Por Carlos Yarnoz
Desde
Bruselas
Una semana después del
comienzo de la serie de visitas de George W. Bush a Europa, los analistas
de las instituciones europeas se concentran estos días en obtener
unas conclusiones más templadas. Todos los consultados coinciden
en que el balance global es positivo porque las expectativas
eran bajas ante un presidente que ha hecho crecer semana tras semana la
larga lista de litigios trasatlánticos. Pero hay un dato en el
que hacen más hincapié: Bush ha logrado establecer unos
enlaces en Europa (Tony Blair, José María Aznar y
Silvio Berlusconi) y, de paso, una cuña en la UE ante las reticencias
previas al escudo antimisiles.
Tras su entrevista del pasado sábado con Vladimir Putin, Bush no
llamó sólo a Aznar para contarle sus impresiones sobre el
presidente ruso. También telefoneó al primer ministro británico
y al presidente polaco, Alexander Kwasniewski. Fueron esos tres líderes
europeos, junto a los de Italia y República Checa, quienes se mostraron
más que comprensivos con la nueva estrategia de seguridad mundial
descrita por Bush. No llamó ni a Jacques Chirac (presidente
francés) ni a Gerhard Schroeder (el canciller alemán),
destacan en Bruselas altos funcionarios de la UE.
En efecto, ha sido el escudo antimisiles el que ha abierto una zanja entre
los dirigentes europeos. Todos asumen que la situación estratégica
mundial ha cambiado tras el derrumbamiento de la antigua URSS, pero frente
al apoyo a su escudo que Bush recibió de Aznar, en primer lugar,
y de Blair o Berlusconi, después, Chirac no dudó en repetir
que el proyecto es una fantástica incitación a la
proliferación de misiles balísticos. El presidente
francés, junto con Schroeder, logró en Gothenburg que los
Quince asumieran que deben mantener una posición común
frente a ese peligro y que un medio adecuado es la convocatoria de una
conferencia internacional sobre la no proliferación, una
iniciativa recibida a regañadientes en Washington. No es de extrañar
que, a preguntas de periodistas en la ciudad sueca, Bush comentara después
que Blair es realmente un amigo y Aznar un hombre muy
interesante, pero optara por no definir a Chirac o al canciller
alemán.
En materia de seguridad, el único mensaje que realmente satisfizo
a todos los europeos fue la insistencia de Bush de que consultará
con Rusia y la UE (citó en varias ocasiones primero
a Rusia) el desarrollo de su nueva estrategia mundial. En el terreno de
la política exterior, los dirigentes de la UE consideran que Europa
llevó la delantera en sus contactos con Bush hasta el punto de
que, por primera vez, un presidente de EE.UU. asumió
buena parte de las tesis defendidas por la Unión sobre la estrategia
conjunta en Medio Oriente o en los Balcanes.
También en el largo listado de contenciosos comerciales hubo progresos.
Pascal Lamy, el comisario de Comercio, y el secretario de Estado de Comercio,
Robert Zoellick, pactaron contactar con antelación antes de que
vuelva a saltar cualquier otro litigio que pueda agriar aún más
la tensa relación actual.
Pero el broche de la relación Estados Unidos-Unión Europea
era la cena que Bush mantuvo con los líderes de los Quince la noche
del pasado jueves en Gothenburg y, según personas que conocen al
detalle su desarrollo, la reunión no fue bien. Tras
exponer el presidente norteamericano sus ideas sobre ciberterrorismo
y nuevas amenazas, los europeos y Bush se dedicaron de uno y otro lado
a darse lecciones, sobre todo con respecto a Kioto; Chirac estuvo muy
duro y el ambiente final era un poco tenso, afirman. Ha sido
una pérdida de tiempo, cuentan que dijo después el
primer ministro portugués, António Guterres.
Por el contrario, la cena de los ministros de Exteriores de la UE con
el secretario de Estado, Colin Powell, fue magnífica.
Una vez más, según asistentes a la cena, Powell mostró
una gran sensibilidad hacia lasposiciones europeas, algo que en la UE
echan de menos en el Pentágono y, en ocasiones, en la Casa Blanca.
Bush no tiene carisma ni liderazgo, pero sí unas ideas sencillas,
básicas, que las defiende bien, comenta un alto funcionario
de la UE que ha seguido de cerca su gira por Europa.
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