Por
Alfredo Zaiat
Hubo
medidas para los exportadores. También para los asalariados con
ingresos superiores a 1500 pesos. Las pymes recibieron con satisfacción
los cambios en la liquidación del IVA. La clase media que queda
percibe que se preocupan por sus finanzas al brindarle beneficios impositivos
por los créditos hipotecarios. El agro tuvo lo suyo. Se prometen
planes de competitividad aquí y allá. Pero hay un sector
de la población que fue ignorado del último paquete económico.
Para ser justos, esa ignorancia no es exclusiva de Domingo Cavallo, sino
que ha sido una constante de los ministros de Economía de los últimos
años. Los excluidos de cualquier beneficio, pese a representar
casi el 35 por ciento de la población, han sido los pobres e indigentes,
marginados del circuito de consumo y también del área de
influencia de los formadores de opinión. Por el contrario, no faltaron
iniciativas que castigarán sus ya magros ingresos, como el inminente
aumento en el transporte público.
Ante cada nuevo plan, parecería que la discusión sobre la
distribución del ingreso no tuviera importancia. Como se sabe,
cada medida que se pone en práctica provoca una transferencia de
recursos de un sector a otro. Por caso, los cambios en el Impuesto a las
Ganancias para la cuarta categoría implican un desvío de
fondos del fisco hacia un grupo de la población con salarios que
le permite ocupar la parte media y superior de la pirámide de ingresos.
Así, los sectores que forman opinión, como los
resumió el ex ministro de Economía, José Luis Machinea,
en un reciente artículo periodístico, estarán ahora
contentos. Domingo Cavallo dará marcha atrás con gran parte
del paquete impositivo dispuesto por Machinea.
Lo poco y tibio en materia de progresividad tributaria que ha impulsado
el gobierno de Fernando de la Rúa ha quedado estigmatizado como
el motivo de que la economía haya permanecido en recesión.
Ahora, el mediterráneo modificó algunos aspectos de esa
reforma que, según sus propias estimación, implican 300
millones de pesos que vuelven a los bolsillos de la gente,
precisó Cavallo.
¿Qué gente recibirá ese dinero? Personas
que tienen trabajo con necesidad básicas satisfechas. Se dice que
esos recursos se volcarán inmediatamente al consumo por la represión
a gastar que han tenido en los últimos tres años. Pero también
puede ser que, pese a los deseos de cambiar el auto o comprar electrodomésticos,
esos fondos los destinen al ahorro por temor a lo que vendrá. En
ese caso, ese combustible quedará en el tanque sin pasar al motor
que haga arrancar a la economía.
No hay dudas, en cambio, que ese dinero en bolsillos de otra gente
viajaría inmediatamente al consumo. Pero esa otra gente
no son economistas de la city, ni periodistas formadores de opinión
ni clase media desesperada por ver caer su nivel de vida. Son los pobres
más pobres, que mendigan un Plan Trabajar, que cortan rutas para
mostrar que quieren estar adentro y no afuera y que no consiguen empleo.
Esos 300 millones al igual que los otros millones que liberará
Cavallo cuando termine por borrar los cambios en Ganancias de Machinea
no tendrán como destino los sectores más castigados. Estos
deberán seguir esperando el esquivo derrame de los beneficios del
crecimiento. Un subsidio a los jefes de hogar desempleado no forman parte
de esa receta tradicional. Y en este caso no es por una cuestión
de recursos, como se pudo ver con la marcha atrás de Ganancias,
sino en cómo se quiere hacer la distribución del ingreso.
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