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La CTA los llama servicios, el Gobierno, guerrilleros

Los organizadores del acto del jueves denunciaron que los desmanes en la desconcentración fueron producidos por policías o espías. Mestre y Baylac (que se cruzó con Maffei) piensan distinto.

Los desmanes los generaron
una decena de enmascarados.
En el acto, pacífico, hubo más de
7000 personas.

Captaron la atención de las cámaras, que transmitieron en vivo los destrozos de varios teléfonos públicos y una sede del Banco Francés. Obtuvieron así uno de sus objetivos y se retiraron satisfechos de la Avenida de Mayo, todavía convulsionada por los incidentes. El grupo de encapuchados armados con piedras, palos y bombas molotov que el jueves apareció en la marcha contra la represión en General Mosconi desencadenó un fuerte debate. Para los organizadores de la movilización, detrás de los hechos están “los servicios de la inteligencia y la policía”. Desde el Ejecutivo respondieron anoche con un duro comunicado firmado por el Ministerio del Interior, que repudia “la violencia como método” y califica a los incidentes como “verdaderos actos de guerrilla urbana”.
La discusión comenzó temprano, cuando la titular de Ctera, Marta Maffei, se cruzó por radio con el vocero del Gobierno, Juan Pablo Baylac. Durante el diálogo, Baylac negó que el Gobierno haya tenido algo que ver con los hechos y aseguró que “los señores enmascarados” eran “manifestantes que participaron de la marcha”. Maffei, indignada, respondió con duras acusaciones al Gobierno, a quien consideró “el responsable de lo ocurrido”. “La policía no hace nada y nunca detiene a nadie. Uno tiene fuertes sospechas. Los servicios de seguridad están permanentemente entremezclados, están en las movilizaciones, pero nunca pueden detectar a estos grupos violentos”, acusó.
El ex concejal del Frepaso y líder de los desocupados de La Matanza, Luis D’Elía, compartió las críticas de Maffei: “El Gobierno está buscando enrarecer el clima, está tratando de asociar al desocupado o piquetero con la guerrilla, con el terrorismo y la violencia. Es una cosa muy jodida lo que están haciendo”, dijo a Página/12. Según D’Elía, datos y hechos recientes confirman las sospechas de los líderes sindicales. “Un policía de civil les dijo a los fotógrafos que vayan a un lugar que no tenía ningún tipo de importancia periodística porque allí iban a pasar cosas. Además, esas personas (que protagonizaron los disturbios) respondían a consignas militares. Y el lugar estaba lleno de policías pero justamente en esa cuadra, donde hay un banco, no había ninguno.”
Estas sospechas serán uno de los temas principales de la reunión que hoy a la mañana tendrá lugar en la sede de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Uno de los asistentes será el propio D’Elía, quien comparó los acontecimientos de los últimos días con hechos similares ocurridos durante la presidencia de Carlos Menem. “A mí siempre me sorprendía en la época de (Carlos) Corach, lo funcional que era Quebracho a Menem”, comentó. Tanto él como Maffei creen que desde la SIDE se están ideando operativos contra las centrales sindicales, los desocupados y los piqueteros. “No son inocentes ni los servicios de inteligencia ni la policía”, dijo ayer a Página/12. “Hay una voluntad del poder político de generar la sensación de que acá hay subversión y violencia. Creo que el Gobierno ha sostenido la tesis de una especie de subversión para justificar la presencia de Gendarmería”, agregó.
Mientras en sindicatos y centrales sindicales analizan con preocupación los últimos incidentes, en la Casa Rosada culpan a “dirigentes gremiales” que no se hacen responsables “de sus propias acciones”. El encargado de defender esos argumentos fue Baylac, quien justificó con una pregunta esa línea de pensamiento: “¿Cuál es el beneficio de hacer una operación destinada a promover la violencia?”. D’Elía respondió: “Hay que preguntarle a Carlos Becerra (titular de la SIDE)”.
El Gobierno pretendió cerrar la polémica con un comunicado firmado por el Ministerio del Interior que conduce Ramón Mestre. Consideró “lamentable que se intente aprovechar la difícil situación por la que atraviesan algunos sectores de la sociedad para producir actos de inusitada violencia” y agregó que “el gobierno nacional repudia la violencia como método y convoca a buscar la solución de los problemas”. Después, el comunicado rechazó las críticas sobre la dura represión ejercida en Salta (que costó dos muertos) y criticó a quienes reivindican “como actitudes ejemplares verdaderos actos de guerrilla urbana”. De las acusaciones, ni una palabra.

 


 

ESTUDIO SOBRE LOS CORTES DE RUTA
Aumenta el riesgo-piquete

Por Maximiliano Montenegro

Al igual que el famoso indicador del riesgo país, sigue una clara tendencia ascendente. En el corazón de la city, donde empezó a circular, todavía no lo bautizaron, pero bien podrían llamarlo la “tasa de corte”... de rutas. Según el informe, que elabora la consultora de Rosendo Fraga, en lo que va de 2001 se produjeron 71 cortes de rutas mensuales, casi el doble que el año pasado y tres veces y media más que en 1999. Contra la teoría del Gobierno de los “activistas”, semejante escalada de la conflictividad social es la contracara exacta de la crisis económica. En el ‘98, cuando la economía todavía crecía, hubo apenas 4 cortes de rutas mensuales. Pese a que hoy el foco de atención se concentra en Salta, los datos revelan que el verdadero polvorín se halla en el Gran Buenos Aires. Más del 30 por ciento de los cortes está concentrado en la provincia de Buenos Aires, donde en sólo 6 meses ya hubo más cortes que en todo el año pasado. Esto explica la desesperación de Carlos Ruckauf por retomar el diálogo con De la Rúa a cambio de recursos para detener un probable estallido social.
Hace ya más de cinco años que el analista político Rosendo Fraga lleva una detallada estadística de los cortes de ruta a nivel nacional, la que hace algunos meses empezó a distribuir en las reuniones mensuales para banqueros y empresarios que organiza el consultor Miguel Angel Broda, de las cuales Fraga es uno de los expositores. Pero nunca como en los últimos días ese indicador había acaparado tanto la atención de los hombres de negocios. Tanto es así que algunos, habituados a seguir el pulso diario del indicador de riesgo país, se anotaron para recibir un adelanto semanal.
Los números revelan que, más allá de la participación de “agitadores” o “activistas” –como los llama el ministro del Interior, Ramón Mestre– en algunas de las protestas, el fenómeno está tan extendido que difícilmente podría responder a grupos organizados. Y, más aún, sigue una relación casi perfecta con la marcha de la economía y la destrucción de puestos de trabajo. Las principales conclusiones son las siguientes:
En 1997 y 1998, dos años de crecimiento tras la profunda recesión del año ‘95, ocasionada por el “efecto tequila”, los cortes de ruta fueron relativamente pocos: 11 y 4 mensuales, respectivamente. Y estuvieron muy concentrados geográficamente a zonas del interior afectadas por la desaparición de las principales fuentes de trabajo. Así, por ejemplo, en esos años, en Jujuy y Neuquén se produjeron alrededor del 40 por ciento de los cortes de todo el país, destacándose los choques con Gendarmería en Zapla y Cutral-Có.
A partir de 1999, el primer año de la recesión, el fenómeno se esparció a todo el país, donde se produjeron 21 cortes de ruta mensuales. En el 2000, el segundo año de la recesión, la cifra subió a 42 mensuales. En tanto que, en lo que va del año hasta esta semana, el indicador marcaba 71 cortes al mes.
De continuar la tendencia, el 2001 será record absoluto en cortes de rutas: en medio año, ya se llevan contabilizados 425, frente a 514 en todo el año pasado, 252 en el ‘99, y 51 en el ‘98.
Este año, el grueso de los cortes se concentra en la provincia de Buenos Aires, donde en sólo seis meses ya hubo 138, un 20 por ciento más que en todo el año pasado; casi el doble que hace dos años y quince veces más comparado con 1998, cuando sólo ocurrieron 9 cortes. Allí, evalúan en esos encuentros reservados de la city, está el verdadero polvorín social.

 

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