Boca es medio campeón
de América. Anoche venció al Cruz Azul en el Azteca de México,
allí donde perdieron en sucesión River (0-3) y Central (0-2),
y la semana próxima podrá reclamar la otra mitad en la Bombonera.
Con un planteo sin fisuras, soportó al local durante 80 minutos,
hasta que Marcelo Delgado convirtió el único gol de la noche.
Ante la perspectiva de un partido arduo y asfixiante, Bianchi programó
a Boca para que dosificara sus energías, repartiéndolas
en el curso de los 90 minutos según hiciera falta. Para el arranque,
el equipo mostró la misma disposición que contra Palmeiras
en San Pablo: esperar con la línea de volantes en la que
Battaglia reemplazó a Serna, que amaneció afiebrado
cerca de los defensores para ahogar la definición del equipo local,
adelantando a Gaitán para juntarse con Riquelme y con Giménez
más arriba.
A Boca le convenía ese trámite demorado, porque Matute Morales
no le rendía al Cruz Azul, Palencia no estaba enchufado y a Cardozo
no le salía una. Los mexicanos parecían sentir demasiado
respeto por los blasones del campeón de América. Si la lógica
indicaba que el asedio era el camino para los jugadores locales, en el
césped del Azteca eso no se veía.
No es que el partido fuera parejo: el Cruz Azul tenía la pelota
y llegaba más. Pero no golpeaba con fuerza, y la mayoría
de sus intentos morían irremediablemente en Oscar Córdoba:
un cabezazo de Morales hacia abajo que encontró al colombiano bien
parado en la raya, una tapada a Cardozo la mejor situación
de gol del primer período un remate de Palencia desde fuera
del área que retuvo en dos tiempos.
A Boca no le preocupaba demasiado no replicar en la misma medida, porque
el negocio no pasaba por el arco de Pérez. Sin embargo, el golero
pudo contener a duras penas un remate de Riquelme que se desvió
en un defensor, y más tarde sacó un tiro libre del volante.
Desde el vestuario, más acomodado, Boca volvió con ganas
de adelantarse. Riquelme los volvía más o menos locos con
sus pisaditas, los mexicanos seguían sin encontrarle la vuelta
al esquema visitante, y empezaron a dejar de rondar el área de
Córdoba. Trejo mandó a Adomaitis a la cancha para ganar
en profundidad, mientras Bianchi usaba sus reservas, y a los diez del
complemento mandaba a Delgado a la cancha. Estaba todo calculado.
Seguía siendo un Boca con limitaciones, más cansado pero
consciente de su papel en el partido: jugando a no perder sin desperdiciar
la chance de ganar que eventualmente se presentase. Gaitán sacó
un zurdazo desde fuera del área que se fue del travesaño,
y hasta los 25 del segundo, Cruz Azul no le había creado una sola
situación de gol al equipo argentino.
Con el mediocampo más adelantado, Boca empezó a toquetearle
la pelota a los mexicanos, que no nadaban precisamente en ideas. Si Boca
le había trabajado el partido al rival, ahora le soplaba como jugarlo,
seguramente de acuerdo a los planes de Bianchi para los últimos
quince.
Porque seguramente en los planes estaba abrir el marcador en el final:
Pereda cedió a Ibarra, que habilitó a Delgado, y el delantero,
pegándole con derecha, la metió entre el arquero y el palo.
Al minuto, nomás, a Ibarra le sacaron el segundo por un milímetro.
Riquelme no
es prioridad
La transferencia de Juan Román Riquelme al Barcelona de
España parece haber ingresado en el congelador. Más
allá de la incertidumbre acerca de la concreción del
pase entre las instituciones, el presidente del club catalán,
Joan Gaspart, señaló ayer que la estrella de Boca
no es una prioridad para el técnico, Carlos Rexach.
Los técnicos no lo tienen en sus prioridades porque
prefieren gente de atrás y del mediocampo. Está entre
las últimas prioridades, dijo Gaspart al referirse
a la incorporación, sin embargo el dirigente español
no dio por descartada la transferencia de Riquelme, ya que posteriormente
agregó: Si no viene en junio podría hacerlo
en diciembre o la temporada que viene. El socio lo que quiere es
que en agosto el equipo gane, que venga uno u otro es secundario.
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REUNION
PARA SUAVIZAR RELACIONES
Almorzando con Mauricio
Para suavizar las tensiones
existentes entre el plantel de Boca y los dirigentes, el presidente Mauricio
Macri, quien llegó al Distrito Federal de México en la madrugada
de ayer, pero no se alojó en el mismo hotel en que lo hizo la delegación,
almorzó ayer con los jugadores.
Hubo errores de ambas partes, ya había dicho
que estaba dolido, fue un traspié del que vamos a salir
perfectamente, fueron algunas de las frases a las que recurrió
Macri en la conversación. Todo lo que tenía que decir
a los principales referentes del plantel lo dije y voy a seguir dialogando
con ellos, afirmó el dirigente en una entrevista con Radio
Mitre, antes de sincerarse: Asumo que probablemente haya habido
un problema de comunicación.
El presidente deslizó que el papel del tesorero Orlando Silvestrini
durante el conflicto no fue el mejor, pero responsabilizó al periodismo
de haber generado un problema mayor. La declaración de él
no fue feliz, pero la mediatización fue todavía peor,
sentenció.
Macri negó que piense en desprenderse de los futbolistas que encabezaron
los durísimos reclamos por primas y premios atrasados. Hay
que tratar de recomponer el camino hacia una convivencia respetuosa. El
patrimonio de Boca más importante es su plantel. Este plantel es
muy valioso y no vamos a tirarlo por la ventana porque sí. Esto
no es que vamos a liquidar el plantel, sino que vamos a ver cuáles
son las ofertas, explicó Macri.
Macri confirmó a los jugadores que entre esta semana y la próxima
percibirán el resto del dinero que el club les adeuda por haber
ganado la Copa Intercontinental, que asciende a casi medio millón
de dólares. Los futbolistas cobrarán una parte el próximo
viernes, poco después de llegar a Buenos Aires, y la restante el
martes 26.
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