Hay vientos de más guerra
en el País Vasco. Mientras la organización separatista vasca
ETA colocaba en San Sebastián el coche bomba número 20 desde
el fin de su tregua unilateral en diciembre de 1999 (que dejó daños
materiales pero ningún muerto ni herido), su brazo político,
Herri Batasuna (HB), confirmó las versiones de comienzos de esta
semana sobre su radicalización. Ayer, Herri Batasuna formalizó
su autodisolución (en la práctica, HB había dejado
de ser la opción electoral de ETA para cobijarse en la coalición
Euskal Herritarrok), y mañana está previsto que nazca en
su lugar Batasuna (Unidad, en euskera). Según fuentes
españolas, Batasuna estará integrada por algunos dirigentes
históricos del HB pero sobre todo por ex integrantes de Jarrai,
organización ilegalizada por la Justicia española por ser
semillera de etarras, y Haika. El portavoz de la organización seguiría
siendo Arnaldo Otegi.
El telón de fondo, no demasiado disimulado, de la situación
es la derrota electoral de Euskal Herritarrok (EH) en los comicios regionales
del 13 de mayo; obtuvo el 10 por ciento de los votos (cuando supo arañar
el 20 por ciento en elecciones anteriores) y perdió a siete de
sus 14 escaños en el Parlamento vasco. La situación se presentaba
complicada en la medida en que estas elecciones venían particularmente
cargadas por la ofensiva de los partidos españoles (el Popular
en el gobierno en Madrid, y el Socialista). El que salió ganando
es el Partido Nacionalista Vasco (PNV), actualmente en el gobierno autónomo.
El propio Otegi reconoció que los votos de EH fueron a parar al
PNV, pero interpretó que esto significa que la opción mayoritaria
de los vascos es por la independencia. Es que el PNV y HB/EH habían
suscripto un pacto, el de Lizarra, por el que establecían como
acuerdo común la búsqueda de la autodeterminación
del País Vasco. Ambos impulsaron una tregua que no duró
más de un año.
Pero después del 13 de mayo se abrió aún más
una brecha ya existente dentro de HB/EH entre la conducción, cuya
cabeza visible es Otegi, y la corriente moderada Aralar, entre
cuyos representantes figura el concejal de EH por Pamplona, Patxi Zabaleta.
Aralar interpreta que los resultados del 13 de mayo son una
reafirmación de que, manteniendo la búsqueda de la autodeterminación,
el pueblo vasco rechaza la vía armada, y que por ello es necesario
volver al escenario que hizo posible el acuerdo con el PNV, esto es, una
nueva tregua para lanzar un proceso de paz. Hace apenas dos semanas, dos
etarras afirmaron en una entrevista con diarios vascos afines a ETA que
continuarán con la lucha armada, a lo que el mismo Zabaleta respondió
diciendo que hubiera esperado el anuncio de una tregua.
Sobre esta división, existe el debate dentro de HB/EH acerca de
en qué medida es una simple traducción electoral de ETA
o si tiene una actuación política propia. Los medios y políticos
españoles le insistieron a Otegi que optara por esto último
para aislar políticamente a ETA, pero mañana, si se confirman
las versiones, la respuesta estará echada: la Mesa Nacional del
nuevo Batasuna estará coordinada por Joseba Permach, ex integrante
de Jarrai. Algunos históricos, como Karmelo Landa, Floren Aoiz
o Jon Idígoras estarán ausentes de la dirigencia. En todo
caso, este proceso de radicalización, o de igualación ETA/Batasuna
con caras nuevas, puede confirmar la tesis de las autoridades españolas:
que ETA utilizó su propia tregua como forma de renovar sus cuadros
con Jarrai y Haika, ante la detención de algunos de los líderes
etarras por parte de los gobiernos español y francés.
Y mientras tanto, ETA sigue golpeando. El coche bomba de ayer, un Renault
Clio que contenía 25 kilos de dinamita, fue colocado frente a la
sede central del Banco Guipuzcoano en el barrio Igara de San Sebastián.
Una llamada anónima alertó al diario Gara sobre la ubicación
del auto y se procedió a su explosión controlada. A fines
del año pasado, el vicepresidente del banco, José María
Muguruza, había recibido un paquete bomba que pudo ser desactivado
a tiempo.
AUMENTA
LA TENSION EN IRLANDA DEL NORTE
Temporada de sangre en Ulster
Las aguas bajan turbias en Irlanda
del Norte. Desde las elecciones del 4 de junio, en las que los protestantes
más radicales obtuvieron más votos que la línea moderada,
hasta el 12 de julio, día en que ellos celebran la derrota de los
católicos en 1690, el Ulster vive un clima en el que hasta su propio
gobierno puede caer. En la noche del miércoles, unos 600 católicos
y protestantes se habían trenzado en las calles de Belfast, e hirieron
con piedras y bombas molotov a 39 de los policías que intentaban
sofocar los enfrentamientos. Ayer, decenas de casas en barrios protestantes
y católicos debieron ser evacuadas luego de atentados menores y
amenazas mutuas de bombas, mientras el premier británico Tony Blair
se reunía en Londres con el líder protestante radical Ian
Paisley.
Vamos a Downing Street (sede del gobierno británico) para
ver si el señor Blair está preparado para escuchar la voz
de la mayoría de los unionistas (protestantes) y aceptar que el
acuerdo de paz no tiene el apoyo necesario de las dos comunidades,
declaró el pastor Paisley. Las relaciones de fuerza le son particularmente
favorables: en los comicios parlamentarios británicos del 4 de
junio, su partido, el DUP (Partido Democrático Unionista) sacó
más votos que el moderado Partido Unionista del Ulster (UUP), del
actual líder del gobierno provisional norirlandés, David
Trimble. Este gobierno une a católicos y protestantes bajo un acuerdo
de paz, el de Viernes Santo de 1998, cuyas etapas para la instauración
del gobierno definitivo no se están cumpliendo.
Blair se reunió ayer con Paisley luego de hacer lo mismo la semana
pasada con Trimble y con Gerry Adams, líder del Sinn Fein, ex brazo
político del IRA, quien también obtuvo un muy buen resultado
electoral. Aquel encuentro no tuvo ningún resultado concreto y
la perspectiva no es la mejor. El problema es el desarme del IRA, que
no se completa. El IRA, a su vez, dice que no se desarmará hasta
que no se avancen en los otros dos procesos para cumplir el acuerdo de
paz, esto es, la reforma de la policía británica en el Ulster
y la desmilitarización de la región.
A pesar de que forman parte del mismo protogobierno, Trimble
y Adams se tiraron con dardos pesados enfrente de Tony Blair. Trimble,
acicateado por el avance del ala radical de los unionistas, amenazó
con renunciar el 1 de julio y tirar todo por la borda. Adams contestó
que su postura era irresponsable porque era imposible que
el IRA responda favorablemente a algo como un ultimátum. Blair,
entretanto, decidió ayer intentar con Paisley, el que directamente
quiere romper este statu quo.
Entretanto, la policía de Belfast dijo ayer que teme nuevos enfrentamientos
entre católicos y protestantes. Y con el desfile de la Orden protestante
de Orange el 12 de julio, que siempre provoca tensión, como telón
de fondo, el polvorín del Ulster podría estar más
cerca de estallar.
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