefe del Ejército. Y de acuerdo
con la Constitución, mi sucesor no podrá revisar ninguno
de estos nombramientos. No necesito decir que todo el mundo entiende que
esto no es lógico. En consecuencia, las normas constitucionales
aparecen un poquito inadecuadas.Asimismo, en diciembre de 2005 tendré
que nombrar a dos senadores entre las personas que han sido ministros
por más de un año. El Consejo de Seguridad Nacional deberá
nombrar cuatro senadores, y la Corte Suprema, otros tres. Además,
yo seré senador vitalicio por haber sido presidente de la República.
¿Qué quiero decir? Que se abre paso de una manera obvia
la necesidad de decir: reformemos esto porque no es natural ni razonable.
Creo que hoy hay más espacio que antes para hacer una Constitución
en la que estemos todos de acuerdo y que las reformas políticas
están más cerca.
¿Qué espera usted para poner sobre la mesa estas reformas?
Creo que la situación está madura y, por tanto, podemos
empezar a discutirlas este año. El adolescente ya puede pasar a
la fase de adulto.
Pero no tiene la mayoría suficiente en el Parlamento.
Una modificación de esta naturaleza implica un entendimiento
con la oposición, por los quórum necesarios.
¿Qué significa para usted ser socialista en la actualidad?
Creo que el socialismo mantiene la impronta con la cual nació.
Es decir, cómo se logra tener una sociedad donde haya un nivel
de igualdad de oportunidades mayor, o una sociedad donde haya un conjunto
de bienes públicos al alcance de todos. Creo que en la sociedad
hay siempre un debate entre los bienes privados y públicos. Y los
socialistas tienen la tentación de hacer crecer los bienes públicos
porque les parece que esto conduce a una sociedad mejor. ¿Qué
ha cambiado en el tiempo? Los instrumentos con los que se consigue esto.
Carlos Marx difícilmente podría explicar que el hombre más
rico de este mundo es el señor Bill Gates. Porque ahí hay
una riqueza hecha a partir de conocimiento, imaginación... A lo
mejor ser socialista hoy es garantizar que usted puede llegar a ser Bill
Gates porque tiene un sistema de educación que le permite desarrollar
determinadas habilidades. En consecuencia, el conocimiento y la educación
pasan a ser más importantes que los medios de producción
de que hablaba Marx, o que la propiedad de la tierra, que establecía
la diferencia entre ricos y pobres hace 300 años.
|