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DIABLOS VERDES, UNA CLAVE DE LA NUEVA MURGA URUGUAYA
“Son los mismos problemas”

El gremialista Antonio Iglesias fundó la murga que actuó el fin de semana pasado en Buenos Aires y La Plata y viene de cosechar buena parte de los premios principales en el Carnaval de su país.

Diablos Verdes fue ganadora en su categoría en los carnavales 1999 y 2001, y segunda en 2000.

Por Angel Berlanga

Diablos Verdes, la mejor murga uruguaya de los últimos tiempos, actuó el fin de semana pasado en Buenos Aires y en La Plata. El grupo convocó a unos mil doscientos espectadores entre la presentación del viernes, en el Teatro Verdi de la Boca, y la del sábado en el polideportivo del Club Platense: ambas noches tuvieron en común las ovaciones del público y que ese público se quedara con un puñado de brillantes de un género carnavalesco de raíz popular con enorme fuerza en el Uruguay. Los adjetivos para espectáculos o presentaciones de artistas están demasiado baqueteados y, entonces, cuando se dice, por ejemplo, que los quince tipos del coro de Diablos Verdes cantan muy bien y conmueven (en el sentido físico y emocional), se corre el riesgo de que aparezca en el recuerdo del lector tanto calificativo tirado sin puntería. Los tradicionales maquillajes artesanales y el vestuario fabuloso también le suman encanto a un género que, en el Uruguay, comenzó a principios del siglo pasado.
Como sucedió ya con otras murgas que vinieron a Buenos Aires, los integrantes de Diablos Verdes se sorprendieron con la recepción de porteños y platenses. El legendario Antonio Iglesias, director responsable de la murga, lo explica así: “Teníamos el temor de que el repertorio no fuera bien interpretado, porque es bastante localista. Pero lo localista va desapareciendo con la globalización. Si les cambiamos los nombres, los personajes son los mismos en Argentina y en Uruguay. Y es la misma la desocupación y la corrupción: son los mismos problemas”.
Diablos Verdes arrancó en 1939, en el barrio La Teja. Era una murga de botijas dirigida por un chico de siete años llamado Antonio Iglesias. El sábado pasado, en La Plata, Iglesias se cruzó con una vecinita de aquella época y lo contó, emocionado, al público. Ex dirigente de la Central Nacional de Trabajadores, preso de la dictadura uruguaya desde el ‘76, luego de más de seis décadas Iglesias sigue siendo director responsable de la murga. La Teja es un barrio de laburantes y los miembros de Diablos Verdes, que funciona como una cooperativa, también lo son. Los ensayos se hacen en el local del Sindicato del Vidrio. Pintor de casas, portero, empleado administrativo, son algunas de las ocupaciones de estos murguistas, entre quienes, por supuesto, también hay desocupados.
La calificación de “mejor murga de los últimos tiempos” tiene que ver con el desempeño en los tradicionales certámenes de carnaval: Diablos Verdes ganó en su categoría en 1999, obtuvo el segundo puesto en 2000 y volvió a ganar este año. El libretista y responsable de la puesta en escena, Leonardo Preziosi, se llevó el premio a mejor letrista de murga en los últimos tres años, y el del mejor letrista del carnaval en 1999 y en 2001. El director de escena, Andrés Atay, ganó dos veces en la categoría de arreglador coral, y el cupletista Charly Alvarez también fue premiado en dos oportunidades como figura del carnaval.
Diablos Verdes abrió sus presentaciones con En busca del país de la alegría, la obra correspondiente al Carnaval 2001. El espectáculo se estructura a partir de un saludo inicial, un desarrollo en el que dos personajes –siempre interactuando con el coro– transitan por distintos países (el olvidado, el de los recuerdos, el de los dinosaurios, el de la verdad) y finalmente la tradicional retirada. En el género caben la sátira, el drama, la comedia, la crítica y la farsa: por esos estados conducen el coro y los cupleteros, que en esta última obra representan a dos uruguayos en trance de emigrar, un asunto que por estos días también ocupa lugar en las conversaciones y en las mentes de este lado del Plata. Diablos Verdes carga y exige a los políticos, critica y se ríe de las bestialidades televisivas, reclama trabajo, salud y educación, y al mismo tiempo invita a decir, a cantar y a recordar que tanta tristeza y malariapuede resultar letal. Por eso, a pesar de los pesares, la murga insiste en el ánimo, en la alegría del carnaval.
Al igual que otras murgas, Diablos Verdes toma libremente y dice sus cosas sobre un surtido de melodías que tienen en común la popularidad y que provienen de distintos géneros. En busca del país de la alegría, por ejemplo, transita por canciones de Charly García, Bersuit Vergarabat, de los Huancahuá, de Leo Maslíah y de los Bee Gees, entre otros. El surtido abarca, en clave murguista, el tango, la chacarera, el rock, el vals, jingles comerciales y clásicas piezas de carnavales pasados, interpretados con la típica formación de bombo, redoblante y platillos, a los que se suma la guitarra de Atay. Con clásicos de otros carnavales, saludos y retiradas propios y de otras murgas históricas, Diablos Verdes cerró sus dos presentaciones en la Argentina con urgentes deseos de volver. Seguramente lo harán, aunque de momento no tienen pautadas nuevas presentaciones aquí.
Hay un dato que puede dar idea de la dimensión y el peso social y cultural del carnaval uruguayo: durante febrero, los tablados, las decenas de escenarios que se montan en clubes, plazas y esquinas de Montevideo, recaudan y convocan más que el fútbol a lo largo de todo el año. El más recurrente sueño del pibe, en Uruguay, se bifurca en dos: futbolista o murguista. La crítica uruguaya subrayó este año que Diablos marcó picos históricos de calidad en lo vocal, lo interpretativo y lo autoral. El periodista Juan Castel recogió del cupletista Charly Alvarez otra definición complementaria: “Para mí la murga es eso que nace en la base de la columna vertebral, atrás de la nuca, cuando escuchás un redoblante, un platillo y un bombo, y sabés que lo que sale de tu cuerpo se lo estás dando a alguien”.

 


 

Angelina, la escandalosa

La actriz Angelina Jolie, quien está reventando las taquillas estadounidenses como intérprete de Lara Croft en Tomb Raider, le agregó fuego a su imagen al reconocer que tuvo experiencias lesbianas y que en la adolescencia practicó el sadomasoquismo. Las confesiones sobre su vida sexual están contenidas en la edición alemana de este mes de la revista Playboy. Las prácticas sexuales sadomasoquistas fueron “una necesidad, igual que la violencia”, dijo Jolie, recordando que “eso fue antes”, en una época en la que “no tenía sentimientos, en la que viví frustrada y me sentía infeliz”. La actriz de 26 años, ganadora de un Oscar como mejor actriz de reparto en Inocencia interrumpida, aportó como dato sobre su intimidad sexual que “hasta ahora” hizo el amor con cuatro hombres, pero que a su esposo, Billy Bob Thornton, no le perdonaría un engaño. “Tomo un bate de béisbol y lo muelo a palos”, dijo. Las experiencias lesbianas se remontan a hace seis años, cuando, sin proponérselo, quedó impresionada por una mujer: “Me llamó la atención su pulóver y la forma en la que vestía el pantalón. Pensé: ‘Dios mío’”.

 

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