El legendario músico
de blues John Lee Hooker falleció ayer, a los 81 años, mientras
dormía en su casa de San Francisco. Según confirmó
la agencia que le representaba, The Rosebud, Hooker, considerado el dios
del blues, se encontraba acompañado de su familia en el momento
de su fallecimiento. A pesar de su avanzada edad, The Hook
nunca abandonó el mundo de la música y fue conocido por
declarar que no saldría con vida del género que lo hizo
popular. De hecho, este mismo fin de semana dio un concierto en un local
de Santa Rosa, en California, donde exhibió sus tradicionales sombreros,
su sonrisa y el arte en la guitarra que le reservó un lugar entre
los más grandes del género. Esto fue algo totalmente
inesperado. El tuvo a la audiencia a sus pies tres o cuatro veces el pasado
sábado. Disfrutó la música y encontraba la alegría
en compartirla con la gente, afirmó su agente Rick Bates
al anunciar el fallecimiento.
John Lee Hooker puede ser considerado uno de los mejores resúmenes
de lo que significa la palabra bluesman. Nacido el 17 de agosto de 1920
en Clarksdale, en el delta del Mississippi, creció escuchando spirituals
y el canto litúrgico de los algodonales que le daría cuerpo
al blues. Su primera influencia fue su padrastro Will Moore, de quien
aprendió el triste sonido de guitarra y la vocalización
profunda, casi masticando las palabras, que lo caracterizarían.
Todavía preadolescente, intentó vivir en Detroit, la ciudad
que, gracias a su legendaria industria automotriz, ofrecía mayores
oportunidades de empleo. El primer intento fracasó, pero tras vivir
siete años en Cincinatti, John Lee volvió a la Motor City,
esta vez para consagrarse. En la turbulenta época de posguerra
y los prolegómenos del baby boom estadounidense, Hooker fue uno
de los nexos entre el blues sureño y el rhythm and blues electrificado,
convirtiéndose en una de las figuras más repetidas de los
pubs de la calle Hastings e iniciando una carrera fulgurante. Tanto como
para convertirlo en el ídolo confeso de gente como The Rolling
Stones, Bob Dylan (a quien hizo debutar en un bar de New York), Eric Clapton,
David Bowie, Robert Plant, Jim Morrison, Jimi Hendrix y Van Morrison.
Desde la edición de las canciones Sally Mae y Boogie
Chillun a través de un pequeño sello de Los
Angeles, Modern Records, cuyos responsables no podían salir del
asombro cuando comprobaron que habían llegado a un millón
de copias vendidas, Hooker se distinguió también por
otra de las características de los hombres del blues: el trabajo.
Su historial cuenta con más de un centenar de grabaciones originales,
y las recopilaciones se cuentan de a docenas. Sobre todo en sus primeros
tiempos, en los que la industria discográfica no sabía de
demasiadas reglas, grabó títulos para al menos diez sellos
diferentes, incluso bajo alias como John Lee Booker, The Boogie Man, Delta
John o Birmingham Sam and his Magic Guitar. Si a eso se le suma una incontable
cantidad de shows, queda claro por qué ese sombrío hijo
del Delta marcó para siempre su nombre en un género pletórico
de nombres ilustres. Pese a algunos momentos menos brillantes en su carrera
especialmente en los 70, nadie se atreve a discutir
su influencia.
Para él, sin embargo, la explicación de su arte no se basaba
en cuestiones estrictamente musicales. Sin las mujeres nunca hubiese
existido el blues, dijo en 1997. El hombre que desea a la
mujer, la mujer que desea al hombre: de eso hablan las canciones. No es
que cante específicamente para una mujer: yo canto para la gente.
Pero canto sobre la mujer. Jamás escribí una canción
en la que no haya una mujer. No necesariamente una mujer que haya existido
en mi vida, uno puede elegir a cualquiera. Basta con imaginarla, ponerle
un nombre que ronde por tu cabeza, y ya está, ya existe. Las mujeres
hacen las canciones. Claro que ellas siempre intentaron apartarme de la
música... y por eso siempre me quedaré con mi guitarra.
Casado en tres ocasiones, sólo su hija Zakiya siguió sus
pasos, con un disco de jazz en el que el mismo John Lee puso voces y produjo
algunos temas. Nadie podrá ocupar mi lugar. Mi legado quedará
en los discos, afirmó en una entrevista reciente.
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