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OPINION

Fuego

Por J.M. Pasquini Durán

(Viene de tapa)
La enorme deuda social impaga bulle como una olla a presión y el descuido o la aplicación de la fuerza bruta sólo consiguen avivar el fuego. Hay una deuda que atormenta a millones de compatriotas y cabe una única respuesta aceptable: pagarla cuanto antes.
En noviembre del año pasado, la misma localidad norteña fue el escenario de una pueblada que incendió edificios públicos y causó diversos desmanes, reacciones previsibles cuando las situaciones desesperadas no encuentran cauces pacíficos para resolverse. Seis meses después, lo único visible son parches asistenciales y promesas incumplidas o postergadas, como si el hambre pudiera esperar con paciencia la hipotética llegada de tiempos mejores, mientras los gobiernos, nacional y provincial, siguen jugando con fuego. La pérdida de confianza popular en las palabras oficiales lo único que consigue es acortar la distancia entre el impaciente hastío y las violencias irracionales. “El que usa un arma de fuego para herir o matar a otra persona comete un delito”, aseguró el secretario nacional de Seguridad, Enrique Mathov, pero aun aceptando que ayer se trató de una reacción de francotiradores y no de una premeditada provocación, es absurdo recitar los catálogos de la ley y el orden en condiciones de pobreza extrema. Deberían entenderlo quienes son tan razonables cuando la impaciencia cunde entre banqueros y fondos de inversión.
Una de las mayores violencias que se puede usar contra ciudadanos inermes es condenarlos a pedir por caridad lo que les corresponde por derecho constitucional. Si la democracia se muestra impotente para velar por deberes, derechos y garantías, con auténtico sentido de justicia, pierde sentido entre los que son perjudicados y, en la misma proporción, cae el principio de autoridad de toda sociedad organizada. Lo menos que pueden esperar los sufrientes es que sus representantes se preocupen de sus dramas personales y colectivos con la misma energía y diligencia con que atienden a los acreedores financieros. El default, vocablo inglés que significa falta de pago, de la deuda social es igual o peor que cualquier otro y debería ser tan temido y urgente como los demás. El Gobierno tiene a su disposición diversas propuestas para atender el desempleo y la pobreza. Es tiempo que decida si aceptará alguna o seguirá agrandando la fogata hasta que sea insoportable para todos.


 

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