Por Fernando Cibeira
Luego de una reunión
del presidente Fernando de la Rúa con sus ministros, el Gobierno
salió a desactivar el conflicto en Salta. Por la noche, el ministro
del Interior, Ramón Mestre, aseguró que la situación
en Mosconi era tranquila y que ahora estaban dadas las condiciones para
iniciar una negociación con los piqueteros, quienes se mantenían
a la vera de la ruta 34 esperando una respuesta. Los momentos tensos del
día se produjeron durante el entierro de Carlos Santillán
y José Barrios, los dos manifestantes muertos durante la represión,
pero luego la situación se apaciguó. Igual, efectivos de
Gendarmería y de la policía provincial nunca dejaron de
patrullar la zona. Mestre aclaró que ya no tenía sentido
hablar de la posibilidad de un estado de sitio, como había hecho
el lunes. Eso sí, todavía nadie se hace responsable por
las muertes.
El Gobierno no reveló quiénes serían los enviados
al lugar del conflicto. Se suponía que había un delegado
de Interior y otro de Presidencia. En Salta mencionaban a Eduardo Aparicio,
un funcionario que trabaja cerca del secretario privado del Presidente,
Leonardo Aiello, habitual negociador de la Rosada en los momentos complicados.
La actitud marcó un cambio de dirección con respecto a la
posición que había mantenido el Gobierno desde el comienzo
del enfrentamiento cuando sostenían que la negociación debía
correr por cuenta del gobierno municipal y del provincial. La Nación
cumplió con todas las promesas que se habían efectuado,
aclaró por las dudas Mestre, en referencia a las soluciones prometidas
luego del conflicto de noviembre pasado en la misma zona.
Pero en las reuniones que mantuvieron ayer concluyeron que el Ejecutivo
no podía permanecer ajeno al conflicto dado que el gobernador de
Salta, Juan Carlos Romero, no parecía dispuesto a apurar alguna
salida. Con todo, la Rosada también bajó los decibeles con
Romero, a quien responsabilizaban por la falta de respuestas ante un piquete
que llevaba más de dos semanas. Ayer, De la Rúa conversó
con el gobernador salteño y lo invitó a venir a Buenos Aires
para continuar el diálogo.
Claro que el Gobierno siguió sin admitir ningún tipo de
culpas. Mestre insistió con sus tópicos favoritos: que la
orden de desalojo la dio el juez federal Abel Cornejo y que del
Ejecutivo no partió ningún tipo de indicación
y que al menos una de las víctimas, Barrios, de 17 años,
había fallecido con una bala calibre 22 como la que usaron los
manifestantes, huecas por dentro, una costumbre de los que practican caza.
El jefe de Gendarmería, Hugo Miranda, fue más allá
y dijo que ninguno de los dos fallecidos habían recibido disparos
de parte de los efectivos encargados de la represión. El dato sólo
podrá comprobarse cuando se hagan las autopsias y se revisen las
armas utilizadas.
En el viraje oficial, también hubo una modificación sobre
la percepción que se hizo de los manifestantes. Ya no hubo alusiones
a supuestos focos guerrilleros ni tampoco sobre los presuntos infiltrados
de agrupaciones de ultraizquierda. También, hasta como rumores,
se abandonaron hipótesis más descabelladas como la vinculación
con las FARC colombianas o elementos del narcotráfico. No obstante,
Mestre dijo que las heridas que presentaban los 27 gendarmes heridos en
manos, brazos y piernas revelaban la existencia de tiradores entrenados
porque habían evitado desperdiciar balas en las zonas del cuerpo
protegidas con cascos y chalecos. Después de una situación
dolorosa, esperamos que esta calma y tranquilidad que tenemos en General
Mosconi pueda subsistir y sea definitiva, dijo Mestre.
La única mención de ese tenor la realizó el vocero
Juan Pablo Baylac cuando salió a responderle a la diputada Elisa
Carrió, quien había criticado la intervención de
la Gendarmería y habló de una situación de violencia
social legítima en el norte argentino. Baylac también criticó
al gremialista de la Corriente Clasista y Combativa, Carlos Perro
Santillán, que había admitido que sería capaz de
tomar las armas para defender sus reivindicaciones sociales.
Con lo que parece ser el primer paso para el fin del conflicto, queda
pendiente una explicación oficial sobre la forma en la que ocurrieron
las dos muertes y si éstas no se podrían haber evitado.
Ayer, el ex ministro del Interior, Federico Storani, sostuvo que el Gobierno
había actuado con imprevisión. Porque
estando detectado el grupo se podía separar la paja del trigo,
no puede desconocerse que existe un caldo de cultivo real, aseguró
Storani. Sus palabras se apoyan en un dato aportado el lunes por la ministra
de Trabajo, Patricia Bullrich, quien explicó que su ministerio
hacía rato que había dejado de ocuparse del piquete salteño
porque pasó a convertirse en un tema de seguridad. Es más,
aclaró que ellos conocían a cada uno de los manifestantes
y que les habían pasado los antecedentes a todos los organismos
de seguridad que se lo habían requerido, entre los que mencionó
al Ministerio del Interior.
Ayer, el Gobierno se cuidó de bajar los decibeles y unificar criterios.
Después de la reunión de ministros, Bullrich puntualizó
que el Ejecutivo siempre quiere el diálogo. Aunque
luego aclaró que había que distinguir los problemas que
se dan en algunas provincias y los problemas que suceden en el resto del
país. En el caso salteño, el Gobierno insiste en que se
cumplieron con todas las promesas y que la protestas tiene que ver con
situaciones locales de las que nadie se quiere hacer cargo.
Bonafini en vuelo
Los gestos de apoyo hacia los piqueteros de General Mosconi se
multiplican. La presidenta de la Asociación Madres de Plaza
de Mayo, Hebe de Bonafini, partirá hoy, en un avión
de LAPA, a las 5.30 de la madrugada rumbo a Salta para dar asistencia
jurídica y solidarizarse personalmente con los trabajadores.
Queremos estar cerca de esta gente que ha sufrido una brutal
represión ordenada por el Gobierno y repudiar el virtual
estado de sitio que hay en ese lugar donde los trabajadores se han
movilizado por sus justas demandas; por todo esto es que decidimos
viajar, anunció Bonafini, quien irá acompañada
por el abogado Sergio Schoklender quien se ocupará del asesoramiento
legal de los salteños movilizados. También acompañarán
a Bonafini un grupo de hijos de desaparecidos, integrantes de la
Universidad de las Madres de Plaza de Mayo y otros dirigentes. Nosotras
ya dijimos el año pasado que todo iba a terminar en represión.
Es mentira que el Gobierno tenga voluntad de arreglar esta situación.
Escucharlo al secretario de seguridad, Enrique (Mathov) es repugnante;
diría que es realmente mucho más repugnante que escucharlo
a (Aldo) Rico, expresó.
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