Por Angel Berlanga
Diablos Verdes, la mejor murga
uruguaya de los últimos tiempos, actuó el fin de semana
pasado en Buenos Aires y en La Plata. El grupo convocó a unos mil
doscientos espectadores entre la presentación del viernes, en el
Teatro Verdi de la Boca, y la del sábado en el polideportivo del
Club Platense: ambas noches tuvieron en común las ovaciones del
público y que ese público se quedara con un puñado
de brillantes de un género carnavalesco de raíz popular
con enorme fuerza en el Uruguay. Los adjetivos para espectáculos
o presentaciones de artistas están demasiado baqueteados y, entonces,
cuando se dice, por ejemplo, que los quince tipos del coro de Diablos
Verdes cantan muy bien y conmueven (en el sentido físico y emocional),
se corre el riesgo de que aparezca en el recuerdo del lector tanto calificativo
tirado sin puntería. Los tradicionales maquillajes artesanales
y el vestuario fabuloso también le suman encanto a un género
que, en el Uruguay, comenzó a principios del siglo pasado.
Como sucedió ya con otras murgas que vinieron a Buenos Aires, los
integrantes de Diablos Verdes se sorprendieron con la recepción
de porteños y platenses. El legendario Antonio Iglesias, director
responsable de la murga, lo explica así: Teníamos
el temor de que el repertorio no fuera bien interpretado, porque es bastante
localista. Pero lo localista va desapareciendo con la globalización.
Si les cambiamos los nombres, los personajes son los mismos en Argentina
y en Uruguay. Y es la misma la desocupación y la corrupción:
son los mismos problemas.
Diablos Verdes arrancó en 1939, en el barrio La Teja. Era una murga
de botijas dirigida por un chico de siete años llamado Antonio
Iglesias. El sábado pasado, en La Plata, Iglesias se cruzó
con una vecinita de aquella época y lo contó, emocionado,
al público. Ex dirigente de la Central Nacional de Trabajadores,
preso de la dictadura uruguaya desde el 76, luego de más
de seis décadas Iglesias sigue siendo director responsable de la
murga. La Teja es un barrio de laburantes y los miembros de Diablos Verdes,
que funciona como una cooperativa, también lo son. Los ensayos
se hacen en el local del Sindicato del Vidrio. Pintor de casas, portero,
empleado administrativo, son algunas de las ocupaciones de estos murguistas,
entre quienes, por supuesto, también hay desocupados.
La calificación de mejor murga de los últimos tiempos
tiene que ver con el desempeño en los tradicionales certámenes
de carnaval: Diablos Verdes ganó en su categoría en 1999,
obtuvo el segundo puesto en 2000 y volvió a ganar este año.
El libretista y responsable de la puesta en escena, Leonardo Preziosi,
se llevó el premio a mejor letrista de murga en los últimos
tres años, y el del mejor letrista del carnaval en 1999 y en 2001.
El director de escena, Andrés Atay, ganó dos veces en la
categoría de arreglador coral, y el cupletista Charly Alvarez también
fue premiado en dos oportunidades como figura del carnaval.
Diablos Verdes abrió sus presentaciones con En busca del país
de la alegría, la obra correspondiente al Carnaval 2001. El espectáculo
se estructura a partir de un saludo inicial, un desarrollo en el que dos
personajes siempre interactuando con el coro transitan por
distintos países (el olvidado, el de los recuerdos, el de los dinosaurios,
el de la verdad) y finalmente la tradicional retirada. En el género
caben la sátira, el drama, la comedia, la crítica y la farsa:
por esos estados conducen el coro y los cupleteros, que en esta última
obra representan a dos uruguayos en trance de emigrar, un asunto que por
estos días también ocupa lugar en las conversaciones y en
las mentes de este lado del Plata. Diablos Verdes carga y exige a los
políticos, critica y se ríe de las bestialidades televisivas,
reclama trabajo, salud y educación, y al mismo tiempo invita a
decir, a cantar y a recordar que tanta tristeza y malariapuede resultar
letal. Por eso, a pesar de los pesares, la murga insiste en el ánimo,
en la alegría del carnaval.
Al igual que otras murgas, Diablos Verdes toma libremente y dice sus cosas
sobre un surtido de melodías que tienen en común la popularidad
y que provienen de distintos géneros. En busca del país
de la alegría, por ejemplo, transita por canciones de Charly García,
Bersuit Vergarabat, de los Huancahuá, de Leo Maslíah y de
los Bee Gees, entre otros. El surtido abarca, en clave murguista, el tango,
la chacarera, el rock, el vals, jingles comerciales y clásicas
piezas de carnavales pasados, interpretados con la típica formación
de bombo, redoblante y platillos, a los que se suma la guitarra de Atay.
Con clásicos de otros carnavales, saludos y retiradas propios y
de otras murgas históricas, Diablos Verdes cerró sus dos
presentaciones en la Argentina con urgentes deseos de volver. Seguramente
lo harán, aunque de momento no tienen pautadas nuevas presentaciones
aquí.
Hay un dato que puede dar idea de la dimensión y el peso social
y cultural del carnaval uruguayo: durante febrero, los tablados, las decenas
de escenarios que se montan en clubes, plazas y esquinas de Montevideo,
recaudan y convocan más que el fútbol a lo largo de todo
el año. El más recurrente sueño del pibe, en Uruguay,
se bifurca en dos: futbolista o murguista. La crítica uruguaya
subrayó este año que Diablos marcó picos históricos
de calidad en lo vocal, lo interpretativo y lo autoral. El periodista
Juan Castel recogió del cupletista Charly Alvarez otra definición
complementaria: Para mí la murga es eso que nace en la base
de la columna vertebral, atrás de la nuca, cuando escuchás
un redoblante, un platillo y un bombo, y sabés que lo que sale
de tu cuerpo se lo estás dando a alguien.
Angelina,
la escandalosa
La actriz Angelina Jolie, quien
está reventando las taquillas estadounidenses como intérprete
de Lara Croft en Tomb Raider, le agregó fuego a su imagen al reconocer
que tuvo experiencias lesbianas y que en la adolescencia practicó
el sadomasoquismo. Las confesiones sobre su vida sexual están contenidas
en la edición alemana de este mes de la revista Playboy. Las prácticas
sexuales sadomasoquistas fueron una necesidad, igual que la violencia,
dijo Jolie, recordando que eso fue antes, en una época
en la que no tenía sentimientos, en la que viví frustrada
y me sentía infeliz. La actriz de 26 años, ganadora
de un Oscar como mejor actriz de reparto en Inocencia interrumpida, aportó
como dato sobre su intimidad sexual que hasta ahora hizo el
amor con cuatro hombres, pero que a su esposo, Billy Bob Thornton, no
le perdonaría un engaño. Tomo un bate de béisbol
y lo muelo a palos, dijo. Las experiencias lesbianas se remontan
a hace seis años, cuando, sin proponérselo, quedó
impresionada por una mujer: Me llamó la atención su
pulóver y la forma en la que vestía el pantalón.
Pensé: Dios mío.
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