Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

KIOSCO12

OPINION

La victoria de los símbolos

Por Alfredo Greco y Bavio

Cuando el rey Simeón nació, en su honor a todos los alumnos se les subió un punto en las notas escolares. Un aumento semejante buscaron los votantes que en las elecciones del domingo le dieron (casi) la mayoría absoluta. Es el primer rey que retorna vencedor en la ex Europa comunista. Todo invita a pensar que será el único. La historia de Bulgaria es singular aun en la región más singular de Europa, los Balcanes. La Constitución búlgara de 1879, en teoría vigente hasta 1947 (un año después de que la monarquía fuera derrotada en un dudoso plebiscito), fue la más liberal de Europa. La praxis constitucional era, es cierto, menos ilustrada. El rey Fernando, de la dinastía germánica de Sajonia Coburgo, se proclamó en 1908 zar de esta nación ocupada por los turcos hasta 1878. Bulgaria fue el último país en unirse a las potencias centrales en la Primera Guerra Mundial, y el primero en firmar un armisticio. Fue la única nación vencida que conservó su forma de gobierno. Declaró la guerra a Gran Bretaña y Estados Unidos en 1941 después de Pearl Harbor, pero nunca a los rusos, que se la declararon en 1944. Los búlgaros reaccionaron entrando en guerra con Alemania, convirtiéndose en la única nación beligerante a la vez contra el Eje y contra los aliados. Un año antes, el rey Boris había muerto envenenado después de entrevistarse con Hitler. A los nueve años, en 1946, su hijo el rey niño Simeón emigró a España. El comunismo en Bulgaria fue favorecido porque no existía un sentimiento antirruso entre la población, y desfavorecido porque los campesinos, el sector políticamente más fuerte, eran dueño de sus tierras. Los líderes búlgaros envidiaron a los de Europa del Este los grandes latifundios que se podían expropiar, dividir, colectivizar. El Partido Comunista Búlgaro fue, con el argentino, el más prosoviético del mundo. Hoy, tras el paréntesis comunista, el país busca ingresar en la Unión Europea y en la OTAN. Su moneda, el lev, es convertible con el marco alemán. En la década pasada, conservadores y socialistas no aceleraron el logro de aquellas aspiraciones. El gran ausente, el rey Simeón, incontaminado por la corrupción local, fue elegido para el milagro. Como si en España un Borbón carlista hubiera obtenido más voto que populares y socialistas juntos. En este país donde el 80 por ciento de la población vive por debajo de la línea de la pobreza, sucesivos gobiernos multiplicaron gestos simbólicos destinados a moralizar la vida política. Con la elección del rey, los ciudadanos hicieron el gesto más simbólico de todos.


 

PRINCIPAL