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En materia de medio ambiente, no
hay relaciones carnales con EE.UU.

Después de que Georg W. Bush se declarara en guerra contra el tratado para reducir los gases del efecto invernadero, aquí la Cámara baja lo ratificó por ley. Satisfacción de Greenpeace.

Militantes de Greenpeace en protesta contra Estados Unidos, frente a la embajada en Buenos Aires.

El Congreso nacional decidió que la Argentina no debe alinearse con Estados Unidos en materia de protección al medio ambiente: mientras el presidente norteamericano, George W. Bush, se encuentra enfrascado en una campaña de oposición al Protocolo de Kioto –el acuerdo que obliga a los países industrializados a reducir la emisión de los gases que provocan el efecto invernadero–, la Cámara de Diputados ratificó por ley ese tratado. Así, la Argentina se convirtió en el país 35 en adherir al Protocolo, que sin embargo todavía no está en vigencia. La medida fue recibida con optimismo por los representantes de Greenpeace en el país, que consideraron que, de este modo, “se otorga un apoyo formal a la supervivencia del acuerdo, jaqueado por la negativa de Estados Unidos a ratificarlo”.
A partir de la aprobación del documento por parte de la Cámara baja, el Poder Ejecutivo tiene un plazo de diez días para expedirse sobre la aprobación –puede incluso vetarla–, aunque el apoyo que el oficialismo brindó al acuerdo en el Parlamento da por descontado el visto bueno del gobierno nacional. En un comunicado, Greenpeace Argentina advirtió que la alteración del clima en el país hará que “diversas áreas de cultivo pierdan su capacidad productiva”.
Sin embargo, el ingreso de Argentina al grupo de países que ratificaron el acuerdo representa en la práctica un avance modesto: el Protocolo de Kioto recién entrará en vigencia cuando al menos 55 países miembros de la Convención de Cambio Climático –que reúnan un mínimo del 55 por ciento del total de las emisiones de dióxido de carbono– lo hayan ratificado.
La última embestida de Bush contra el Protocolo se produjo el jueves 14, durante su gira por Europa. Reunido con representantes de la Unión Europea en la ciudad sueca de Gotemburgo, Bush reiteró su negativa a ratificar el acuerdo, se quejó porque “exime a la mayor parte del mundo” –es decir, a los países en vías de desarrollo–, y justificó su postura señalando que no aceptará “un plan que dañe la economía o afecte a los trabajadores estadounidenses”, además de mencionar la “crisis energética” que atraviesa ese país.
“La oposición de Estados Unidos es injustificable por razones económicas o ambientales, y por lo tanto no debe ser acompañada. Se trata de la defensa de intereses sectoriales vinculados a las compañías petroleras y de carbón de ese país”, consideró Juan Carlos Villalonga, coordinador de la campaña Energía de Greenpeace Argentina.
El Protocolo de Kyoto fue firmado en 1997, durante la Cumbre sobre el Clima realizada en Japón, y establece que los países industrializados deberán reducir en un 5,2 por ciento la emisión de los gases responsables del “efecto invernadero”, en relación a los valores que la emisión alcanzó en 1990. Esta meta debería cumplirse entre los años 2008 y 2012.
El documento compromete a Estados Unidos, la Unión Europea, Australia, Canadá, Islandia, Japón, Nueva Zelanda, Noruega, Turquía, y los países de Europa central oriental; en tanto que exime a los países en desarrollo de la obligaciones fijadas en Kioto.
Los gases que producen el “efecto invernadero” son seis. Entre ellos, el dióxido de carbono (CO2) es el más peligroso, ya que representa el 84 por ciento de la emisión. Estados Unidos es el principal emisor de gases, y el máximo costo económico que representaría para ese país cumplir con el Protocolo equivale al 1,96 por ciento de su producto bruto interno.

 

El eclipse, de Africa a América

Había que ser un gran amante de la astronomía o no sentir el frío para atreverse. Así y todo, un grupo de entusiastas desafió los 2º8 grados de las ocho de la mañana y se aventuró a la Costanera para ver el eclipse de Sol. Se trató aquí de un fenómeno parcial: sólo en Africa el eclipse fue completo y se convirtió en una fiesta callejera.
Algunos llegaron al río antes del amanecer con grandes telescopios y gruesos abrigos. Otros, menos preparados, se contentaron con trozos de celuloide o radiografías para protegerse los ojos. A las 8.01 el Sol empezó a hacerse ver y enseguida ese mordisco en su lado derecho, producto de la superposición con la Luna. Hubo exclamaciones y suspiros, seguramente mezcla de emoción y frío.
Los astrónomos estuvieron en la gloria. No sólo por el eclipse: en estos días se produce el mayor acercamiento de Marte a la Tierra, aproximadamente a unos 67 millones de kilómetros. Por eso, el Planeta rojo aparece por varios días como la “estrella” más brillante del cielo. “Esta es una muy buena aproximación –dijo Carlos Angueira, subdirector del Observatorio Astronómico de Parque Centenario–. Lo más cerca que está Marte es a 60 millones de kilómetros, lo que va a ocurrir en 2003. Y lo más lejos, a 110 millones de kilómetros.”
Mientras que aquí el eclipse fue un fenómeno para unos pocos osados, en Africa se convirtió en un gran evento popular. En Lusaka, a primera hora de la tarde el cielo se hizo negro durante tres minutos y catorce segundos mientras la ciudad estallaba con cantos, danzas, bocinazos y bengalas. “¡Es increíble. Es fantástico!”, gritaba eufórico el presidente de Zambia, Frederick Chiluba, quien se dedicó a estrechar las manos de los turistas que llegaron a ver el fenómeno. En Harare, muchos miraron el eclipse sin protección: es que los anteojos especiales se vendían por entre 3 y 6 dólares, una cifra alta allí. Tras las advertencias de los oftalmólogos, en Zimbabwe, Angola y Zambia se distribuyeron gratuitamente algunas gafas entre los escolares o en zonas rurales. Previsiblemente, hubo quien hizo negocios oscuros con el eclipse: en Angola secuestraron 5000 anteojos falsos.

 

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