Por Daniel Guiñazú
El boxeo argentino consagró
ayer el 25ª campeón mundial de su historia profesional. En
Budapest, la capital de Hungría, el mendocino Pablo Chacón
logró el título de los plumas en la versión de la
OMB al derrotar por nocaut técnico en el sexto round al local Istvan
Kovacs. Chacón había conseguido derribar dos veces al húngaro
en el 5º asalto y definió con maestría aplicando tres
izquierdas consecutivas que acabaron con Kovacs antes de que el árbitro
estadounidense Lou Moret detuviera las acciones. En una pelea preliminar,
el neuquino Aldo Nazareno Ríos perdió por puntos en fallo
unánime ante el uzbeco Artour Grigorian y fracasó en su
intento de alcanzar el título de los livianos de la OMB.
Kovacs y Chacón eran viejos conocidos. Sus ciclos como amateur
fueron coincidentes, compartieron más de un torneo internacional
y en 1996, Kovacs ganó la medalla dorada de los plumas en los Juegos
Olímpicos de Atlanta y Chacón, la de bronce. Quizás
por eso, imperó el respeto en los cuatro primeros rounds. Y en
un tren de pelea pensado y en el que ninguno de los dos daba un paso al
frente para dominar, había una luz para Kovacs (57,152 kg).
Sin embargo y cuando la pelea empezaba a ponérsele incómoda,
Chacón (56,699 kg) resolvió con el talento y la contundencia
que nunca dejaron de reconocérseles y que últimamente parecían
en suspenso. En el 5º round, mandó por afuera una derecha
poderosa y Kovacs se fue al piso. Se levantó conmovido, Chacón
se le fue encima y aplicó otra izquierda por afuera que estalló
contra la mandíbula del húngaro, quien cayó fulminado,
de espaldas a la lona.
A falta de cinco segundos para que terminara el round, el árbitro
Moret le dio al campeón la última chance y le permitió
llegar obnubilado a su rincón. Pero de nada sirvió la ayuda
extra. En el arranque del 6º round, Chacón lo arrinconó
y lo terminó con tres izquierdas de calidad: una en gancho a la
cabeza, otra también en gancho, pero al hígado y la última
en uppercut al mentón de Kovacs que se derritió contra las
sogas mientras Moret lo sacaba de pelea.
Después de una dura derrota ante Freddie Norwood hace 13 meses
en Mendoza, Chacón llegó al título en su segundo
intento. Podría predecírsele un largo reinado y un destino
ambicioso rumbo a versiones más calificadas de la corona pluma,
si la unidad de medida fueran su técnica y su nunca desmentida
capacidad de definición. Pero Chacón no es un ejemplo de
apego al duro ritual del gimnasio ni de disciplina en su vida privada.
Y es ahí donde su futuro empieza a encerrarse dentro de signos
de interrogación. Pero no es momento de ensombrecer una limpia
alegría. El boxeo argentino necesitaba un motivo para sonreír.
Y Chacón se lo dio sin que haya nada que objetarle.
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