Captaron la atención
de las cámaras, que transmitieron en vivo los destrozos de varios
teléfonos públicos y una sede del Banco Francés.
Obtuvieron así uno de sus objetivos y se retiraron satisfechos
de la Avenida de Mayo, todavía convulsionada por los incidentes.
El grupo de encapuchados armados con piedras, palos y bombas molotov que
el jueves apareció en la marcha contra la represión en General
Mosconi desencadenó un fuerte debate. Para los organizadores de
la movilización, detrás de los hechos están los
servicios de la inteligencia y la policía. Desde el Ejecutivo
respondieron anoche con un duro comunicado firmado por el Ministerio del
Interior, que repudia la violencia como método y califica
a los incidentes como verdaderos actos de guerrilla urbana.
La discusión comenzó temprano, cuando la titular de Ctera,
Marta Maffei, se cruzó por radio con el vocero del Gobierno, Juan
Pablo Baylac. Durante el diálogo, Baylac negó que el Gobierno
haya tenido algo que ver con los hechos y aseguró que los
señores enmascarados eran manifestantes que participaron
de la marcha. Maffei, indignada, respondió con duras acusaciones
al Gobierno, a quien consideró el responsable de lo ocurrido.
La policía no hace nada y nunca detiene a nadie. Uno tiene
fuertes sospechas. Los servicios de seguridad están permanentemente
entremezclados, están en las movilizaciones, pero nunca pueden
detectar a estos grupos violentos, acusó.
El ex concejal del Frepaso y líder de los desocupados de La Matanza,
Luis DElía, compartió las críticas de Maffei:
El Gobierno está buscando enrarecer el clima, está
tratando de asociar al desocupado o piquetero con la guerrilla, con el
terrorismo y la violencia. Es una cosa muy jodida lo que están
haciendo, dijo a Página/12. Según DElía,
datos y hechos recientes confirman las sospechas de los líderes
sindicales. Un policía de civil les dijo a los fotógrafos
que vayan a un lugar que no tenía ningún tipo de importancia
periodística porque allí iban a pasar cosas. Además,
esas personas (que protagonizaron los disturbios) respondían a
consignas militares. Y el lugar estaba lleno de policías pero justamente
en esa cuadra, donde hay un banco, no había ninguno.
Estas sospechas serán uno de los temas principales de la reunión
que hoy a la mañana tendrá lugar en la sede de la Central
de Trabajadores Argentinos (CTA). Uno de los asistentes será el
propio DElía, quien comparó los acontecimientos de
los últimos días con hechos similares ocurridos durante
la presidencia de Carlos Menem. A mí siempre me sorprendía
en la época de (Carlos) Corach, lo funcional que era Quebracho
a Menem, comentó. Tanto él como Maffei creen que desde
la SIDE se están ideando operativos contra las centrales sindicales,
los desocupados y los piqueteros. No son inocentes ni los servicios
de inteligencia ni la policía, dijo ayer a Página/12.
Hay una voluntad del poder político de generar la sensación
de que acá hay subversión y violencia. Creo que el Gobierno
ha sostenido la tesis de una especie de subversión para justificar
la presencia de Gendarmería, agregó.
Mientras en sindicatos y centrales sindicales analizan con preocupación
los últimos incidentes, en la Casa Rosada culpan a dirigentes
gremiales que no se hacen responsables de sus propias acciones.
El encargado de defender esos argumentos fue Baylac, quien justificó
con una pregunta esa línea de pensamiento: ¿Cuál
es el beneficio de hacer una operación destinada a promover la
violencia?. DElía respondió: Hay que preguntarle
a Carlos Becerra (titular de la SIDE).
El Gobierno pretendió cerrar la polémica con un comunicado
firmado por el Ministerio del Interior que conduce Ramón Mestre.
Consideró lamentable que se intente aprovechar la difícil
situación por la que atraviesan algunos sectores de la sociedad
para producir actos de inusitada violencia y agregó que el
gobierno nacional repudia la violencia como método y convoca a
buscar la solución de los problemas. Después, el comunicado
rechazó las críticas sobre la dura represión ejercida
en Salta (que costó dos muertos) y criticó a quienes reivindican
como actitudes ejemplares verdaderos actos de guerrilla urbana.
De las acusaciones, ni una palabra.
ESTUDIO
SOBRE LOS CORTES DE RUTA
Aumenta el riesgo-piquete
Por Maximiliano
Montenegro
Al igual que el famoso indicador
del riesgo país, sigue una clara tendencia ascendente. En el corazón
de la city, donde empezó a circular, todavía no lo bautizaron,
pero bien podrían llamarlo la tasa de corte... de rutas.
Según el informe, que elabora la consultora de Rosendo Fraga, en
lo que va de 2001 se produjeron 71 cortes de rutas mensuales, casi el
doble que el año pasado y tres veces y media más que en
1999. Contra la teoría del Gobierno de los activistas,
semejante escalada de la conflictividad social es la contracara exacta
de la crisis económica. En el 98, cuando la economía
todavía crecía, hubo apenas 4 cortes de rutas mensuales.
Pese a que hoy el foco de atención se concentra en Salta, los datos
revelan que el verdadero polvorín se halla en el Gran Buenos Aires.
Más del 30 por ciento de los cortes está concentrado en
la provincia de Buenos Aires, donde en sólo 6 meses ya hubo más
cortes que en todo el año pasado. Esto explica la desesperación
de Carlos Ruckauf por retomar el diálogo con De la Rúa a
cambio de recursos para detener un probable estallido social.
Hace ya más de cinco años que el analista político
Rosendo Fraga lleva una detallada estadística de los cortes de
ruta a nivel nacional, la que hace algunos meses empezó a distribuir
en las reuniones mensuales para banqueros y empresarios que organiza el
consultor Miguel Angel Broda, de las cuales Fraga es uno de los expositores.
Pero nunca como en los últimos días ese indicador había
acaparado tanto la atención de los hombres de negocios. Tanto es
así que algunos, habituados a seguir el pulso diario del indicador
de riesgo país, se anotaron para recibir un adelanto semanal.
Los números revelan que, más allá de la participación
de agitadores o activistas como los llama
el ministro del Interior, Ramón Mestre en algunas de las
protestas, el fenómeno está tan extendido que difícilmente
podría responder a grupos organizados. Y, más aún,
sigue una relación casi perfecta con la marcha de la economía
y la destrucción de puestos de trabajo. Las principales conclusiones
son las siguientes:
En 1997 y 1998, dos años
de crecimiento tras la profunda recesión del año 95,
ocasionada por el efecto tequila, los cortes de ruta fueron
relativamente pocos: 11 y 4 mensuales, respectivamente. Y estuvieron muy
concentrados geográficamente a zonas del interior afectadas por
la desaparición de las principales fuentes de trabajo. Así,
por ejemplo, en esos años, en Jujuy y Neuquén se produjeron
alrededor del 40 por ciento de los cortes de todo el país, destacándose
los choques con Gendarmería en Zapla y Cutral-Có.
A partir de 1999, el primer
año de la recesión, el fenómeno se esparció
a todo el país, donde se produjeron 21 cortes de ruta mensuales.
En el 2000, el segundo año de la recesión, la cifra subió
a 42 mensuales. En tanto que, en lo que va del año hasta esta semana,
el indicador marcaba 71 cortes al mes.
De continuar la tendencia,
el 2001 será record absoluto en cortes de rutas: en medio año,
ya se llevan contabilizados 425, frente a 514 en todo el año pasado,
252 en el 99, y 51 en el 98.
Este año, el grueso
de los cortes se concentra en la provincia de Buenos Aires, donde en sólo
seis meses ya hubo 138, un 20 por ciento más que en todo el año
pasado; casi el doble que hace dos años y quince veces más
comparado con 1998, cuando sólo ocurrieron 9 cortes. Allí,
evalúan en esos encuentros reservados de la city, está el
verdadero polvorín social.
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