Por
Angel López
Desde Houston
El entrenador de los Filadelfia Sixers, Larry Brown, quiso motivar a sus
jugadores antes de comenzar la final que su equipo disputó frente
a Los Angeles Lakers, con el pasaje bíblico del triunfo de David
sobre Goliat, pero esta vez no tuvo efecto porque Shaquille ONeal
le recordó que en el básquetbol no hay milagros.
Pero no sólo el dominio aplastante de ONeal frustró
a Brown, que después de ver cómo su equipo perdió
la final por 4-1 reconocía que el pivot de los Lakers estuvo excepcional,
sino que a su propio entrenador, Phil Jackson, lo dejó más
filosófico que nunca y con la aceptación entre
líneas de que nada tenía que ver con el segundo título
consecutivo de la NBA.
Lo único que hicimos fue aprovechar el gran talento y cualidades
que tienen jugadores como ONeal, a quien todavía le quedan
muchas opciones para conseguir más títulos, declaró
Jackson.
El entrenador de los Lakers, que había dicho que el duelo entre
ONeal con Dikembe Mutombo no iba a ser tan decisivo como el que
protagonizasen Allen Iverson y Kobe Bryant, se volvió a equivocar,
al margen de los puntos que pudo anotar el jugador a quien todos quieren
convertir en el nuevo Michael Jordan de la NBA.
En el primer encuentro de la serie final ONeal no falló,
logró 44 puntos y 20 rebotes, mientras que Bryant se quedó
con sólo 15 tantos e Iverson fue la figura con 48 puntos.
Pero ahí se acabó el único momento de cierto interés
de la final porque ONeal iba a consolidar su juego explosivo, dominador
y consistente; Derek Harper y Tyrone Lue se encargaban del marcaje de
Iverson para asfixiarlo físicamente, y Bryant se dedicaba a lo
suyo, a anotar los puntos fáciles y los reservas surgían
como auténticos héroes.
El arma de los triples que utilizaron con un efecto mortífero Robert
Horry, Rick Fox, Fisher, Brian Shaw, Derek Harper y Lue sólo fue
posible, al margen del acierto de los jugadores, de la libertad que les
permitía el doble y triple equipo defensivo que los Sixers tenían
que hacer para intentar controlar a ONeal.
No sólo ha sido el Jugador Más Valioso (MVP) de la
final, sino que es el mejor jugador del mundo, declaró Brown
al valorar el trabajo del pivot de los Lakers. ONeal fue el
que siempre nos rompió cuando intentábamos ponernos por
delante en el marcador o reducir una desventaja.
Los Lakers ahora ya pueden disfrutar de su segundo título de liga
consecutivo y comenzar a ser una nueva dinastía porque ONeal
es un auténtico Goliat moderno que no hace ningún tipo de
concesiones a la historia.
Los Sixers, afectados por las lesiones y el talento demasiado justo de
su plantilla, tampoco tuvieron en Iverson a su David y se confirmaron
los pronósticos de los expertos, que consideran que será
muy difícil que el equipo de Filadelfia vuelva a la final y pueda
ganar un título de campeones.
Iverson terminó con el mejor promedio de puntos de la final (37),
pero la mayoría de ellos, con la excepción de los 48 que
logró en el primer partido, llegaron cuando el partido ya estaba
claramente favorable para los Lakers.
La defensa de Fisher y Lue fue una pesadilla que nunca pudo superar y
más cuando el resto de sus compañeros no surgieron para
darle la ayuda que necesitaba.
Tampoco pudo superar la imagen de jugador impulsivo y emocional cuando
después de haber perdido el quinto partido que los mandó
de vacaciones oficiales no quiso quedarse para ser entrevistado por los
periodistas.
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