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DINAR LINEAS AEREAS

LOS GENDARMES TOMARON GENERAL MOSCONI PERO LA GENTE LOS HIZO RETROCEDER
Cuando la gendarmería perdió su trinchera

Los uniformados atacaron de madrugada, allanaron casas, detuvieron indiscriminadamente. La ciudad quedó tomada por unas horas. Luego sus pobladores empezaron a agolparse. Cuando eran una multitud, los gendarmes se retiraron. Crónica de ese día que terminó con olla popular.

Por Felipe Yapur
Desde General Mosconi, Salta

Fue de madrugada cuando la Gendarmería sorprendió a unos cansados piqueteros, a quienes tras una fuerte e intensa represión desalojaron de las dos manzanas que controlaban. Hubo corridas, gritos y disparos de armas de fuego, la reaparecida modalidad de disolución de manifestaciones. La luz del día mostró un panorama desolador para los rebeldes y optimista para los uniformados. Pero duraría muy poco. Con el correr de las horas todo cambió. Tras una multitudinaria movilización, el pueblo de Mosconi obligó a los gendarmes a emprender una veloz retirada hacia la ruta nacional 34. Como el lunes, como hace 18 días, no hay negociaciones entre manifestantes y el gobernador Juan Carlos Romero que continúa con su decisión de no escuchar los reclamos de trabajo digno porque “hay infiltrados armados”. Ahora, los piqueteros acampan en la plaza principal del pueblo junto a una olla popular a la espera de una señal de la Nación.
“Vienen los milicos”. Eran las 4.15 cuando una treintena de piqueteros se arremolinaban alrededor de unas fogatas. Los más jóvenes jugaban al fútbol. Ellos descubrieron el avance de la Gendarmería. Uno de los jóvenes alcanzó a llegar hasta donde estaban los líderes del piquete: “Pepino, vienen los milicos”, gritó mientras la noche se iluminaba sólo por el destellos de los disparos de los gases lacrimógenos. Fernández y otros cuatro dirigentes salieron disparados, tal como habían acordado, en distintas direcciones mientras sus compañeros distraían a los efectivos. Los gendarmes demostraron un alto grado de ineficiencia ya que si bien triplicaban en número a los rebeldes, se le escaparon la totalidad de los buscados por sedición y apenas detuvieron a una media docena. A los empujones los subieron a un camión.
Pueblo tomado. La liberación de la zona piquetera había durado 40 minutos. A partir de ese momento, los teléfonos de las FM locales dejaron de funcionar. Y desde distintos sectores, Mosconi quedó invadido. En grupos de veinte, los gendarmes patrullaban las calles. Exigían documentos a todo aquel que osara salir a la calle y ante la menor duda, ingresaban sin más a las viviendas en busca de los “sediciosos”. Gritos desesperados de mujeres rogando que no se llevaran a los hombres invadieron la espesa madrugada. Muchos de los rebeldes alcanzaron a conseguir refugio en algunas viviendas. Otros, ganaron el tupido monte cercano.
Búsqueda frenética. Con el amanecer, la búsqueda se intensificó. Un Grupo Especial de Tareas –un nombre que recuerda los días de la dictadura– se puso en acción, todos sus hombres acompañados de sus pistolas 9 milímetros. Entraron a las casas y al monte siempre arma en mano buscando “delincuentes”. Lograron atrapar a dos que estaban escondidos entre los matorrales. Lucían cansados, sucios, golpeados sin saber que unos metros más allá los recibiría un particular comité de bienvenida con pisotones y golpes. Desde las casas cercanas, la gente observaba aterrorizada.
La delación. Cuatro adolescentes habían logrado entrar a la casa de una docente. Estuvieron varias horas allí. Pero la mujer no soportó la presión y delató a sus forzados huéspedes. Prestos, los gendarmes los sacaron. Cuando, Graciela Pérez tomó conciencia de lo sucedido comenzó a gritar: “Dios mío, qué hice. Ellos me pedían que no los entregara. ¡Qué hice!”, dijo antes de desmayarse.
Frustrado plan. Según una alta fuente de Gendarmería el plan que tenían era sencillo. Atacar a las 5 de la mañana, el horario preferido por esta fuerza, detener a los líderes Pepino y Oscar “Piquete” Ruiz. Restablecida la calma traerían al obispo de Orán para que junto a las fuerzas vivas concretar una negociación sin piqueteros. Todo fue en vano, los líderes rebeldes lograron escapar. “Se ve que estos muchachos duermen caminando”, se lamentó un oficial ante Página/12.
Desconcierto y marcha. El violento desalojó provocó en un primer momento una sensación de parálisis entre los habitantes del pueblo. Pero la noticia de los violentos allanamientos y las detenciones, llevó a los mosconences a dirigirse poco a poco a la plaza principal. Eran las 10 de la mañana cuando los gendarmes todavía dominaban Mosconi. Pero la rabia fue creciendo y aglutinando más y más personas. Unos treinta empezaron a dar una primera ronda a la plaza. En pocos minutos, superaban el centenar, después se sumaron más y la plaza quedó chica.
Recuerdos. Ya en la calle, 600 pobladores entonaban cánticos contra los gendarmes que observaban inmóviles en varias de las siete diagonales que desembocan en la plaza. “Asesinos” y “subversivos”, les decían mientras una solitaria naranja se estrellaba contra la espalda de un uniformado, a quien le ordenaron no reaccionar. A Juan Carlos Romero, el menemista gobernador ausente, le deseaban la intervención federal. Pero también se acordaron del secretario de Seguridad, Enrique Mathov: “Un ataúd, un ataúd, para Mathov que mató a la juventud”.
Madre de la Plaza. La ronda continuaba cuando los rebeldes se dieron cuenta que una mujer con pañuelo blanco se incorporaba. Era Hebe de Bonafini, a quien la gente abrazó, besó y le agradeció su presencia. De inmediato la movilización cambió de rumbo y se dirigió hasta el lugar donde estaban las barricadas de los piqueteros. La voz corrió rápidamente. Se sumó tanta gente que cuando llegaron había algo más de un millar. A unos 100 metros se apostaron los gendarmes que habían rociado el sector con un gas que produce ardor en la garganta, ojos y piel. Hebe les dio la espalda a los gendarmes y prefirió retornar a la plaza. La represión era inminente.
Sainete verde. Los gendarmes se dividieron en dos grupos. Unos 50 ocupaban una primera fila y un centenar un poco más atrás. Cuando la marcha llegó, un oficial ordenó tirarse al suelo. “Hay un francotirador. Nos dispara”, le gritaba nervioso a su handy mientras los periodistas caminaban entre los efectivos en riguroso cuerpo a tierra. Desde la vereda de enfrente, otro oficial les ordenó a sus subordinados: “Los cuatro primeros, carrera mar a la derecha para protegerse”. Sus hombres cumplieron la orden, pero cometieron un error que provocó la ira de su superior: “Nooo, para acá, mierda”, les gritó mientras el otro oficial continuaba buscando el fantasmal francotirador. Para eso, la multitud ya se había retirado sin haber disfrutado el risible espectáculo.
Retorno de los clandestinos. El primero en reaparecer fue Pipino, quien se abrazó con fuerza y emoción con Hebe. Luego, y durante el momento de los discursos comenzaron a retornar Piquete Ruiz y su esposa, y unos minutos más tarde, Rodolfo “Chichí” Peralta. Abrazos, lágrimas y vítores recibieron a los líderes piqueteros. la música de fondo fue “el pueblo unido, jamás será vencido”.
Los detenidos. Ante la falta de información oficial los propios piqueteros elaboraron su listado de apresados por la Gendarmería. Son dieciocho y dos de ellos menores de edad. Ninguno es colombiano.
El estilo Alais. “Viene el gobierno nacional”, dice una mujer en la plaza mientras se protege con una frazada. “Son representantes de todos los ministerios”, se esperanza otra. Una tercer mujer observa la conversación, su rostro destaca incredulidad: “A mí me parece que esos vienen caminando. Parecen ese milico Alais, ¿se acuerdan?”, dice en alusión al general que nunca llegó a reprimir a los carapintadas.
Puchero para todos. La noche se presentaba muy fría. El piquete se había trasladado hasta la plaza principal, un par de carpas se levantaron. Docentes, estudiantes y la Asociación de Trabajadores de Desocupados pintaron carteles donde exigen la libertad de los detenidos.
Para recuperar fuerzas, una enorme olla hierve con todos los ingredientes de un puchero. Hoy, continuarán con su protesta a la espera de que algún funcionario se acerque a dialogar. El pedido es el de siempre: trabajo.

 


 

HABLA LA MUJER DE UN PIQUETERO
“Lo hago por mis hijos”

Por F.Y.
Desde General Mosconi, Salta

Está despeinada, come casi con desesperación una mandarina. “No como desde anoche, estoy muerta de hambre”, se justifica la mujer que tuvo que esconderse anoche durante la represión de la Gendarmería. Su madre le acerca su hija menor, de apenas cuatro meses. La mujer abraza y acaricia su bebé. “Por ellos estoy en el piquete”, dice Victorina de 26 años y cinco hijos. Ella es la esposa de Oscar “Piquete” Ruiz, otro de los líderes rebeldes. Y se nota: “A nadie le gusta salir a la ruta. Pero (Juan Carlos) Romero nos obliga. Es un dictador que nos quiere cada vez más pobres”.
–¿Le sorprendió la represión de la madrugada?
–En parte sí, porque nos habían dicho que iba a comenzar la negociación con la Nación.
–¿Los planes Trabajar solucionan algo?
–Son 160 pesos. Por lo menos les podemos dar de comer a nuestros hijos. Pero acá queremos trabajos de verdad. ¿Hasta cuándo, señor, quiere que la gente aguante? Mosconi es rico, pero el gobernador se lleva la plata para él. Ojalá intervengan la provincia.
–¿La intervención es la salida?
–No, la salida es el trabajo. ¿Pero sabe qué? Me encantaría verle la cara a Romero cuando lo saquen del gobierno. Ese hombre es un déspota.
Una mujer le acerca otra fruta y le muestra a otro de sus hijos jugando con una honda cerca de la olla que contiene el puchero.
–Es un piqueterito. Acá los chicos juegan a los piqueteros. Uno hace de piquetero y el otro de gendarme. Eso me da un poco de lástima.
–¿No tuvo miedo cuando se escapó de los gendarmes?
–No, mi marido estaba conmigo. El me cuida bien.
–¿Pensó en sus hijos?
–Sí, pero sabía que estaban bien. Mi mamá los cuida, ella me apoya. ¿Usted no haría lo mismo por sus hijos?

 


 

REPORTAJE A UN JEFE PIQUETERO
“No me pudieron pillar”

Por F. Y.
Desde General Mosconi, Salta

Rodolfo “Chiqui” Peralta es otro de los líderes del piquete. Regresó con una sonrisa del monte. “No me pudieron pillar”, dice mientras está sentado en uno de los bancos de la plaza. Lo palmean, lo abrazan, lo felicitan. Tiene cuatro hijos, a dos de ellos no les pudo pagar los estudios universitarios. Es un tema que le duele porque los 280 pesos que gana como sereno suplente son demasiado poco. De hablar pausado opina de los piquetes: “No quiero ir más a la ruta. No quiero tener que ir otra vez a los cementerios para enterrar amigos. No es justo, no es posible que la gente muera por pedir trabajo”, dice mientras se seca las lágrimas.
–¿Le molesta que lo acusen de delincuente?
–Si pedir trabajo para la gente es delito, entonces Mosconi es un pueblo de delincuentes.
–¿Tan difícil es darle una respuesta a sus pedidos?
–Mire, en realidad parece un capricho del gobernador. Este es un pueblo chico. Con poco se puede ordenar este lugar. Si Romero dejara algo de las regalías gasíferas a Mosconi en el pueblo, la vida cambiaría bastante.
–¿No está cansado de los piquetes?
–Claro. A quién le gusta ir a la ruta. No quiero tener que ir más al cementerio a enterrar amigos. No es justo –dice mientras sus ojos se inundan de lágrimas. Pide perdón–. Pregunte más por favor.
–La gente los sigue. Los respetan.
–Es que somos coherentes con nuestra lucha. Ellos nos empujan a luchar y nosotros sentimos la necesidad de hacerlo.
–¿Qué hizo entre el piquete de noviembre y el de ahora?
–Coordino la Unión de Trabajadores Desocupados. Con ellos levantamos aulas, arreglamos salas del hospital, una enfermería. Todas cosas que debería hacer el gobierno.

 


 

En Salta estrenaron las reformas penales

Las reformas al Código Procesal
votadas recientemente son aplicables a las acciones de la Gendarmería. Tal
vez pueda invocarlas para explicar los allanamientos que realizó sin tener orden judicial. Críticas del CELS y de Amnesty.

El juez Abel Cornejo armó una
causa caratulada como “sedición”.
La represión, según algunos, recordó
a los tiempos de la dictadura.


Por Carlos Rodríguez

Los sucesos de Salta actualizaron, en forma dramática, la discusión sobre las reformas introducidas en el Código Procesal Penal, que otorgan mayores facultades a la Policía Federal y por extensión a la Gendarmería y a la Prefectura Nacional. Si bien las normas pueden aplicarse, sobre todo en la Capital Federal, donde rigen para todos los delitos, son extensivas a cualquier lugar del país cuando se trate de un delito “federal”, como contrabando, narcotráfico o “sedición”, como está caratulada la causa contra los piqueteros salteños. Anoche, el juez federal de Salta, Abel Cornejo, le aseguró a Página/12 que él nunca ordenó “ningún allanamiento” en General Mosconi sino “operativos callejeros”. Sin embargo, los vecinos denunciaron allanamientos masivos y violentos dentro de las casas. Gendarmería podría ahora alegar que actuó dentro del marco que permiten las nuevas normas aprobadas en tiempo record por el Congreso nacional.
“La gravedad de la situación en la provincia de Salta (...) hace necesario que un organismo independiente investigue en forma urgente y exhaustiva los hechos y las denuncias de uso excesivo de la fuerza por parte de la Gendarmería Nacional y que se hagan públicos los resultados.” En una carta dirigida al ministro del Interior, Ramón Mestre, la filial argentina de Amnesty Internacional pidió una investigación y recordó que en los últimos tiempos se han producido en el país “situaciones similares en las que civiles han sido muertos en circunstancias que indican el uso excesivo de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad”.
El juez Cornejo, en diálogo con este diario, juró que él nunca ordenó “allanamientos en los domicilios particulares” de los pobladores de General Mosconi sino que habilitó al personal de Gendarmería Nacional para que realizara “procedimientos en una calle aledaña a la refinería de petróleo que hay en la zona”, por temor a que la misma “fuera tomada por los piqueteros, con el riesgo que ello entrañaría”. El magistrado, que se encontraba en la capital salteña, dijo que hasta anoche no había recibido “ninguna denuncia concreta, de los vecinos, sobre allanamientos en los domicilios”, de los que sólo tuvo conocimiento a través de los medios de comunicación. Un cronista de América TV dijo al aire que los operativos habían sido “como si estuviéramos bajo una dictadura”.
Cornejo también dio su opinión sobre otro punto conflictivo relacionado con su actuación: ¿El accionar de los piqueteros salteños, que piden pan y trabajo, puede equiparse al accionar “sedicioso” de un grupo armado que quiere tomar el poder? En ese sentido, respondió que la causa está encuadrada dentro del artículo 229 (sedición), pero en su inciso uno, que dice textualmente: “Serán reprimidos con prisión de 1 a 4 años los individuos de una fuerza armada o reunión de personas, que se atribuyeren los derechos del pueblo y peticionaren a nombre de éste”.
La opinión del magistrado fue cuestionada por Gustavo Palmieri, abogado del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). “Nosotros estamos trabajando para elevar un dictamen a los abogados de las organizaciones gremiales como la CTA, acerca del tema”, explicó. En principio, los abogados del Cels consideran que es exagerada la carátula elegida por el juez Cornejo, cuando no existe un grupo armado cuyo objetivo sea “la toma del poder atentando contra la Constitución”. Sin embargo, el magistrado insistió en que “para hablar de sedición no es necesario que haya una proclama expresa de tomar el poder”.
En su carta al ministro del Interior, Amnesty reclamó un informe sobre las muertes de Carlos Santillán y de José Barrios y también sobre los “allanamientos a viviendas particulares por parte de la Gendarmería”, sin que existiera orden judicial –como admitió el juez– y sin la presencia de testigos civiles de los procedimientos, como pudieron comprobar los periodistas presentes durante los operativos nocturnos. Las nuevas normas permiten que, la Gendarmería en este caso, pueda realizar allanamientos sin testigos neutrales y requisas sin orden judicial. Al cuestionar lareforma, el Cels había recordado un fallo de la Corte Suprema donde se sostuvo “la protección constitucional del domicilio” que “no se puede anular absolutamente, porque esto le estaría vedado aún a los jueces” y mucho más a las fuerzas de seguridad.

 

otras voces

Juan Pablo Cafiero, ministro de Desarrollo Social: “El conflicto en Salta se agudiza por la falta de un horizonte productivo que canalice la legítima demanda social a una situación económicamente viable. Esto es lo que generó el malestar de mucha gente que, de programa en programa y solamente dentro de la asistencia, ha estado un tiempo y ahora busca una perspectiva con mayor futuro. En la época anterior de las grandes privatizaciones no hubo una red de contención social y ahora estamos pagando las consecuencias. La herencia que deja el menemismo con las privatizaciones, con la impunidad, con la situación de desempleo tan fuerte y de falta de una dirigencia comprometida en construir ese horizonte productivo dejó esa situación”.
Marta Maffei, titular de la Ctera: “En Salta, la gente está advirtiendo que se está estableciendo una caracterización similar a la presencia de la Triple A en la Argentina. Se están denunciando situaciones muy turbias. General Mosconi está militarizada y no se pueden garantizar los derechos humanos donde la Gendarmería entra a patadas en la casa de los trabajadores sin orden de allanamiento. La Ctera y otras fuerzas sociales hemos denunciado el virtual estado de sitio que hay en Salta. Por eso apoyamos el pedido de informes a Mestre y Mathov y exigimos que se retire la Gendarmería. Es imposible pacificar la provincia de Salta con la Gendarmería presente”.
Walter Ceballos, ex secretario de Provincias: “Yo no sé si hay infiltrados o no. Seguramente, entre los que reclaman un puesto de trabajo o una ayuda alimentaria no los hay. Pero sí es muy probable que, porque ocurrió en las otras oportunidades, haya gente vinculada al contrabando y muy especialmente al tráfico de droga tratando de generar desestabilización social, un mecanismo para que la atención de las fuerzas de seguridad estén en el conflicto social y no en lo que tiene que ser evitar el tráfico de drogas”.
Walter Mayar, vicegobernador de Salta: “Recibimos una provincia con un 24 por ciento de desocupación, logramos bajarla al trece, hoy está en el 16 debido a la mayor recesión en el país. Hemos logrado desarrollar un plan de obras de infraestructura en cada una de las regiones de las provincias. Son 59 los municipios en nuestra provincia, tenemos conflicto en uno solo. Por supuesto, faltan muchas cosas por hacer, somos una provincia periférica, somos una de las provincias en las que por muchísimos años hubo una desinversión nacional y así es muy difícil. Aquí no se produjo Puerto Madero, no se produjo una ciudad del primer mundo como la Capital Federal porque la mayor parte de las inversiones se hicieron en la parte portuaria y central del país. Los gobiernos periféricos venimos planteando la necesidad del desarrollo y la infraestructura necesaria y esto no lo podemos lograr”.

 

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